Algún día tenía que llegar, pero hizo falta mucho para tirar el árbol. Un equipo hecho para subir a Primera, un estadio lleno y un penalti claramente escamoteado a los amarillos fueron los ingredientes necesarios.
El Cádiz buscaba su octava victoria consecutiva en liga, en el no va más, en el campo de todo un Málaga que hace nada jugaba en Primera y que tiene un plantel propio de la máxima categoría y que empezó la campaña como un cohete. Le faltaba uno de sus puntales, Salvi, al que Cervera sustituyó sorprendentemente por Alex Fernández.
El conjunto amarillo una vez más se aplicó a su receta y con toda la seriedad que ha mostrado, y con Cifuentes por enésima vez como último bastión, maniató a su rival pese al potencial del mismo. Merodeaba de vez en cuando el área, y se permitía tener sus ocasiones cuando menos se esperaba.
Una de ellas fue un claro penalti por mano que el árbitro y los liniers se negaron a ver. Que llegue pronto el VAR. En la segunda parte el rival apretó, jugó sus cartas y en una jugada desafortunada de la defensa (un rival no puede darse la vuelta en el área chica y casi pego a la línea de fondo) se adelantó en el marcador. El partido pintaba que lo ganaría el primero que se llevara el gato al agua.
Los amarillos a partir de ahí se echaron arriba, y tuvieron un par de ocasiones, pero una vez más los puntas amarillos daban más pena que gloria, y Vallejo no puede estar siempre para definir.
Queda de todas formas el gusto de haber visto otra vez a la afición en un desplazamiento memorable. La peor noticia, casi peor que la derrota, es la lesión de Sergio Sánchez. Que no sea mucho.
Foto: La Voz