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23. Mallorca - Cádiz (29/01/2017)

¿Es posible esto que veo? ¿Es posible esto que oigo?

Un año después de mi último desplazamiento con 1910, se está gestando en paralelo viajar a Mallorca. Hay ganas de coger aviones después de seis años en Segunda B donde salvo contadas excepciones como Oviedo o Bilbao, la calidad y atractivo de los ciudades a las que ir a ver el Cádiz había brillado por su ausencia.

Yo asisto por el móvil a la organización del viaje compungido por mi incapacidad para ir, con tanta distancia de por medio. Cual es mi sorpresa cuando llegado el día de mi nombre que se diría en Juego de Tronos, recibo un pase para cruzar los dos charcos que median. Se obra el milagro, 1910 se va a reunir de nuevo en toda su extensión (que tampoco somos tantos joe).

Va a ser, eso sí, un fin de semana algo accidentado y que nos va a enseñar que los años no pasan en balde. Pero que demostró también que por más que pasen, vamos a estar dando guerra hasta el último día por esa camiseta y por nosotros mismos. Da igual la categoría, a nosotros nos ha unido ya algo más.

Llega uno todo ilusionado y lo primero que se encuentra en una isla como Mallorca es agua a mansalva. Que vale que es enero, pero eso no es ni medio normal. Tan era así, que la última andanada, que llega de Sevilla, formada por Jose Luis y Jota, tarda mucho en llegar porque su avión no atina a aterrizar. Tanto mejor para ellos, porque se ahorraron el primer hit.
Conversación con la dueña del alojamiento reservado: “como? que venís? Si yo hace tres meses que cancelé todas las reservas de booking”
Ay omá. Parece broma pero va a ser que no, que estamos sin alojamiento, CON LA QUE ESTÁ CAYENDO!!

Tras una hora de gestiones, llamadas y esperas en una tasca de mala muerte (con algún parroquiano que no terminaba de medir bien el pasillo y la perspectiva cónica, con ganas de dar “abrazos” gratis, afortunadamente no llegó a más), aparece por fin una gachí con llaves para un apartamento. Con riada de agua por el suelo y cayendo granizos como la cabeza de Paquirrín, llegamos finalmente al nuevo alojamiento. No sabemos cómo estaría el otro, pero al final el cambio parece que ha sido mejor, que pedazo de sitio!!! Amplísimo, nuevo, limpio, venga que nos vamos animando!!!

Tras pasar por el “taller” (había que aprovechar que el coste de los fisios es un tercio en la madre patria que en la madre patria de los gastos médicos) me reuno con la manada, que ya se ha completado. Por fin el vuelo de Sevilla ha podido aterrizar, lastrado por el clima de mierda que hace en la isla balear. Como si lo hicieran en honor a mí, empezamos el fin de semana en un bar llamado España, ahí es nada. Unas tapas buenísimas (aunque esto ya no era precio tan diferente de los estates) en la típica tasca, joer que bien saben!!!

A partir de ahí comienza la típica procesión por diversos bares y lugares de la noche mallorquina, como viene siendo tradición en esta bendita peña. Tampoco viene al caso ni seguramente interesa a mucha gente dar contado detalle, pero sí puedo deciros que nos mojamos como si estuviéramos nadando en vez de andando. Primera gran estación en la noche fue el bar Cuba, donde hubo alguna mitosis en el grupo, y es que los rockeros no podían esperar más en empezar la ruta de los templos del rock que Chele, una vez más, con los deberes hecho en la faceta de I+D, nos había preparado. Sorpresa, sorpresa, el correcto Juan se mueve mejor en los lugares de salseo y yo me quedo con él para retrasar su camino al cadalso de los himnos heavys de la vida.

Pero al final, el rebaño vuelve a fundirse en uno en la plaza Gomila, que sería lugar de peregrinación ya el resto del viaje. Empezamos con el Fraguel Rock, es que con ese nombre HABÍA QUE IR! Llego y lo primero que me encuentro es una camarera indignadísima con el grupo, especialmente con el Bixo, “me han faltado al respeto!”. La miro a ella, miro al Bixo intentando poner cara de santo...y me pongo a apagar el fuego como puedo. La sangre no llegó al río.

Para deleite de cuatro de los cinco mosqueteros, empiezan a caer temazo tras temazo que cantamos todos con la vena del cuello que parecíamos el negro del whatsapp. Las lenguas y los pies empiezan a resbalar y parece que va tocando corneta. Empezamos a salir los cinco juntos, con Jose Luis y yo escoltando a los otros tres, que tú ya me entiendes. Pero cuando yo voy bajando a Chele por una escalera infinita (error mío, habría que haber cogido los taxis arriba), cuando quiero darme cuenta los otros tres traidores…¡HAN VUELTO AL LOCAL!

El pobre Chele no da crédito. Con la poca capacidad de habla que le queda, me susurra sorprendido “me he ido el primero”. Y así sería. Llegamos los dos al apartamento. Una hora después o así llegan los otros. Al parecer a Jota hubo que sacarlo del taxi a tirones. No se quería acostar. Ojalá no lo hubiera hecho. No podía yo, inocente hasta el ridículo, que me hacía el listo por haber esquivado a “Serrucho Chele”, imaginar que Jota (yo era su compañero de cama) iba a ser, AUN PEOR! Que forma de aserrar, que barbaridad! Yo que ando con algo de jet-lag, ese ruido infernal no me deja pegar ojo.

Al día siguiente, casi todos fuimos pagando la factura del entusiasmo de la noche anterior y los años que ya llevamos en el lomo. El primero fui yo que entre lo contado anteriormente y el desfase horario, ni siquiera hice amago de levantarme al aperitivo y la comida. Cama, cama y cama. Jota se levantó con mucho ánimo pero se marcó un homónimo, y se echó la siesta directamente en la mesa antes de dormir. Vuelve al piso y tiene al menos ahora el detalle de dormir en otro cuarto y dejarme a mí descansar.

Los dos bellos durmientes volvemos a la vida como a las cinco de la tarde, madre mía vaya siesta como el negro que nos mandó Bixo al grupo, ay que risas!!! Después de varias llamadas y alguna vuelta de más por el centro de Palma llegaríamos al que sería la estación de repostaje para todo el fin de semana, la cuadra del maño. Allí los tres primos se habían metido no se que historia de filetones para el cuerpo, Jota y yo tan panchos.

Tal como estamos llegando Jose Luis y Chele van en dirección opuesta. Chele directamente NO VE, madre mía que plan. Ahora es su turno de irse al apartamento a recuperar horas de sueño robadas no a la noche anterior, sino desde los catorce años seguramente. Quien me iba a decir que iba a presenciar la caída de un mito como ese. Porque pasó toda la tarde y algo de noche para que volviera al mundo de los vivos, lo nunca visto.

El resto pasamos la tarde en el citado local con unos finlandeses maduritos enfrente que iban flipando con nuestra historia, que les íbamos contando a trozos, cuando nos cansábamos del inglés, a otra cosa. Y por supuesto, viendo todos los partidos en la tele, uno tras otros, y luego los resúmenes. Ummm...ver fútbol con amigos. Joer hay cosas tan sencillas que no me daba cuenta cómo lo echaba de menos hasta que las he vuelto a disfrutar.

La noche del sábado fue lo opuesto totalmente a la del viernes. De nuevo, las edades ya no perdonaron. Cabezas bajas, muchas cervezas y pocas copas, las carteras ya no tan alegres,...con todo, se sacaron fuerzas de flaqueza para volver a plaza Gomila, esta vez para entrar en un garito llamado TUNNEL, de nuevo recomendación de Chele. Excelencia musical en estado puro, temazos sin piedad. Sin piedad de Jota sobre todo, que parte piñones y es el primero que busca otra vez la cama. No tardamos mucho más los demás en seguir su camino, arrastrando los pies como si vinieramos de la guerra.

Segunda noche...peor todavía para mí, hubiera preferido dormir junto a leñador ruso borracho de vodka después de dos días de juerga. Madre del amor hermoso. Castigo por todos mis pecados, que quedan redimidos y tengo saldo para unos cuantos años.

El domingo, todavía con los desajustes horarios, aparecemos varios por la mañana para ver esa final de tenis de Australia entre Nadal y Federer. Tenis en estado puro que zzzzz….Que falta me hacía coger la cama, que falta!!! Jota vuelve a hacerme compañía, los primos vuelven a salir a comer, al antro del maño otra vez. Empezamos a pasear ya la pancarta y a reunirnos con otros cadistas que ya empiezan a asomar por Palma.

Jota y yo somos capaces al final de saltar de la cama y enfilar directamente para el estadio. En taxi como señores. Que maravilla. Los exteriores de Son Moix son testigos de nuestro reencuentro peñístico, al que también ha llegado Diego, nuestro peñista en la sombra, y su encantadora mujer. Qué ganas de volver a sentir ese gusanillo que sólo te da el fútbol en directo en el estadio.

Pancarta en mano, con sus cuerdas (que optimización de Chele) no sufre los rigores de la tontería que hay esta temporada con este tema y la entramos sin problema. El partido sin embargo es acorde con el triste panorama de falta de energía que llevamos en las espaldas, y apenas tiene momentos emocionantes. Un 0-0 que vale para todos, o eso parece. Sólo hubo una ocasión reseñable, un remate al palo de Garrido que tuve la suerte de capturar aquí para todos vosotros, junto con mi aullido de desesperación. Habrá que esperar a mejor ocasión para celebrar goles y victorias.

De regreso al centro de Palma, de regreso OOOOTRA VEZ a la taberna del maño, donde nos conocen ya. Vamos pidiendo las raciones mientras apuramos la jornada de liga.
Bixo nos dejó, para despedir el viaje, el momento del fin de semana al indicarnos, con toda precisión, a qué hora iba a recogerlo el taxista al día siguiente. A LAS CINCOOOO, oorghhh, me derretí de gusto.

Desparramados ya en el sofá en el apartamento, cual adolescentes en celo, acabamos el fin de semana, de forma simbólica, cambiándonos vídeos y pamplinas por el móvil. El ganador para mí, el negro que busca a Juan, “donde estás Juan, te estoy buscando Juan”, con permiso del negro del día antes con la siesta. Ains que risas.
Con mucho sueño y más pena todavía, toca cogerse el reguero de aviones para volver a vivir el american dream. Pero a la vez contento de saber que tengo amigos que me quieren, y sin poder evitar en soñar con la siguiente.

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CREACIÓN FICHA: 04/03/2017

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 04/03/2017

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