Así mismo lo calificó el difunto Ramón Blanco, a la sazón, entrenador cadista, cuando en septiembre, el Cádiz acudía a Getafe para medirse a su primer rival en el torneo del KO, que militaba entonces en Segunda B.
Los amarillos, como siempre, viviendo con lo justo en la máxima categoría, cayeron de forma categórica en su visita al cuadro madrileño por 3-1. El partido, simplemente, fue lamentable.
Quince días después, en Carranza, todavía algunos confiaban que los cadistas podían remontar la eliminatoria, pero nada más lejos de la realidad. Los amarillos lograron un pírrico 1-0, que se quedaba lejos de los tres goles que hubieran hecho falta (entonces no contaban doble los tantos conseguidos a domicilio).
Nunca se sabrá, pero a lo mejor aquella derrota contribuyó al posterior feliz desenlace de la permanencia un año más en Primera (la última vez que ocurrió en toda la historia del club gaditano), con aquella promoción ante el Figueras.