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16. Mérida - Cádiz (06/12/2015)

Este es un desplazamiento difícil, complicado. Lo teníamos marcado en rojo desde que salió el calendario para este año (otro más, que aburrimiento) en Segunda B. El Mérida, que había pasado varios años en Tercera (categoría absolutamente impropia de este equipo y ciudad) regresa a la categoría de bronce, y nos apetece mucho, muchísimo hacer este desplazamiento, que desde Madrid nos resulta más sencillo que otros de este dichoso grupo IV. Para rematar la faena, cae en un puente muy apetecible. Vamos, que no fue difícil decantarse por inaugurar los viajes de este año para visitar a los romanos.

Pero como digo, el desplazamiento, por avatares de la vida, terminaría siendo difícil. Quien me iba a decir cuando miraba aquel calendario en verano, que ahora estaría escribiendo la que va a ser mi última crónica en sabe dios cuanto tiempo. Pero la vida (o al menos yo lo entiendo así) es cambio, abrir horizontes, ...lo que a veces lleva también a cerrar puertas. Esta me va a costar muchísimo, porque seguir al amarillo y azul es para mí mucho, muchísimo más que un simple hobby o excusa para irme con mis amigos o mi familia de viaje un fin de semana. Es una PASIÓN, algo que sabes que no siempre es conveniente, pero que no puedes ni quieres evitar. Como nos lo explicaron de forma tan brillante en El Secreto de Tus Ojos, que escena tan maravillosa. Todo el mundo me pregunta “y cómo vas a seguir al Cádiz allí?”, porque todo el mundo sabe lo mucho que significa para mí. Se que volveré, porque yo no puedo estar mucho tiempo sin esto, pero por el momento, toca aceptar lo que viene.

Con este panorama, no fue difícil convencer al núcleo duro de la peña que había que hacer este viaje sí o sí. Por desgracia, no estuvimos todos, nos faltó Jota, que ya tenía otros planes imposibles de anular. No estamos, falta Jota!

Los que sí están son Bicho y Chele. Sorprendentemente madrugadores (esta peña cada día está más irreconocible!) me pasan a recoger temprano a la hora convenida. Sorprendentemente también, el bichocar hace esta vez de vehículo oficial de desplazamiento, con su dueño a los mandos sin problemas de somnolencia o hallarse bajo la evidente influencia del alcohol. Así que nada, para la A-5 que tiramos, dirección Mérida.
Todo es tan plácido que Chele se duerme (bueno, eso no es ninguna novedad ni noticia), y yo…¡también! Lo que digo, el mundo al revés! Se ve que los chicos me están mimando!

Llegamos al hotel Zeus (que manda cojones que en la ciudad romana pongan el nombre de un dios griego a un hotel, pero bueno, ellos sabrán!), cuidadosamente escogido por Chele, para encontrarnos allí con el otro expedicionario, Jose Luis, que viene desde el gaditano sur también en su coche. Este ha llegado antes, y ya tiene hechos los deberes: nos muestra orgulloso las viandas de las que ya se ha provisto: quesos, embutidos y vinos. La envidia nos corroe a los recién llegados, que pasando olímpicamente del programa cultural (Chele hace un mínimo intento de interesarse que no se lo cree ni él), nos dirigimos raudos y veloces a las principales calles del centro, para empezar a degustar los muchos manjares que la capital extremeña tiene que ofrecernos.

Primera parada absolutamente obligada, es el templo de Nico Jiménez, que tiene varios records de cortar jamón, en tiempo y en longitud. A mí estos concursos me parecen un poco ranciofacts la verdad, pero otra cosa es la materia prima de la que se nutren los mismos, que maravilla (otra de las cosas que vamos a echar de menos...ay oma!!)
Pedimos la oferta típica, que incluye vino y plato con lomo, jamón y paleta creo que es. Por dios, ¡QUE COSA MÁS RICA! Nos lo jincamos apenas tocó la mesa, sin piedad. Qué bien empezaba aquello!!
Sergio, a pesar de su vicio con el móvil, se libró de pagar la ración entera, tras nuestro pacto de poner los dichosos aparatos encima de la mesa y castigar con multa al que lo utilizara.

Aunque es muy tentador quedarse allí a seguir poniéndonos finos de derivados del cerdo, emprendemos camino y vamos a ver algunos de los monumentos (romanos por supuesto) que el coqueto centro emeritense tiene que ofrecernos. Hablamos del templo de Diana, en el que nos hacemos varias fotos, pero estamos pocos. Hay más hambre y sed. Así que retomamos la marcha para acabar ahora en la plaza mayor. Hace un solazo espectacular, así que no podemos resistir la tentación de sentarnos un rato en una mesa a seguir bebiendo.
Dicha plaza nos regaló uno de los momentazos del fin de semana, “el culo carmesí”. Lo recordaríamos varias horas!

Llevamos toda la mañana picoteando, pero ha llegado la hora de ponerse serios. Hay que comer DE VERDAD. Y Mérida nos ofrece excelentes lugares para ello. Después de alguna duda, acabamos en un restaurante (que me ayuden mis amigos peñistas porque yo no consigo recordar el nombre) en el que nos suben a la planta superior. Mesita en la esquina (es ya tarde y muchos están de retirada de yantar) y hay poco que pensar. Que vayan rulando esos embutidos (que están buenos también, pero no soportan la comparación con el excelso nivel de lo que habíamos probado por la mañana) y casi sin tiempo para pensar, venga ahí esos chuletones por parejas. Mi madre, que peshá de chicha. Cuesta su aquel, pero terminan cayendo esos kilos de carne como que hay dios. Vaya que si caen!!!

¿Y cuál es la tradición peñista después de comer? Pues el habitual pacharán, que se degusta con el maratón de fútbol de sábado por la tarde que el fútbol moderno nos provee cada fin de semana. Salvo que en este caso, pasando del pacharán, nos fuimos directos a las copas. Después de deambular un poco perdidos, terminamos entrando donde vimos una pantalla aceptable. Era de vital importancia, pues la representación de la peña incluía un notable número de simpatizantes colchoneros, y el equipo de Simeone jugaba esa tarde, abriendo la sesión vespertina.

No se muy bien como, pero cuando quiero darme cuenta, empiezo a notar a mi alrededor lenguas que se traban, miradas de puñalaitas en tomate. Chele lleva claramente la delantera. Cuando él pide, mezcla con cerveza para contemporizar...pero sus primos no tienen tanta condescendencia, y le clavan los vodka que da gusto. A la que te despistas, el joio se lo ha bajao casi entero, ¡luego se queja! El Atleti gana en Granada con gol de Godín en primera instancia, cierra el marcador Griezmann. Mis compañeros de expedición están encantados.

Así echamos toda la tarde, y se nos hace de noche. Todo el atracón de carne que parecía imposible de digerir, descansa ya en la zona menos noble de la espalda, y el estómago pide más, pide cena. Un poco ya deambulantes, empezamos a andar por las calles de Mérida, a ver donde volvemos a las raciones. En esas estamos, cuando llegamos a uno de los grandes momentos de la noche. Que digo, de todo el fin de semana. Nos encontramos un...no se como se llama eso, vease la foto. Pasamos por ahí todos, pero la merma de capacidades físicas deja momentos muy ridículos, especialmente para Chele, que se empeña, no obstante, en obtener la mejor instantánea con cuerpo de romano. Sergio lo tiene más fácil, apenas tiene que agacharse. Cuando dejamos al pobre romano tranquilo, mi rabillo del ojo, menos perjudicado todavía que el de mis compañeros por los efluvios de baco, ve como el dueño de la tienda lo recoge inmediatamente. Por si acaso volvemos, supongo.

Tras una agradable a la par que menos pantagruelica cena, empieza el momento de la verdad. Búsqueda de garitos. Aquí el amigo Sergio se nos descuelga, y por cojones, nos lleva a la boca del lobo. Por desgracia, tenemos que andarnos con cuidado en Mérida porque los de siempre, los que se empeñan en maridar política y fútbol, resulta que esta vez toca estar en extremos opuestos (siempre en el extremo), y por tanto, cabe el riesgo de que algún personaje mononeuronal que no llegue al mínimo de la EGB, sepa discernir entre la afición a tu equipo y una malsana rivalidad traducida en odio y enfrentamiento. Pero a pesar de eso, nos vamos al garito Cibeles (raro que, con ese nombre, estos quisieran ir), lugar de reunión habitual de los aficionados del Mérida más ultras.
La verdad sea dicha, el trato que nos dieron (si bien nunca mencionamos nuestra verdadera razón que nos había llevado a Mérida) fue excepcional. Acabaron poniéndonos los temas que pedimos, todos, que fueron muchísimos, mientras íbamos empalmando copas a un precio imbatible.

Pero llegó la hora de cambiar de lugar, y siguiendo las recomendaciones locales, dirigimos nuestros pasos al ‘Maruja Limon’. Otro acierto increíble. Otra vez música excelente, copas a precio razonable, y admitiendo peticiones musicales. La dueña (quiero recordar que se llamaba Juani), muy simpática, nos atiende de maravilla. Los recuerdos se empiezan a emborronar. Pero si que tengo grabado que aquí los primos “amaron la libertad”. Yo que no gusto mucho del rock español no me entero que pasa, pero estamos escuchando creo a Asfalto, y allí que, al final de la canción, los primos se me tiran de rodilla al grito de “amar la libertad”, como va dicho. Yo no se si reírme o llorar. Reír mejor, estamos de fiesta.
Aunque me quedo de largo con el momento Heroes del Silencio, cantando los cuatro Entres Dos Tierras, ante mi petición, hoy tengo doble privilegio, por despedida y por cumpleaños, para que se me concedan caprichos como este. Que temazo, por dios.

La noche evoluciona, entre copas, abrazos, odas a la amistad, fotos y yo que se cuantas cosas más, y toca el momento de irse. Como siempre que toca hacer una peregrinación al lugar de hospedaje, unos van peor, y otros van mejor. A estos últimos les toca hacer, cual cargadores de semana santa, de guía de los primeros. Los papeles, como casi siempre, están claros: Chele y Sergio por un lado, Jose Luis y yo, por el otro. Especialmente complicado es ir arrastrando a Chele, que podría obtener en ese momento una licencia para vehículo de movilidad reducida. Además, en su fantasía, se empeña en hacer una excursión a no se que sitio…Como buenamente podemos, llegamos al hotel. Respiro aliviado por el reparto de camas de por la mañana. No quiero pensar lo que tiene que ser ese Chele sacando la sierra a pasear. Sergio, en su interminable ingenio, se las arregla para seguir dando por culo, que si el cargador del móvil, que si dando golpes a la pared...no me acuerdo muy bien. Lo que sí recuerdo es cagarme en su puta madre (igual que haría su hermano) cuando por la mañana temprano nos entra una inocente limpiadora en la habitación, inducida por el cartel de “por favor limpie” que el puto enano de los cojones ha puesto la noche anterior. Jose Luis, con apenas un taparrabo, sale a recibir a la incauta, a la que le pide amablemente que se vaya por donde ha venido, por su bien.

Yo, más descansado y menos alicatado que los demás, encuentro antes fuerzas para levantarme, y me voy a desayunar por mi cuenta. Aprovecho el paseo para proveerme de manjares de la tierra, principalmente salchichón y queso. Aunque soy medio de Huelva, hago la vista gorda y compro embutido extremeño :-)
Habiéndoles dando tiempo prudencial, paso a buscar y despertar al resto de miembros de la expedición, que entre terribles humores condensados durante demasiado tiempo en demasiado pocos metros cuadrados, van, cual zombies de walking dead, levantándose y poniéndose a punto para echarse a la calle.

Con evidentes signos de cansancio, vamos penosamente por las calles céntricas de Mérida buscando un sitio donde poder llenar el buche. Al final, terminamos cayendo en la tentación de repetir donde Nico Jiménez. Por desgracia, ese día están hasta arriba, y la comanda tarda más de lo suyo en venir, pero termina llegando. La espera, como no podía ser de otra manera, termina valiendo la pena. Al irnos, el laureado cortador de jamón se despide muy amablemente de nosotros. Ojalá podamos volver a degustar pronto manjares en su morada.

Toca ya, por fin, irse para el estadio. Sin más problemas compramos nuestra entrada, accedemos a nuestro sector de la grada, colocamos nuestra pancarta, nos ponemos a ver el fútbol. Bueno, es una forma de llamarlo, porque el Cádiz, como tantas veces esa temporada, de fútbol, enseña poco. En la segunda parte algo más, y cuando nos llevamos la alegría del golazo de cabeza de Lolo Pla, vemos como a los apenas diez minutos, el Cádiz se deja comer la tostada, incapaz de saber dormir el partido, permite al Mérida empatar el choque. Lo que es peor, al poco, expulsan a Servando, así que toca renunciar al ataque y a los tres puntos, y a aguantar como se pueda el empate. Que ruina.

Aunque lo que de verdad nos llevamos de aquel partido fue un soniquete que seguramente nunca vamos a olvidar. La afición del Mérida, sorprendentemente animada, se tiró, fácilmente, veinte minutos de reloj, entonando el mismo cántico, que dice así

Que bonito es
Cuando salgo de casa
Para ir al estadio
A animar a mi equipo

Nos hizo muchísima gracia (dicho con todo el respeto, porque ahí estuvieron los tios como digo un ratazo, incombustibles), y terminamos nosotros haciendo una versión muy nuestra, con los acontecimientos que habíamos vivido ese fin de semana. La adaptación, se la cantamos en directo al que quiera escucharnos, queda entre nosotros.

Acabado el partido y con la consiguiente retención por la Policía Nacional (al que estaba a mi lado lo pillaron fumándose un porro, a ese no se le va a olvidar ese partido en mucho tiempo), ahora sí, toca despedirse y volver cada mochuelo a su olivo: unos cogiendo la A66 dirección sur, otros cogiendo la A5 sentido Madrid.

No puedo evitar emocionarme entonces, y emocionarme ahora, sabiendo como sabía, que estaba ante el último desplazamiento que iba a hacer en mucho tiempo con esta peña, MI peña, una de las varias familias que tengo. Pero hay veces en la vida que uno hace lo que tiene que hacer. Habrá más desplazamientos, estoy seguro, porque volveré. Volveremos. Ojalá que en otra categoría superior, pero si no, pues ahí seguiremos, en Mérida o donde sea.

Le dedico esta crónica a los primos Díez, y por supuesto a Jota, que aunque no estuviera en cuerpo, estaba en espíritu, siguiendo la retransmisión del fin de semana a través del whatsapp. Os llevo a todos en el corazón en mi próximo destino. 

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chele

08/02/2016
12:36
Gran crónica.

El restaurante donde comimos se llamaba Bellido. El que cenamos ni puñetera idea.... realmente cenamos?
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CREACIÓN FICHA: 08/02/2016

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 08/02/2016

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