Lágrimas de Ledesma. Lágrimas de Sobrino. Y lágrimas de la mitad de la gente que estaba en la grada o en casa escuchando. Y es que ese gol in extremis del delantero de Daimiel cambia por completo las sensaciones, la moral, el ánimo de un equipo y una afición que venían muy golpeados esta temporada, y que hoy, cuando más llovía (literalmente) sacaban la cabeza para irse al parón de la mejor forma posible.
Y es que incluso el propio entrenador rival (en un gesto que le honra, y que desgraciadamente no vemos todo lo a menudo que se debería) reconoció que la victoria local, aunque in extremis, daba justicia a lo que habían hecho los dos equipos. Como en tantos otros partidos, los de Sergio González fueron mejores, llegaron más que su rival, pusieron a resguardo a su portero...pero parecía que otra vez, la falta de mordiente arriba nos condenaba. Hoy no.
Parecía que iba a tocar otro empate. La primera parte desde luego se jugó para ello. Con unas condiciones climáticas adversas, los dos contendientes se estuvieron midiendo, sin terminar de hacerse mucho daño. Los amarillos empezaron contabilizando dos ocasiones (un cabezazo de Iván Alejo a las manos de Asensio, y un remate altísimo del Pacha cuando encaraba solo al portero), mientras que los visitantes, apenas se asomaron, pero cuando lo hicieron, helaron las gradas, tras un pase espectacular de Lo Celso que dejó solo a Dia. Ledesma le achicó perfectamente el espacio.
Recuperados del susto, los gaditanos se pusieron de nuevo manos a la obra. Pero ni el Choco (que dudó que hacer con la pelota, cuando ya se quedaba solo), ni Idrissi que volvió a toparse con Asenjo, ni Negredo al que le faltó una uña para conectar un centro medido, pudieron inaugurar el marcador.
Como lo estaría viendo el técnico del cuadro visitante, que hizo tres cambios al descanso. El Villarreal de Champions salía a escena, con la entrada de los Capoue o Danjuma, a los que luego se unieron Gerard Moreno y Yeremi Pino. Daba miedo solo escuchar los nombres, y muchos empezaron (y empezamos) a dar el 0-0 por bueno, con semejante despliegue de talento en las filas del contricante.
Seguramente los futbolistas pensaron lo mismo en el campo, y durante muchos minutos, el pacto entre caballeros parecía asomarse sobre el césped. Pero viendo que el león no era tan fiero y no mordía, se produjo el arreón final. Primero lo intento Sobrino que tras recorrer medio campo con la pelota controlada, fallaba en el último movimiento, disparando al muñeco, desaprovechando así la autopista que le brindó la defensa rival.
Idrissi volvió a ver como su mísil acababa en los guantes de un inspiradísimo portero, igual que haría después Lucas Pérez. A la salida de un córner, idéntico resultado al cabezazo de Luis Hernández. A fe que el Cádiz se estaba mereciendo el gol, pero no llegaba. Hasta que llegó. Minuto 90, centro de Lucas Pérez, y Sobrino, con la espinillera de la pierna derecha, la mandaba a la red, a la alta, la que cuelga del larguero. Hay días que el fútbol te quita, y otros, que se apiada de ti. Pero a fe que los amarillos lo habían buscado.
Las imágenes a continuación del equipo celebrando con una grada entregada, Ledesma llorando de emoción al recoger sus cosas, Sobrino a duras penas pudiendo hablar en el post-partido...es imposible irse mejor al parón liguero. Queda muchísimo, partidos complicadísimos en estas nueve jornadas restantes, pero qué bien sabe verse después de tanto tiempo, fuera de la quema. A ver si esta aspiración, da para llegar al final con opciones. Y si no, moriremos con estos jugadores. Así sí.
Foto: cadizcf.com