Es un axioma. Se podrá perder el partido, pero este equipo, casi nunca pierde la cara. Eso es lo que le pedimos a este equipo. Que cumpla su promesa. Que no negocie la lucha. Si además de eso, llega el gol que premia ese esfuerzo, en el último suspiro del partido, la alegría y el orgullo son ya totales.
Partido que hemos visto mil veces con Cervera, que no propone demasiado contra un rival que se presentaba como una delantera estelar: Soldado, Morales y Roger, desde luego que el que piense que el Levante es de nuestra liga...
El problema es cuando el contrario, aprovechando esa brutal carga de dinamita, se adelanta en el marcador. Vaya detalle de clase de Morales (aprovechando eso sí, el clamoroso error de Haroyan saliendo en el fuera de juego) para hacer el 0-1 por toda la escuadra.
En la segunda parte, el Levante se dio por contento y desde el pitido inicial se dedicó a perder tiempo. Que ningún equipo se acelera cuando va por delante, pero no se puede perder la deportividad (algo que Cervera cuida mucho con sus jugadores). Lo de Soldado nada más reanudarse el partido...ya es lamentable, y habría más acciones muy feas y antideportivas, fingimiento de agresiones, etc...
Aparte de eso, el cuadro levantino se encerró atrás, y al Cádiz, en esas lides, se le ve sufrir. Lo intentaba con todo, de todas las maneras, pero no es su fuerte, no es su estilo, no es su juego. Cervera empezó a intentar dar movimiento al banquillo, quitando a un agotado Negredo, y moviendo algo las bandas con la entrada de Perea, y poco a poco, el goteo iba horadando en la muralla blaugrana.
Con un Jonsson imperial en la medular, que tuvo que dejar su sitio absolutamente exhausto, y perfectamente acompañado primero, y sustituido luego, por un Alarcón que dejó unas maravillosas sensaciones, el Levante siguió sin inquietar la meta de Ledesma. En honor a la verdad, solo tuvieron una ocasión, pero es que fue para dentro inapelable.
A punto estuvo de irse todo al traste definitivamente cuando Perea, en un error impropio de él, regaló una asistencia de gol a Morales, que solo tenía que encarar y masacrar a Ledesma. El arquero argentino le cerró bien el hueco y el delantero visitante, otras veces tan letal, se cegó y no atinó con el marco. La vida extra expoleaba a un Cádiz y a una afición que no se rendían.
Cervera continuaba con los cambios, aunque nos desconcertaba con algunas de sus decisiones (todavía no hemos entendido lo de Salvi en la punta de ataque), pero conseguía agitar el árbol, que era de lo que se trataba. La entrada de Alvaro Jiménez desmelenó a los cadistas y descompuso a la defensa visitante.
Por su banda precisamente llegaría el gol que algunos aficionados se perdieron, por unas prisas que no podemos comprender, después de tanto tiempo. El caso: en la última jugada de ataque, un centro por la banda derecha de Akapo lo intenta rematar Salvi (pero es que es imposible que llegue) pero el Pacha le gana la posición a su rival, y en dos ocasiones, remata para en la segunda, llevar el balón a la red, y la locura por fin a la grada del Mirandilla, que tan sediento estaba de oírnos celebrar un gol.
Y aquí en Cádiz, pues hay que amar. ¿O no era así?
Enhorabuena equipo, estamos un punto más cerca del objetivo. "Solo" quedan 39. Y van a costar todos tanto o más que éste.
Foto: cadizcf.com