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Vuelve el método Cervera

18 de septiembre de 2021

Ficha en la web:
Celta - Cádiz (2021-2022)

Victoria celebrada como si de un título se tratara. No es para menos. El Cádiz todavía no se había estrenado este año en el casillero de victorias, y todos andábamos de capa caída con las señales que emitía el equipo. Ayer en Balaídos, volvimos a reconocernos en el césped de Balaídos, mientras todos apretábamos los puños y perdíamos años de vida cuando salía el cartel del descuento con un 6.

Cervera confirmaba que esas sensaciones que teníamos todos no eran imaginaciones nuestras, y revolucionó el once inicial, cambiando de un golpe el centro de la defensa entero (poniendo a Chust y Haroyan, pareja de centrales inédita), regreso de Iza al lateral derecho (ponerlo en el medio y tener a Akapo de lateral olía a ataque de entrenador), mantenía a Fali en la media y le daba la alternativa al jovencísimo Bastida, al que le tocó correr como un desquiciado. Arriba, Sobrino, con Negredo esperando en el banquillo, por primera vez en mucho tiempo.

El Celta se presentaba con muchas urgencias también, pero enseguida demostró que tiene muchísima más calidad técnica. Cuatro minutos, y primera jugada de tirabuzón, que permitía el primer disparo celtiña. A partir de ahí, el guión de siempre, con el Cádiz entregando toda la iniciativa al cuadro gallego, y los amarillos, a atrincherarse atrás, y esperar su momento. Y funcionó. Porque el Celta no mordía, no hacía daño, y por fin, ahora sí, el Cádiz encontró el camino del gol sin saberse muy bien como. Falta sacada de forma magistrar por Alarcón, y peinada de crack del Choco, que hacía el 0-1. Felicidad absoluta en la hinchada amarilla.

Sin recuperarse del zarpazo el equipo local, misma receta. El Choco agarra un balón perdido, se va solo hacia el área, y sin opciones, saca un penalti al defensa rival. Lo tira Salvi (inexplicable que lo ejecutar el sanluqueño, alejado de ser un especialista del balón parado) pero ahí estaba, quien si no, el Pacha, atentísimo para ejecutar el rechace. Si alguien personaliza el eslogan de este Cádiz (la lucha no se negocia), es el uruguayo.

Tan pésima fue la primera parte celeste, que su entrenador hizo tres cambios en el descanso, y acertó con los mismos. El campo se inclinó completamente hacia la portería de Ledesma, que ahora sí, tuvo mucho trabajo. Los cadistas aguantaron los primeros arreones, pero en el minuto 64, no acertaron a despejar bien el balón, y finalmente apreció la calidad de los artilleros celtiñas para acortar distancias. Quedaba media hora de partido, y todos apretábamos los dientes, porque iba a tocar sufrir.

Y de hecho, así fue. Los amarillos se parapetaron atrás y se multiplicaron para resistir las embestidas locales. Como siempre, el plan era pillar un balón a la contra cuando menos se lo esperara el rival, pero ni Osmajic primero ni Negredo después, pudieron cazar ninguna. Y tocó estar remando todo el tiempo. Jugó el Cádiz con fuego; hasta dos balones al larguero estrellaron los atacantes gallegos, ya en el descuento, pero esta vez, a diferencia del día del Osasuna, el fútbol quiso ser justo con nosotros, y nos dejó llevarnos los puntos de un campo maldito para nosotros.

Un triunfo de importancia vital para que el Cádiz recupere su pulso, y pueda dedicarse a seguir creciendo en su idea de juego sin la presión de verse abajo. Y ahora, el Barcelona.