La temporada 73-74, con Balmanya en el banquillo, dejó para la historia uno de los mejores equipos que jamás disfrutó Cádiz en su historia, y el primer intento serio de que se podía lograr el ascenso a Primera. Fue el despegue definitivo de club, afición y ciudad, que por primera vez en mucho tiempo, tomaron conciencia de que el ascenso no era una quimera. Aquí comienza, seguramente, el camino que había de terminar aquella tarde de junio de 1977 frente al Tarrasa
Si bien es cierto que el Cádiz estuvo muy cerca de ascender a la máxima categoría en aquel desgraciado incidente del Grupo V, no lo es menos que tras aquella desgraciada tarde, el fútbol gaditano entró en una gran depresión y durante muchos años navegó sin rumbo. Hundido muchas temporadas en el abismo de tercera, cambiando incluso de nombre y llegando a temer por su supervivencia en no pocas ocasiones, el sueño de subir a Primera parecía haber tomado el puente Carranza en dirección salida para no volver a cruzarlo nunca más. Sólo en dos de las tres temporadas del inolvidable Jose Luis Riera al frente del banquillo amarillo el cadismo volvió a vislumbrar la posibilidad real de colarse entre los grandes. Nuevamente el tren pasó, y la historia se repitió, cayendo el conjunto cadista otra vez a Tercera División años después.
Sin embargo, la llegada del catalán Domingo Balmanya en el verano de 1972 supuso el primer paso de los que habría que dar la entidad para conseguir por fin, su primer ascenso a la élite del balompié nacional. De capital importancia sería la segunda de las campañas del barcelonés al mando de la nave cadista, la 73-74, en la que los amarillos fueron aspirantes al ascenso hasta la misma última jornada, pese a pelear a clubes de tamaña envergadura como Betis, Sevilla, Salamanca, Hércules, Valladolid, Deportivo o Levante.
Concluido el ejercicio liguero 72-73, en la que el equipo ha realizado un papel sensacional (de haber comenzado algo mejor, podría haber llegado al último tramo de liga con opciones), el mandamás amarillo, Gutiérrez Trueba, lo tiene claro: “hay que hablar de ascenso”. Por supuesto, se confía en el míster catalán para el asalto a Primera, y la afición se muestra muy ilusionada: “este año sí”. No hay más que dar un dato para refrendarlo: el espectacular incremento en el número de socios, que supera los ¡ocho mil abonados!
A finales de julio se presenta la nueva plantilla en Carranza, y la afluencia de público es sorprendente. Y eso que entonces no estaba todavía Fernando Carvallo. Como ya contamos en su momento, el chileno llega de pura casualidad al Cádiz, sin saberse todavía el papel tan importante que éste iba a desempeñar. Junto a Cenitagoya, Bocoya e Ibáñez (entre otros), el sudamericano viene a mejorar, con mucho, una plantilla que a pesar de quedar mermada por bajas tan significativas como las de Migueli, vendría a mejorar aún más a la de temporada anterior.
Alineación clásica de la temporada 73-74 |
Fichajes de la temporada 73-74 |
Llega por fin el mes de septiembre, llega el pistoletazo de salida para la competición. Por si alguien tenía dudas, el preparador cadista, habitualmente mesurado en sus declaraciones, lo deja bien claro: “la pasada temporada dijimos que estábamos en fase preparatoria; ahora hay que dar la cara”.
El jarro de agua fría en la primera jornada saca agoreros de debajo de las piedras. El conjunto gaditano cae derrotado por 3-0 en su visita a Tenerife, pero esto fue sólo un espejismo. El Cádiz pasaría a cuchillo a sus seis próximos rivales, entre los que se encontraban rivales directísimos como Sevilla, Hércules, Levante y Deportivo. Por supuesto, tras esta impresionante racha, los amarillos son líderes absolutos de la clasificación, y ya han dejado claro al resto de equipo que las intenciones de ascender no son un farol. Todo el cadismo, tras estos excelentes resultados, tiene ya solo un objetivo en mente: ser uno de los tres elegidos para la gloria.
Tras doce jornadas, el Cádiz es líder (por delante de equipos como Sevilla, Betis o Rayo): ha ganado todos los puntos que ha disputado en casa, algunos de ellos ante rivales de mucha entidad como el Valladolid, y no sólo eso, su juego es apabullante, y el banquillo no parece tener fin. Si Machicha o Carvallo están sufriendo un pequeño bache, hay otros jugadores para sacar los partidos adelante.
Los elogios son constantes, y las crónicas de los partidos de medios no gaditanos hablan de un Cádiz "con juego de alta escuela y pujanza, que apabulla a sus rivales". El mismo Diego Villalonga, entonces entrenador del Real Madrid, reconocía, tras ver al club amarillo vencer en Carranza al Valladolid que "el Cádiz ha sido arrollador, con una fuerza y técnica increíbles".
Una semana después el Cádiz visita al Betis, segundo en la tabla y gran favorito para ascender, y los amarillos se llevan un valioso empate, y que no fue más por un gol anulado a Baena. El Cádiz despierta mucha ilusión, y se produce un desplazamiento en masa. Tras este partido, el ABC titula en sus páginas: "El año próximo estarán los gaditanos en la Liga de Oro".
Pero no hay que quedarse sólo en los resultados. El cuadro gaditano acumulaba puntos en su casillero a golpe de tiralíneas, con una inolvidable medular formada por Carvallo, Ibáñez y Eloy, que tocaba y tocaba hasta volver locos a los rivales. El gran beneficiado era un pletórico Paco Baena, que se confirmaría a final de campaña como el pichichi de la categoría. El menudo jugador chileno levanta los aplausos de Carranza, ya sea con sus pases imposibles, o con sus golpes francos que si no limpiaban las telarañas de las escuadras, hacían temblar la portería.
Las crónicas deportivas de los rotativos nacionales, a pesar de jugar en Segunda, se hacían eco del fútbol practicado por los amarillos, del que se declaraban abiertamente enamorados.
Con demasiado tiempo por delante aún para llegar a final de liga, el presidente cadista, Gutiérrez Trueba, realiza unas declaraciones demasiado optimistas, de las que seguro se arrepentiría meses después: “El Cádiz tiene ya el 90 por ciento del ascenso y ello debe ser enormemente esperanzador. Estadísticamente, ganando todos los partidos que nos quedan en casa y sumando un punto más fuera, estaremos en Primera”.
Si bien en la copa se hace un papel desastroso (los amarillos caen a las primeras del cambio con el Moscardó, que juega en Tercera), en la liga las cosas no puede ir mejor. Todo apunta, tras el campeonato de invierno, al primer ascenso de los cadistas, tras casi un cuarto de sigo anhelando llegar a la máxima categoría.
Día de la presentación de la temporada 73-74 |
Eloy, uno de los más destacados en toda la campaña |
El conjunto cadista, a pesar de caer ante Sevilla y Hércules en los partidos de vuelta, se mantiene en los puestos de privilegio, hasta llegar al fatídico mes de marzo.
El Cádiz pierde en Coruña y retrocede de nuevo a la tercera plaza, ante el empuje del Salamanca. El Betis parece ya lanzado, y se antoja muy complicado que pueda ceder, por lo que quedan dos plazas por las que luchar. Por detrás, el Cádiz tiene un pequeño colchón de 3 puntos sobre el Hércules.
El 11 de marzo el Cádiz cae con estrépito en Carranza, donde jamás había perdido en toda la temporada, ante el Orense (colista), que fue un lobo con piel de cordero. Lo que parecía un ascenso seguro, empieza a tambalearse. El Hércules se ha colocado a tan solo un punto, por lo que casi hay que comenzar de nuevo el trabajo.
La desgracia se consuma con la derrota de los amarillos en Burgos (nuevo colista tras la pasada jornada), lo que provoca que el Cádiz salga por primera vez en cinco meses de las posiciones de ascenso. En tres partidos contra equipos del fondo de la tabla, el Cádiz no ha sumado ningún punto y ha pasado de rozar el ascenso, a verse fuera de él.
Aún quedan diez partidos, pero la alegría de semanas anteriores se ha disipado, y las sensaciones son muy malas. Los tres siguientes partidos serán de vital importancia, ya que le miden a rivales directos: Salamanca, Nástic y Betis.
Para colmo, la prensa sevillana no desaprovechó la ocasión de intentar desestabilizar a un equipo rival, anunciando un supuesto preacuerdo del preparador gaditano con el Sevilla para entrenar al club hispalense en las campañas venideras. Rumores que fueron atajados de forma inmediata en el Cádiz y el propio Domingo, a quien el tiempo le terminaría dando la razón: “No ha pasado por mi mente, ni me propuso nadie, hasta ahora, entrenar al Sevilla. Ignoro a qué vienen estos globos sonda, porque hace unos días también salió de allí otro sobre Juan Arza. Tengo un compromiso verbal con el Cádiz: si continúo como preparador la próxima temporada, será aquí”.
Como va dicho, el técnico catalán, como el caballero que era, cumplió su palabra, aunque no al cien por cien. Como reflejamos en la biografía del entrenador, éste terminó cediendo a la prerrogativas de uno de sus clubes de origen, tanto jugador como entrenador, el Sant Andreu. El que sea capaz de recriminar esto a Balmanya, que hable ahora o calle para siempre.
Tras las tres derrotas consecutivas, Balmanya deja bien claro la clase que tenía. Se echa a las espaldas toda la presión y las críticas, que son muchas tras haber estado tantos meses casi paladeando ya el ascenso: “Toda la culpa es mía. La afición tiene razón en estar disgustada y en decirlo, pero no debe perder la fe. Desde que jugamos en Linares estamos en un bache, pero contra Sabadell y Tenerife y creí que habíamos ya salido de él”.
Por su parte el presidente continúa con su discurso ganador: “estoy convencido del ascenso. Sigo confiando en la calidad de nuestros jugadores y técnicos”.
Parece que las palabras de técnico y presidente son balsámicas. El Cádiz recibe al Salamanca, segundo en la tabla, en una buena oportunidad de recortar distancias, pero sólo consigue el empate. Al menos, rompe así la pésima racha de tres derrotas. Posteriormente se recupera ese positivo perdido en Tarragona, en un duro partido donde los amarillos supieron aguantar el chaparrón.
Y ante el Betis, reverdecen todas las aspiraciones, tras hacer hincar la rodilla al líder sevillano. Por desgracia el Hércules no pierde comba, pero los de Balmanya han conseguido ponerse a dos puntos de los tres equipos que lideran la clasificación: Betis, Salamanca (que también perdió) y alicantinos.
Sin embargo, fue solo un espejismo. El equipo que arrollaba a sus rivales en la primera vuelta, sigue jugando bien, pero ha perdido frescura, ya no llega igual a los partidos. Tras la heroica victoria frente a los heliopolitanos, los cadistas vuelven a caer en el campo del modesto Sant Andreu. Las señales que emiten los de Balmanya no son las de un equipo que ascienda, si bien los réditos obtenidos en la primera mitad de competición son suficientes para mantener la ilusión y posibilidades intactas, para el último tramo de competición. Por fortuna, así lo hacen también los del Hércules, por lo que la distancia se mantiene.
Una semana después ocurre lo mismo. El Cádiz gana y el Hércules también, pero el Salamanca pierde. Así que salmantinos y levantinos quedan a dos puntos. El Cádiz no consigue reducir distancias, y las jornadas se van acabando.
En la jornada 34 el Cádiz visita al Rayo, que necesita los puntos como el comer para evitar el descenso, y los de Balmanya caen derrotados. Inexplicablemente, el Cádiz parece estar dejándose el ascenso ante los equipos de la parte baja de la tabla. Quedan sólo cuatro jornadas, y la distancia con el tercero sigue siendo de dos puntos, pero el Cádiz cede la cuarta plaza en favor del Tenerife, que entra en la puja.
Una semana después el Cádiz golea al Barakaldo, pero la clasificación no sufre modificación alguna. Salamanca, Hércules y Tenerife también ganan sus partidos.
El Cádiz se niega a resignarse, y gana un complicado partido en Córdoba, lo que le sirve para recortar en un punto la distancia a Salamanca y Hércules, que empatan sus respectivos encuentros. El Tenerife también sigue a lo suyo, y suma otra victoria, por lo que la clasificación, a falta de dos jornadas, se aprieta muchísimo.
En el último partido en Carranza, los gaditanos golean al Osasuna por 3-1. Esto deja para la última jornada la lucha por el tercer puesto contra el Hércules, que también ganó. La derrota del Tenerife le apea de la pelea. Betis y Salamanca ya están en Primera.
Así pues, se llega con opciones de ascenso a la última jornada, pero teniendo que depender de terceros: el Cádiz debe ganar en Valladolid y esperar una ayuda desde El Sadar, donde juega el Hércules.
Pero no pudo ser. El Cádiz cayó en Valladolid, mientras que el Hércules ganaba en Pamplona. El sueño del ascenso, que parecía imposible que se escapara en el ecuador de la competición, se esfuma con crudeza. El propio Domenec Balmanya hace balance tras la decepción, y explica la clave: “se ha perdido el ascenso ante los equipos inferiores”. El precio a pagar por las inesperadas derrotas frente a conjuntos como Orense, Burgos, Rayo o Sant Andreu fue elevadísimo. Continuaba el entrenador expresando que “el equipo ha logrado un sello que nunca tuvo. No mencioné la palabra ascenso, es gafe, sino, que le pregunten al Sevilla”.
Concluía así la temporada 73-74, que pasaría para siempre a la historia del cadismo por el fútbol de alta escuela que presenció Carranza, y en la que “sólo” faltó la guinda del ascenso. No obstante, la decepción no sería en vano. Lo hecho por Balmanya y sus hombres aquel año, sería la base para que los que entonces eran niños, se deleitaran una década después con el mejor Cádiz de la historia.
CREACIÓN FICHA: 20/09/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 20/09/2009
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