Tarde o temprano tenía que llegar. El Cádiz encara su octava campaña consecutiva en Primera, y exceptuando el año en que Espárrago fue entrenador, en todas ellas se han pasado más o menos apuros para mantener la categoría, siendo, como era, el más humilde siempre, de los equipos que configuraban la máxima categoría del balompié español. Por desgracia, esta temporada habría de truncarse la racha de milagrosas permanencias. Lo que muy pocos sabían es lo mucho que habría que esperar para ver de nuevo los colores azul y amarillo en la élite.
A pesar de haber obrado por dos años consecutivos el milagro de la salvación imposible, Manuel Irigoyen decide dar un cambio de timón y no confiar más en Ramón Blanco, para el banquillo, siendo sustituido por Jose Luis Romero. El que fuera segundo entrenador del FC Barcelona llega para intentar que esta vez, el sufrimiento no se prolongue hasta el último lanzamiento de la promoción. Por desgracia esta vez, no tendríamos tan siquiera esa oportunidad.
El Cádiz ha perdido mucho potencial, sobre todo arriba y en la portería. Tubo Fernández y Varvodic están muy lejos de la seguridad y aplomo que aportaban Szendrei y Bermell, una de las mejores ternas de guardametas que tuvo jamás el Cádiz. Por lo que respecta arriba, el Cádiz carece de un delantero goleador que tenga pólvora. Esta vez no hubo ningún Tilico, Dertycia o similar que pudiera aprovechar la línea media del Cádiz, donde estaban sus mejores hombres: Kiko, Quevedo, Barla o Arteaga, por citar algunos. Su calidad estaba por encima de dudas, pero ellos solos no podían hacerlo todo. La defensa cuenta también con valores incuestionables como Carmelo, Stimac y Oliva.
La primera vuelta, una vez más, deja síntomas claros de que las cosas no van bien, y de que el Cádiz va a necesitar apelar a todos sus santos, dioses y supercherías para continuar entre los mejores. Una racha desastrosa de resultados: cuatro derrotas consecutivas y una media de cuatro goles encajados por partido, justo antes de alcanzarse el ecuador de la competición, precipitan la destitución del técnico onubense.
El mandamás cadista decide entonces repetir fórmula, y recurrir a Ramón Blanco para que haga de milagroso salvador una vez más. En esta ocasión, ni siquiera el gallego podrá conseguir la hazaña. Los amarillos sufren lo indecible cada partido, y les cuesta un mundo sacar una victoria adelante. De hecho, para cuando concluye la temporada, la escuadra amarilla sólo ha sumado cuatro victorias, y tan sólo el Burgos registra un peor coeficiente de goles a favor.
Se abría una nueva etapa en la historia del club cadista, una etapa negra y sombría que por entonces estaba lejos de avistarse.
CREACIÓN FICHA: 04/02/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 23/11/2016
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