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024. Vascos y el Cádiz, buena mezcla

Después de este último ascenso a Segunda tras dejar en la cuneta al Real Unión de Irún, está claro que al Cádiz la trae suerte jugar este tipo de eliminatorias frente a equipos vascos: hasta cuatro promociones similares contamos con equipos euskaras en las que el Cádiz siempre salió airoso, lo que le valió, bien para mantenerse en Segunda, o para llegar a la misma categoría. Hagamos un repaso por dichos enfrentamientos
 
La propia palabra lo dice: EusCadiz. Casualidad o no, lo cierto es que los amarillos han conseguido asegurarse plaza en Segunda División hasta en cuatro ocasiones tras hacer hincar la rodilla a equipos vascongados. Algunas de esas promociones salvaron al equipo de caer en la ruina económica y quién sabe si en su desaparición, y otros fueron el primer paso para dar el salto a Primera. Hay otro denominador común: la relación entre aficionados de ambos equipos fue siempre excelente, demostrándose una vez más que el fútbol el excelente comportamiento y la singular forma de vivir este deporte que se tiene en ambos extremos del país.
 

1964-1965 : CÁDIZ – EIBAR

Tras un meritorio séptimo puesto en la clasificación, Márquez Veiga confirma un año más al sevillano Pepe Valera como técnico cadista. Una vez más, las ilusiones están puestas en luchar por el ascenso a Primera. Pero desde el principio las cosas no van bien. Ni siquiera la irrupción del canterano Juanito Mariana, que ya entonces prometía dar muchas tardes de gloria al estadio Carranza, pudo evitar que el Cádiz se viera abocado a tener que defender su plaza frente a uno de los subcampeones de Tercera.

A esta promoción caen los terceros y cuartos por la cola de los dos grupos de Segunda División, en este caso: Europa, Badalona, Constancia y Cádiz. Por su parte, de tercera, suben los cuatro ganadores de la fase de campeones, disputada por primero y segundo clasificado de cada grupo de Tercera. A su vez, los terceros y cuartos, se enfrentan también entre sí, para obtener cuatro equipos que enfrentar a los mencionados de Segunda División.

Tras todas estas eliminatorias, los conjuntos de Tercera que deberán eliminar a un Segunda son Tarragona, Cartagena, Béjar (que ha dejado en la cuneta a la Bal. Linense) y Eibar, que ha conseguido derrotar al Huesca, tras un claro tanteo de 7-1 en el global. Los vascos, se emparejan con el conjunto gaditano, teniendo que jugarse la ida en Guipuzcoa y la vuelta en Carranza.

El conjunto vasco ha jugado las dos últimas semanas, mientras que el Cádiz ha tenido que esperar la resolución de estas eliminatorias para volver a la competición. Un arma de doble filo: ¿habrá sido mejor descansar durante dos semanas, o llegará el conjunto eibarrés más enchufado?

Lo cierto es que Pepe Valera y los suyos llegan para disputar el encuentro en Ipurúa, que aparece totalmente embarrado. Márquez Veiga, presidente entonces, cuenta que “al llegar, vimos tan mal el campo que realmente pensamos que el choque se tendría que aplazar. El árbitro, aunque la pelota no rodaba nada, dio orden de comenzar el partido. Luego me enteré por amigos que tenía por allí, que llevaba dos semanas sin llover por esa zona”. De hecho, un tal Gárate, que jugaba entonces en el conjunto blaugrana, marcó todo un golazo al cabecear en plancha, deslizándose por el barro a lo largo de unos cuantos metros. El Eibar jugaba sus cartas, y le salió bien. Los hombres entrenados por Corral se llevaban a Carranza un 2-0 que apretaba mucho la eliminatoria.

Una semana después, en el otro extremo de la geografía española, ambos contendientes vuelven a verse las caras. Es la primera vez que el cuadro guipuzcoano visita el nuevo estadio cadista, inaugurado hace exactamente diez años. En palabras del Diario de Cádiz, se produce “el mayor lleno en Carranza, posiblemente, desde que el Cádiz juega en este estadio”. La afición se vuelca con su equipo (al que no quiere ver de nuevo en Tercera), con numerosas pancartas y grandes vítores.

Los de Valera realizan un gran encuentro, y consiguen igualar el resultado de la ida, si bien hubo de esperarse al segundo tiempo para celebrar los tantos de Ramón y Juanito Mariana (de penalti que él mismo provocó). El propio Ramón vio cómo le anulaban un gol más que dudoso, y el Cádiz mereció sin duda un resultado más abultado, pero lo cierto es que se llegó al minuto 90 con el marcador reflejando exactamente el mismo tanteo que hacía siete días, lo que obligaba a disputar un encuentro de desempate. Éste se jugaría el martes siguiente en Madrid, en el campo de Metropolitano.

 
Llona es abrazado por sus compañeros tras marcar

 

Cinco mil espectadores pueblan las gradas del mítico estadio madrileño, la mayoría de los cuales jalean al Cádiz. Fiel a su estilo, que se perpetuaría durante años, los amarillos hicieron sufrir de lo lindo a sus aficionados, que se apelotonaban frente a los transistores. En el primer cuarto de hora, Gárate vuelve a “mojar”, y adelanta a los vascos. El encuentro está igualado, el dominio es alterno. El Cádiz tiene sus ocasiones, pero no consigue igualar la contienda. Cuando todo apuntaba al 1-0 para el descanso, Llona remata una excelente jugada de Haro por la derecha, y vuelve a dejar la eliminatoria en tablas.

En el segundo tiempo, el fuerte calor y la mayor calidad del bando amarillo ponen, esta vez sí, los puntos sobre las íes, y los Valera pasan por encima del Eibar. Poco a poco van cayendo los goles. Juanito, Haro y Ramón van aumentando la cuenta, hasta firmar el 4-1 definitivo.

La afición respiraba, ahora sí, tranquila, y celebra la permanencia como si de un título se tratase. Nadie quería que en el décimo aniversario del último ascenso a Segunda y de la inauguración del Carranza.
 

1971-1972 : CÁDIZ – SESTAO

Hace muy poquito que el Cádiz ha regresado a Segunda, tras “un añito en el infierno” de Tercera. El año anterior los amarillos pasaron con menos apuros, pero en la temporada 71-72, el equipo sigue en plena reconstrucción, y los líos en el banquillo amarillo (con expediente incluido a Daucik cuando éste apenas ha desembarcado en la nave gaditana sustituyendo a García Andoain) terminan por relegar al equipo a los puestos de promoción.

En esta ocasión, el sorteo se dirime de la siguiente manera: cuatro subcampeones de Tercera se medirán a los cuatro clasificados entre los puestos 13 y 17. Así pues, acompañan al Cádiz: Racing Santander, Hércules y Mestalla, mientras que los aspirantes serán: Sestao, Salamanca, Cartagena y Tarrasa. Los enfrentamientos, salidos del sorteo realizado en la Federación el día 2 de junio, quedan en el orden en que se han listado los equipos.

El partido de ida se jugará en Las Llanas, que presenta un aspecto excelente, aunque como recuerda Paco Baena: “el campo estaba embarrado. Entonces, fueras en la época del año en que fueras al norte, los terrenos de juego eran siempre un barrizal”. La afición ha acudido en masa, esperanzada en ver a su equipo de nuevo en Segunda.

 
Otiñano marca el 1-0 en el partido de vuelta

 

Sin embargo, enseguida empiezan a torcerse las cosas para los locales. A los 14 minutos Lara aprovecha un fallo garrafal del portero. Empatan los sestaotarras sólo seis minutos después, pero de nuevo emergió un Cádiz muy superior, que gracias a un penalti provocado y transformado por Machicha.

El Sestao se lanza a la ataque, y surge ahí la figura de Superpaco, que hace un encuentro sensacional. El isleño emerge como una torre frente a los fortísimos delanteros vascos. La presión en el campo es total. “El campo era muy del norte, y había pisos casi encima del estadio. Incluso desde los balcones podías oír a la gente diciéndonos de todo, era increíble” recuerda de nuevo Baena.


Migueli pelea un balón al portero del Sestao

En la segunda parte, los de Naya saben controlar mejor el partido, y a punto están de sentenciar la eliminatoria al contragolpe, aunque finalmente, el resultado quedaría en 1-2, y la sensación, en toda la expedición cadista, de que el trámite está cumplido. Pero todavía quedaba un partido de alto voltaje en Cádiz.

Un partido que debía haber confirmado la permanencia de forma sosegada, terminó convirtiéndose en un infierno para los gaditanos. Las cosas no empezaban bien y es que el coliseo gaditano no registró el lleno esperado: inexplicablemente, la directiva cadista fijó el encuentro a la misma hora que la final del Europeo de naciones (televisado) y que el San Fernando – Cacereño (también decisivo para los isleños), lo cual sin duda, restó afluencia de público.

De todas los duelos aquí reseñados, este fue sin duda el que maś puso a prueba el corazón del respetable. Y es que tras adelantarse por con un 2-0 que parecía ya finiquitar la contienda (Otiñano y de nuevo Machicha anotaron los goles), pero el cuadro entrenado por Maguregui sacó fuerzas de flaqueza, y aprovechando el exceso de confianza de los locales, acortó distancias justo antes del descanso.


La ventaja parece suficiente, pero se rumia en el ambiente que va a ser un segundo tiempo muy largo. Herrero está a punto de hacer el 3-1 que llevará la tranquilidad a las gradas, pero su disparo pega en el palo. De ahí se pasa el empate del Sestao, que materializa Baños en el minuto 58. Queda un mundo por delante, y el Cádiz no da sensaciones de ser capaz de manejar su ya pírrica ventaja. Por
fortuna, por aquel entonces los goles fuera de casa no valen doble en caso de empate, así que de marcar los visitantes, habría que ir a un partido de desempate en campo neutral.
El conjunto de Naya parece querer darle vida al Sestao, que se encuentra casi de regalo con el empate. Los locales no son capaces de poner la puntilla, cuando han tenido a su rival de rodillas pidiendo el tiro de gracia. La entrada de un jovencísimo Migueli, junto a otra futura figura como Andrés, apuntalan la defensa, y ellos dos solitos se bastan para abortar los tímidos intentos de un Sestao que pese a jugar contra un equipo atenazado y venido a menos, con su público cada vez más enfadado, no es capaz de buscarle las cosquillas.

El tiempo fue trascurriendo y el marcador ya no se movería. La hinchada, tras respirar profundamente tras el silbido final, despidió a su equipo con una sonora pitada y lanzamiento de almohadillas, mostrando su descontento con la temporada en general, y con aquel partido en particular, entendiendo que su equipo debía aspirar a mucho más que a aquella permanencia conseguida por los pelos, y que estuvo a punto de irse al traste por la desidia de algunos.

Fue, sin lugar a dudas, la salvación más amarga de cuántas recordamos en este episodio cadista.

 

1975-1976 : CÁDIZ - BARAKALDO

Inexplicablemente, este Cádiz de la temporada 75-76 se fue hundiendo poco a poco en la clasificación hasta verse inmerso en una promoción por la supervivencia en Segunda, cuando tenía un verdadero equipazo que debía haber ascendido a Primera. De hecho, los Villalba, Carvallo, Ibáñez, Bocoya o Puig, por citar algunos, sólo un año después, nos dieron por fin el tan ansiado acceso al elitista grupo de equipos que han jugado en Primera.

Pero en esta campaña, que tanto nos recuerda a otras no tan lejanas, las cosas se torcieron desde el principio, y el carrusel de entrenadores no hacía sino empeorar las cosas. Los jugadores no reaccionan, y el mal comienzo de liga pesa como una losa.

Los amarillos llegan a la penúltima jornada metidos en dificultades, pero tienen ante sí una ocasión de oro para acabar con el sufrimiento. Visita Carranza el cuadro del Terrasa, prácticamente desahuciado. Una victoria local podría sentenciar la permanencia matemática (sin tener que pasar por la promoción) a costa del conjunto egarense, que se iría a Tercera. La afición espera poder suspirar aliviada tras un año lleno de sinsabores, pero el Cádiz hace el más difícil todavía, y se deja robar la cartera. Y eso que el respetable se las prometía felices al ver marcar a Urruchurtu a la salida de un córner a los seis minutos. Pero los catalanes remontan el partido, y a falta de cinco minutos para el final, hacen el 1-2. Qué diferente sería este mismo partido apenas un año y una semana después.

Al Cádiz le toca ahora ir a Tarragona, para visitar a un Nástic (entonces Gimnástico) ya descendido. La rumorología sobre una posible ayuda entre equipos catalanes se dispara. Sin embargo, Bolea es profeta en su tierra, y consigue algo en lo que desencantada afición ya no creía: los andaluces vencen a domicilio gracias a un solitario gol de Quetglás (que aprovechó un “regalo” del portero, que no atajó un balón fácil), y eluden el descenso directo. Pero para seguir otro año en Segunda, habrá que pasar por la promoción. ¡Toca sufrir de nuevo!

En un sistema posiblemente más justo que el actual (al menos para los campeones), los cuatro campeones de Tercera ascienden directamente (Pontevedra, Getafe, Levante y Jaén), y quedan cuatro subcampeones que tienen que vérselas con los cuatro equipos que promocionan de Segunda. El rival del Cádiz en la lucha por la permanencia tendrá que salir de entre Huesca, Almería, Logroñés y Barakaldo. Como es sabido, son estos últimos, los que nos depara en suerte el sorteo, que además establece que la ida será en Carranza.

El presidente cadista, para esta eliminatoria, pone al frente de la misma a Luis Escarti (actual consejero del club), que para más inri, es natural de la ciudad vizcaína. Casi sin tiempo para asimilar el sorteo (que se celebró el día antes del partido de ida), los vascos se plantan en Cádiz dispuestos a ponerlo patas arribas. Si bien el sistema de ascensos y descensos hacía que se enfrentaran equipos de diferentes categorías, los que vienen de Tercera cuentan con la ventaja de llevar una línea ascendente, todo lo contrario que los de Segunda. Para algunos equipos, como el Cádiz, aquella promoción es casi un insulto a sus aficionados, y el ambiente no es bueno.

Sin embargo, aquella tarde se llena Carranza de un público correoso y entusiasta, que anima desde el primer minuto. Buen presagio, de lo que terminaría ocurriendo. Los locales golean por 3-0 a su rival. El equipo parece otro, y en nada se parece al que ha abocado a esta situación al equipo. Los tantos de Carvallo, Ibáñez y Quetglás hacen que todos den ya la permanencia por segura, un error que a punto estuvo de costar muy caro. Y es que el Barakaldo no había dicho su última palabra.

 
Una alineación de la temporada 75-76

 

En Laselarre, típico campo del norte, los jugadores sienten el aliento de los aficionados en sus cogotes, y éstos no paran de animar a los suyos y presionar al contrario. El partido es una auténtica locura, no apto para corazones débiles. Los vascos se adelantan en el minuto 37, y el campo se cae. Por suerte, al poco, Villalba enfría el ambiente tras conseguir el 1-1. Entonces, los goles fuera de casa no valen doble en caso de empate, así que los vizcaínos siguen necesitando tres tantos para seguir vivos.

En el minuto 53, Carvallo está a punto de marcar pero su disparo es rechazado por Aizpuru, lo que sirve para montar un contragolpe que acaba con el 2-1, materializado por Uriona. A partir de aquí, los peores minutos para los amarillos. El balón, sin ninguna contemplación ya, va una y otra vez al área gaditana, donde un jovencísimo (y carente de ese gran bigote) Bocoya empieza a enseñarnos la casta de la que estaba hecho. El ceutí se hace inmenso en cada salto, en cada salida. A los amarillos no les llega la camisa al cuello. Como el propio Luis Escarti declara en Diario de Cádiz: “me puse a rezar”.

Por fin, en el minuto 76, la tranquilidad. Falta al borde del área, y como hiciera en el partido de ida, y tantísimas otras veces, el astro chileno del Cádiz la clava por la escuadra. La alegría se desborda en el banquillo visitante, mientras que la hinchada local, hasta ahora inasequible al desaliento, no tiene más remedio que asumir que esta vez sí, colorín colorado. El nuevo gol de Uriona, a falta de ocho minutos, fue sólo un espejismo, y ahora sí, el tiempo pasó más deprisa, hasta consumar la permanencia un año más. Permanencia que valía su peso en oro, ya que abría las puertas del futuro ascenso en la temporada venidera.

Vicente Alonso, recién llegado a la presidencia cadista, tuvo suficiente con tanto sufrimiento, y tras una única campaña al cargo de la entidad, convocaba de nuevo elecciones, posiblemente sin imaginarse que, poco después, los cimientos que él había puesto terminarían convirtiéndose en un sólido ascenso a la máxima categoría.

 

2008-2009 : CÁDIZ – REAL UNIÓN IRÚN

El Cádiz, tras múltiples líos en la presidencia, y una planificación deportiva lamentable, va poco a poco quedándose más lejos del objetivo de ascender, y para cuándo la afición quiere darse cuenta, el descenso está a un paso. Julián Rubio es el cuarto entrenador que pasa por el banquillo de Carranza, y que termina certificando la crónica de una muerte anunciada. El penalti de Paz, en años anteriores lanzadera para ascensos, se convierte esta vez sí en punto fatídico. Ni el guionista más retorcido podría haberlo imaginado peor: pena máxima en el último minuto, que da en el poste, en la espalda del portero, y sale fuera. El Cádiz regresa a los infiernos de Segunda B.

La afición es un clamor. Se ha terminado un ciclo, y comienza otro, en el que se han terminado las palmadas en la espalda y los aplausos: habrá que ganarse de nuevo el respeto de la hinchada. La directiva hace limpia total de cuerpo técnico y plantilla, en la que apenas repiten unos pocos jugadores. La exigencia es clara: hay que volver a Segunda, y hay que hacerlo rápido.

La fuerte inversión en fichajes pronto da sus frutos, y el Cádiz se muestra muy superior a sus rivales. En aguas más o menos tranquilas, va quemando jornadas, hasta proclamarse campeón de su grupo.

 

 

Por fortuna, este año, las normas han cambiado. Atrás queda esa liguilla fraticida, en la que poco importaba haber sido primero o cuarto: había que empezar el trabajo de nuevo. En esta campaña, los campeones tienen premio: jugarán una primera eliminatoria de la que, en caso de salir vencedor, saldrán con un billete a Segunda. Si no, a la repesca con el resto de equipos. Así pues, tras concluir la temporada regular, el conjunto de Javi Gracia tiene tres posibles rivales, líderes de los otros tres grupos de Segunda B: Real Unión de Irún, Cartagena y Alcoyano.

La afición parece tener claro que quieren a cualquiera menos a los vascos. Éstos han sido, junto con el Cádiz, el líder más sólido de la competición, clasificado con mucha antelación para este play-off. Esa temporada además tuvieron el honor de eliminar al Real Madrid en la Copa del Rey. Llega el día del sorteo, y el presidente cadista, en la sede de la RFEF de Madrid, hace de mano no tan inocente: empareja a los dos mejores equipos de la categoría de bronce entre sí. Para colmo, la ida será en Carranza. De todas las posibles combinaciones, esta parece la peor que podía caer en suerte a los amarillos.

El Irún lleva más semanas que el Cádiz con el liderato asegurado matemáticamente: ¿les beneficiará llevar más tiempo sin competir, o se volverá en su contra? Lo que está claro, es que va a ser un duelo a cara de perro.

Como hemos dicho, la ida se disputa en Carranza. Los locales se adelantan tras una sensacional jugada de estrategia que finaliza, como no, el pájaro Toedtli. El marcador ya no se movería más en todo el partido. La fiera que era el Real Unión, en Carranza queda totalmente desdibujada. Los irundarras apenas crearon peligro a Kiko Casilla. La sensación que queda en la grada es la de que el equipo guipuzcoano se ha escapado vivo de Carranza, ya que acabaron el partido con nueve hombres, y durante casi toda la segunda parte ya estuvieron en inferioridad numérica. El 1-0 se antoja demasiado corto para los méritos de uno y otro equipo, y para lo que podía haber sido, es un resultado no tan malo para los de Iñaki Alonso.

Siete días después, en Irún, se ven de nuevo las caras los dos contendientes para el asalto final. Como ya hemos contado en otras promociones, los locales, a pesar de la clara amenaza de lluvia, riegan el campo hasta segundos antes de darse el “kick-off”. Saltan chispas entre las directivas de ambos conjuntos, y es que Muñoz y los suyos entienden que el trato a sus aficionados, prácticamente enjaulados y con un inmenso altavoz atronando directamente sus oídos, no ha sido el adecuado.

 

 

Comenzado el partido, el guión no cambia mucho con respecto al de Carranza. Los hombres de Gracia son técnicamente muy superiores, y controlan más y mejor el balón. El cuadro irunés, como ya hiciera en Carranza, practica un juego brusco y muy directo, y no muestra muchos argumentos ofensivos. La tensión es muy alta, pero más por lo que hay en juego que por el partido en sí, que apenas sí tiene algún destello. De hecho, el que más lo intenta es el Cádiz, gracias a las internadas por banda izquierda de Cifuentes y el onubense López Silva.

El avance del reloj es inexorable, y ni el granizo caído ni los grandes charcos formados, en los que el cuero se quedaba totalmente frenado, y que, por tanto, impedían cualquier mínimo intento de jugar la pelota, parecían obstáculos suficientes para interponerse entre el Cádiz y el ascenso.
Se llega por fin al minuto final, y la afición cadista estalla de júbilo. El fútbol y el Cádiz les han devuelto lo que hacía sólo un año, le habían arrebatado de forma cruel y barriobajera.

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CREACIÓN FICHA: 20/09/2009

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 20/09/2009

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