En la campaña 69-70, nadie sabe muy bien cómo, pero lo cierto es que el Cádiz ha vuelto a caer al infierno de la Tercera División, algo que nadie podía pensar pero que es una realidad. Toca levantarse y recuperarse lo antes posible, porque este descenso, si se alarga en el tiempo, puede hacer peligrar muy mucho la viabilidad económica de la entidad.
El Cádiz hizo un torneo impecable en liga, proclamándose campeón de su grupo y venciendo luego en la promoción de ascenso al Racing.
Pero los éxitos no fueron sólo donde importaba, en liga, sino que los amarillos se permitieron también una tremenda alegría en Copa.
En la primera ronda se eliminó al Mérida Industrial, con mucho mérito y sufrimiento, pues en la ida los extremeños se pusieron por delante 0-2, pero los cadistas supieron darle la vuelta al marcador y marchar al Romano con un 3-2 favorable que a la postre sería definitivo.
Tras pasar segunda ronda por estar exento, en la tercera nos toca en suerte el Terrassa, al que barremos en la ida por 4-1, abultado marcador que valió pese a la derrota de la vuelta.
En cuarta ronda ya empezamos a hablar de palabras mayores, pues el bombo nos empareja con el Sporting, entonces líder en Segunda, posición que acabaría consiguiendo en liga. Nuevamente el Carranza es un fortín y los de León Lasa pasan por encima de los asturianos, al que vencen por 3-0. De nada sirvió el solitario gol del brujo Quini en El Molinón, y los gaditanos pasaban a dieciseisavos.
Allí esperaba todo un Athletic de Bilbao. Estamos ya en mayo, la liga se ha terminado y los vizcainos han sido subcampeones en Primera. En sus filas hay gente como Chechu Rojo, Clemente, Iñaki Saez o todo un mito de la portería como Iribar (al que vemos en la foto adjunta con la torre de Preferencia de fondo). Jugadores todos que pudo disfrutar el público de Carranza, que veía por primera vez así en partido oficial a los vascos. No sólo eso, sino que además los suyos obtienen un meritorio empate contra un equipo de infinito más potencial.
La vuelta en San Mamés parece ponerse muy cuesta arriba: los locales se ponían 2-0 en el primer tiempo. Pero un gol de Ortega II faltando más de veinte minutos disparó todas las alarmas en los rojiblancos. Los cadistas merecieron más suerte y forzar un partido de desempate que finalmente no se produjo, pero que no empañó la brillante actuación de los amarillos en el torneo copero.