23 de octubre de 2022
Ficha en la web:
Sí, sí, muy hermanados...pero cada vez que el Cádiz va a Vallecas, sale trasquilado. Aunque en esta ocasión, el propio Cádiz se lo buscó solito, perpetrando un partido desastroso, que terminó de hundirse con penaltis y expulsiones. Estas fueron la puntilla, pero ya antes los amarillos aún no habían comparecido frente a su rival, que lo manejó como quiso y que no hizo más sangre porque no tuvo más gasolina. De haber tenido más calidad y acierto, el resultado hubiera sido de los que quedan para mucho tiempo.
Fue el equipo (titular) de Sergio un juguete en manos de un Rayo que le entraba por ambas bandas como quería, y que lanzó corners hasta cansarse. Por enésima vez, Ledesma fue el único que destacó en el cuadro vistiante, absolutamente incapaz de retener el balón más de unos segundos, y con una falta de talento muy alarmante para dar varios pases seguidos, o para generar una jugada de peligro y superioridad. Todo muy previsible, el Rayo lo defendía sin problema. El Cádiz, totalmente incapacitado para realizar cualquier mínima acción de desborde.
La doble parada que hace el meta argentino en el minuto 29 fue un verdadero milagro, que sumado al tercer remate consecutivo (este fuera) de los delanteros rayistas, permitió a los cadistas soñar con, como mal menor, irse al descanso sin encajar (porque marcar, no iban a marcar en la vida). Pero cuando ya se buscaba casi el camino de vestuarios, desplome total. Iza, superado de forma dramática toda la primera parte por nuestro ex Alvaro García, clava los tacos en el extremo sevillano, en la enésima vez que lo superaba. Las limitaciones defensivas del portuense, expuestas en toda su crudeza. Penalti (que convirtió Isi) y expulsión. Adiós partido.
Por si quedaba duda de que estaba el asunto finiquitado, el Cádiz no es capaz de ajustar el boquete que deja la marcha del lateral, y en la siguiente jugada, balón en largo de nuevo al utrerano, que sin piedad y montado en su moto, deja atrás a toda la línea cadista y fusila a Ledesma. En un abrir y cerrar de ojos, la derrota es ya inalterable.
La segunda parte solo dejó, como es obvio, un calvario para jugadores y afición amarilla, que se acentuó todavía más con la expulsión también de Alcaraz. Desquiciado y desbordado, vio dos tarjetas en cinco minutos, las dos evitables. Otro que se iba a los vestuarios. Y como antes, al momento, gol rayista. Como los buenos boxeadores, doble golpe a la mandíbula, y el Cádiz, otra vez a la lona.
De ahí al final, solo la entrada de Mabil permitió que los cadistas vieran una jugada de ataque de su equipo, que acabó en gol, en propia meta, porque nadie de los de Sergio iba a marcar ese día. Por si acaso, el Rayo hizo el quinto, cuando ya la grada era un cachondeo, el peor síntoma posible.
Quedan tres partidos durísimos antes del parón del Mundial, y ni la tabla clasificatoria, y lo que es peor, las sensaciones en el césped, dan para soñar mucho. Solo juega a nosotros que todavía estamos en la jornada 11. A rezar.
Foto: cadizcf.com