Caso un poco extraño, el de Alejandro en el Cádiz.
Llega en el verano de 2013, tras el estrepitoso fracaso de la campaña anterior. Desde su llegada en julio, se atisba enseguida que será el guardameta titular, y así sería. Agné lo alinearía en todos los partidos.
Sus actuaciones dejaron bastantes críticas, por lo general, en las gradas. Si bien tuvo algún día brillante (como en Carranza frente al Arroyo, parándose un penalti), en muchas más ocasiones dejó momentos de duda (con algunos "run-run" en la grada cuando cogía el balón), abriéndose el debate en la afición de si había o no portero. Se le achacaba sobre todo que apenas salía del área pequeña, y que tampoco terminaba de dar seguridad por arriba.
En enero, los hechos se suceden rápidamente. No le ayudó nada su actuación en Algeciras, a la postre, su último partido como visitante. Y días más tarde, todo se precipita: los administradores dan luz verde a Calambur, que se hace con el control deportivo y mueve los fichajes. Se habla de traer un portero, y se confirma que Sergio Aragoneses vendrá a Cádiz. Sobra uno de los que está. Como Ricky Alonso cubre una de las fichas sub23, la cosa está clara. Alejandro se tiene que ir. De disputar todos los minutos de liga, a ser despedido por bajo rendimiento, literalmente, según la nota emitida por el club. El guardameta, a sólo dos días de que se cierre el mercado invernal, no encuentra nuevo equipo al que sumarse.