Se levantó una fría y lluviosa mañana del mes de enero. Un domingo de esos que te apetece quedarte en la cama bien arropadito a escuchar cómo la lluvia cae ahí fuera mientras las gotas de agua resbalan por el cristal de la ventana. Me dispongo a disfrutar de ese momento cuando de repente escucho unos piececitos aproximarse al dormitorio y el peso de una niña de unos 30 meses cae duramente sobre mi espalda, despertándome abruptamente del idílico dominical que había soñado.

Eran ya las 11 de la mañana. Una fugaz mirada al wassap me confirma que nuestro querido peñista Poli, a pesar de que su chica y no menos querida peñista Mayte se encuentra en avanzadísimo estado de gestación, se disponía a salir para Guadalajara a disfrutar de las bondades de este Cádiz de la temporada 13/14 (cosas de la vida, me da a mi que el tal Gaucci es lo que nos está haciendo...).

Visto el panorama, igual salir un poco de casa y visitar tierras lejanas tampoco es tan mal plan. Así que ni cortos y sí algo perezosos salimos hacia tierras alcarreñas. Con el tiempo que se tarda en que dos chicas (la pequeña Marta y su mami Maite) se preparen para una excursión, se nos hace casi la hora de empezar el partido, así que me temo que la pancarta se va a quedar en casa de Manolain y Merche. Nuestro mentor y más significado peñista, esta vez y con todo el dolor de su corazón, no puede acudir a la llamada del Cádiz de sus amores ya que se encuentra haciendo arduos sacrificios por su empresa visitando las aún más lejanas tierras de San Francisco, Las Vegas y el Colorado (y no me refiero a la célebre pedanía al lao de Conil, sino a un desierto del color de una barra de manteca a lo bestia). Su abnegada mujer declina la posibilidad de viajar pues ha de cuidar de los dos diablillos que han traído a este valle de lágrimas. El otro de los insignes y sacrificados peñistas que gustan de penar por esos campos de Dios siguiendo al Cádiz CF, Sergio Bixo, víctima de una casual resaca, ni siquiera da señales de vida.

Con este panorama nos presentamos en el Pedro Escartín al filo del final de la primera mitad. Creo que esta vez se nos ha ido la mano con esa ancestral costumbre, marca de la casa, de no llegar al saque inicial. Intentamos comer el tarro a la chica de la puerta para que nos deje entrar "colaos" al partido pero no se encuentra muy receptiva: "Al menos a mitad de precio, oiga... que solamente vamos a ver la mitad del partido". Finalmente nos dejan pasar a uno con la niña y Maite tiene que pagar la entrada. Algo es algo.

Una vez llegados a la grada de la afición visitante observamos con satisfacción que han acudido a la cita un centenar de aguerridos y animosos cadistas. En el resto de gradas del estadio dudo que se llegara al millar de aficionados. Nos encontramos con Poli, nuestra avanzadilla, y nos cuenta que en la primera parte el Cádiz ha salido bastante reservón ante un Guadalajara que ha tenido alguna oportunidad pero que tampoco es que haya hecho gran cosa. Los locales están necesitados de puntos para no perder el tren de los cuatro primeros pero se ve que tampoco tienen intención de desaprovechar la oportunidad de amarrar un puntito contra uno de los supuestamente favoritos de la categoría. Además, el estado del césped, bastante mojado, y el frío ambiente tampoco invitan a grandes exhibiciones.

La segunda mitad de la contienda comienza con un equipo amarillo con actitud de querer llevarse el partido, triangulando medio bien y con un aceptable trato del balón en algunos tramos. Se suceden incluso oportunidades para marcar pero nuestros delanteros, para variar, no se encuentran finos. Algún "aydiosmíocómohafallaoeso" salió desde la grada: una vez más me temo que se les han quedado los pies fríos a estos chicos. En la ocasión más clara el balón llegó a entrar en la portería contraria pero el trencilla decidió anular el gol por alguna extraña razón que aún no llegamos a entender.

Visto que la pelotita no quería entrar y que al parecer el empate podía ser un buen resultado, los inquilinos del Ramón de Carranza echaron un pasito atrás, con el consiguiente envalentonamiento de los alcarreños. El animoso público local empezó a jalear a los suyos y se comenzó a jugar cada vez más cerca del área de los nuestro, con el fatal (y previsible) resultado que todos podéis imaginar: al filo del minuto 45 el árbitro pita un estúpido penalty en nuestra contra. No sé por qué me da que esa leve falta no habría supuesto semejante castigo en el otro área, pero es la cruz que hemos de llevar en estos tiempos. Los de morado no estaban dispuestos a desaprovechar semejante regalo y su delantero marca, quedándonos con la correspondiente cara de cadista "apaleao" a la que ya, por desgracia, nos vamos acostumbrando. Pocos minutos después se pita el final y hemos de volver a casa con esta nueva derrota.

Chele