Queda claro que esta no está siendo una buena temporada: cambio de entrenador, muchos jugadores que no han tenido en nivel que se esperaba, puntos perdidos de forma surrealista o ante rivales de menor entidad, y un largo etcétera. Pero lo que también es evidente es que todo esto quedará olvidado si se consigue el ansiado ascenso y para ello la “primera piedra ” es llegar al play off, por lo que el partido contra el filial del Sevilla se antojaba vital.

 

Para mi persona este desplazamiento suponía una clara invitación a la ciudad de los ERES fraudulentos. Un horario ideal (domingo a las 11.30 horas), corto viaje en tren, estadio de primera, ya que se jugó en el Sánchez Pizjuán y ver a dos ilustres peñistas como Jota y Leti antes de la feria.

Tras salir de El Puerto de Santa María en el tren de las 09.20 horas llegué a Sevilla una hora y media después y en la estación de San Bernardo me esperaban Jota y su hija Paula, que venía a ver como es esto de sufrir con el Cádiz C.F.. Llegamos al estadio donde Jota me sorprende, ya que ha conseguido dos abonos del equipo local por lo que encima veremos el partido gratis, pero de forma kafkiana y a pesar de ir perfectamente equipados con camisetas y bufandas amarillas, de forma muy amable (¡eso sí!), una de las empleadas del club nos dice que verdes las han segado y por ahí no podemos pasar, que tenemos que ir a la puerta de los aficionados del Sevilla F.C., así que andamos hasta la puerta donde un horrorizado controlador de puerta nos insiste en que vestidos así, nada de nada. Le explicamos la situación y deciden avisar a un mando superior que al final insiste en que nos dejen entrar por esa última puerta y que él personalmente  junto con un vigilante jurado nos acompañaran hasta la zona de aficionados visitantes, así que avanzamos por el interior del estadio dos adultos y una niña pequeña escoltados por dos personas con la consiguiente perplejidad de la gente que observaba tan extraña procesión.

Ya en la zona asignada a la hinchada amarilla pienso en Chele, ya que no solo vamos a ver el saque inicial sino que estábamos viendo el calentamiento y de sobra es conocido los problemas con el horario de tan magno peñista. También pienso al ver a Paula en el “baby boom” actual y que tanto Manolo y Merche como Chele y Maite serán papás en muy poco tiempo y que debo aprovechar para felicitarles desde esta crónica, aparte de observar que muy pocos peñistas quedan sin descendencia, lo cual me alarma y me hace reflexionar sobre el inexorable paso del tiempo.

Pues en ese tipo de sesudas cavilaciones andaba enfrascada mi mente cuando comienza el partido. Un Cádiz muy bien plantado defensivamente apenas deja crear juego a los talentosos jugadores sevillistas, en especial a su estrella, el media punta Luis Alberto. Por nuestro equipo hay que destacar la impecable labor defensiva de Baquero, el extraordinario partido de Moke que en su mejor partido con los nuestros fue el verdadero dueño del centro del campo, a José González que tejió una “tela de araña” robusta y firme y que acertó de lleno en las sustituciones, sobre todo al cambiar a Enrique por Velasco, ya que firmo el gol de la victoria, una clara ocasión rechazada por el guardameta hispalense y un soberbio cabezazo al palo.

Me gustó la actitud de los seguidores gaditanos, ya que en ningún momento entraron a responder los limitados insultos de una pequeña parte de la grada.

 

Con los tres puntos “en el zurrón” y el pase a las eliminatorias un poco más cerca, nos marchamos a un bar cercano de la casa de Jota y Leti, a beber unas frías cervezas junto a sus hijas. En ese momento se decidió llamar a Chele y Maite y Manolo y Merche para comentar el partido. Por cierto, junto a nosotros estaba el meta bético Goitia. Tras esto comimos en un conocido restaurante del barrio de Tiro de Línea, unos gin tonics en el Pub Cinema viendo el fútbol y antes de irme en el tren de las 20.30, acabamos entre conversaciones sobre la Feria de abril en un pub llamado Baracoa, que es una famosa playa cubana que obviamente me recordó a la isla y donde terminamos un día que puede ser recordado como el día que “casi” nos asegura la fase de ascenso.

He dicho.