Manolo Botubot nos remite esta divertida anécdota en la que nos muestra la inocencia de un joven futbolista que gracias al deporte, veía que podía darle una vida mejor a los suyos y a sí mismo.
Corría la temporada 76-77, la primera y única de Botubot en el primer equipo cadista, ya que enseguida los clubes más importantes de España se pelearían por hacerse con sus servicios, siendo el
Valencia finalmente, el que se llevaría el gato al agua.
Manolo nos cuenta que "mis padres no tenían recursos económicos, y salimos adelante como pudimos. No nos podíamos permitir salir fuera a comer, y en casa, si bien no faltaba de nada, tampoco nos podíamos permitir ningún lujo". Pero estando en un equipo de fútbol profesional, que aspiraba (y ese año conseguiría por fin) a ascender a Primera División, las cosas cambiaron. De repente, Manolo pudo por fin disfrutar de una economía más holgada, lo que le abría a un mundo totalmente desconocido hasta entonces por él.
En cierta ocasión, el equipo cadista dio una mariscada a todos los futbolistas y miembros del cuerpo técnico. Manolo continúa su relato. "yo estaba acostumbrado a casi pasar necesidad, y cuando venían comidas así, yo no dejaba nada en el plato. Me comía hasta los restos. Aquel día nos pusieron mariscos, y por poco no me comí las gambas enteras, sin pelar ni nada. Cuando acabamos con las gambas, nos trajeron a todos un cuenco con detergente de diferentes colores. Entonces no había las toallitas que hay ahora, y eso era lo que se ponía para quitarse el olor a marisco de las manos. Pero yo no sabía nada de eso."
Botubot ya se le hacía la boca agua viendo que nadie se bebía lo que acababan de servir: "allí nadie echaba mano a lo que yo creía que era sorbete, y ya estaba haciendo cálculo de todos los que me iba a beber porque nadie parecía quererlo".
Menos mal que andaba por allí su compañero
Jose Catalán (Botubot recuerda con mucho cariño al central, con el que compartió habitación y que fue un gran apoyo, además de guía y maestro en su año en el primer equipo amarillo): "cuando vio que iba a beberme el detergente, se echó a reír diciéndome: pero Manolo hombre, pro dios, que eso no se bebe".
Afortunadamente, Botubot no ingirió el detergente, lo que le permitió mantenerse sano y seguir construyendo junto al resto de sus compañeros, el primer ascenso del Cádiz y una gran carrera profesional en uno de los equipos punteros de España y de Europa.