9.30 de la mañana de un domingo. Me toca irme a Albacete con Sergio y Chele, ahí es na. Todavía me tengo que volver a la cama. Primera llamada a Chele, cinco tonos y contestador. Llamada a Sergio: lo coge tras dos tonos, que se va para la ducha. ¡Madre mía! ¡Qué sorpresón! Puede que todavía salvemos el día. Segunda llamada a Chele, mismo resultado. Bueno, confiemos en que, una vez más, Maite se vista de santa y obre el milagro de sacar a Chele de la cama (imaginamos que para el proceso inverso, lo tendrá más fácil normalmente).

Llego a casa de Chele, y no puedo creer lo que ven mis ojos: Sergio está llegando con su coche, y llamo a Chele, que coge el teléfono y dice que ya baja. ¡Puede que estemos ante el nacimiento de un gran día! Aunque la expedición sufre una baja: por una vez, Chele y Maite se cambian los papeles y ésta se queda en casita durmiendo la mona. ¡Bien por ella!

Sólo hombres…¡Qué bien! Vamos a poder hablar de tetas todo el camino. Iluso de mí…no es que no fuéramos a hablar de tetas, es que no íbamos a hablar ¡de nada! Algo debí sospechar cuando Chele y Sergio se pelean por ponerse atrás…

Tras cincuenta kilómetros (y a pesar de llevar la radio sonando con tralla del estilo de Death, Carcass, Testament y demás, tras un breve amago de “Still loving you”) y cuando Sergio se echa el respaldo del asiento hacia atrás, ya sí se me pone la mosca detrás de la oreja….malditos.

Ya estamos llegando a Albacete y toca preguntarle al navegador donde está el hotel del Cádiz. Muy facilito, en un “políngano” a la entrada de la Nueva York de la Mancha. Allí coincidimos con todos los periodistas que siguen al Cádiz, y con la plantilla, que pasea por allí tras haber almorzado.

Nos vamos pal centro. Pa la calle Tejares, como no puede ser de otra manera. Repetimos el mismo bar que hace dos años, y para nuestra sorpresa, nos cruzamos allí con varios cadistas. Y que luego allá por ahí equipos que discutan la categoría de esta afición…hay gente que se ha levantado a las cuatro de la mañana pa irse hasta Albacete…con dos huevos!

En uno de los bares nuestra expedición casi se duplica (teniendo en cuenta que éramos tres…) con las tan inesperadas como bien halladas incorporaciones de Susana y Jose, otros felices recién casados con los que ya tuvimos la suerte de coincidir alguna vez en el Black & Orange. Sergio empieza a ponerse malo con tanto casado a su alrededor: “pues tú fuiste el primero, así que punto en boca!”

Debe ser que la falta de mujeres en el desplazamiento levanta extraña pasiones, porque no es normal: a las cuatro tenemos que estar en el estadio para hacer “unas gesiones”, y Chele y Sergio me siguen casi sin rechistar, mostrándose hasta de acuerdo, me siento como un encantador de serpientes! Vamos puntuales a todas partes!

Hechas las gestiones, toca entrar en el campo, no sin antes hacer la foto de familia a las puertas del campo. Nótese cómo en la misma, hay dos grupos, y cada cual está a lo suyo. Los amigos de la peña Bolaños tienen la amabilidad de posar con nosotros. Casi llegamos al pitido inicial, que hubiera sido ya la leche!!

En el partido, mucha animación en la primera parte, que cae bastante en la segunda (pese a los intentos de un apasionado aficionado que intenta mantener el nivel). Insultos por parte de algunos cadistas a jugadores locales encienden los ánimos, y rompen la cordialidad que suele haber en todos los partidos entre nuestra afición y la anfitriona. Aunque la cosa no pasa a mayores. El Cádiz soporta el chaparrón inicial del Alba, marca su golito y poco a poco va desquiciando al contrario, que salvo alguna jugada aislada, apenas llega. Nosotros, en la grada, nos hacemos vuelta y vuelta. El sol se va justo cuando llega el pitido final. Madre mía, que forma de sudar (además del dantesco espectáculo que dieron muchos al estar todo el partido sin camiseta, madre mía, que cuerpos danone, sí, danone de chocolate de dos litros será…)

Como no se han portado del todo mal (y dicho sea de paso, yo tengo más hambre que yo que se, que por la mañana no me han dao de na), no nos volvemos del tirón, sino que hacemos otra parada técnica en la calle Tejares. Peaso camarera, ¿qué no? Ains como le quedan los vaqueros.

Ahora ya sí, toca volverse para casa, y esta vez sí, toca una conversación de machos en el coche, como está mandao. Hacemos una parada en La Roda para echar gasolina y para que Chele compre los puñeteros Miguelitos y….

(en este hueco poned lo que queráis, pensad en vuestras cosas, como hice yo durante 200 kms)

Manolain