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Hugo Vaca

Hugo Vaca no sólo fue un excelente jugador, polivalente (empezó su carrera jugando de pivote, luego de ocho, y terminó en el Cádiz siendo uno de los mejores libres-centrales que se recuerdan) y que en cada partido daba el 100% de sus fuerzas, sino que además sus compañeros le recuerdan con cariño (fue uno de los que más peleó por los derechos de los futbolistas en los ochenta), y además, haciendo honor a eso de que “el gaditano nace donde le da la gana”, ha echado raíces en nuestra ciudad, donde sigue al milímetro la actualidad del equipo amarillo.

 

EQ. TEMP. EQUIPO CAT PJ G
1973 BELGRANO CÓRDOBA      
1974 BELGRANO CÓRDOBA      
1975 BELGRANO CÓRDOBA      
1976 PALERMO CORDOBA      
1977 DEPORTIVO ROCA      
1978 HURACÁN CÓRDOBA  
78-79 CÁDIZ 2ªDIV. 16 2
79-80 CÁDIZ 2ªDIV. 2 0
80-81 CÁDIZ 2ªDIV. 37 4
81-82 CÁDIZ 1ªDIV. 29 1
82-83 CÁDIZ 2ªDIV. 2 0
83-84 ALGECIRAS 2ªDIV. 12 0
84-85 ALGECIRAS 2ªDIV. B
85-86 ALGECIRAS 2ªDIV. B




Hugo Alberto Vaca Beccaría nace en Córdoba (Argentina) en marzo de 1956. Desde que tiene uso de razón se recuerda pateando el balón por las calles de su modesto barrio de su ciudad natal, ya que, como él mismo recuerda, “por aquel entonces no había casi televisión, ni consolas, nada, únicamente el fútbol”. Hugo pasaba entre 8 y 10 horas todos los días persiguiendo un esférico, sin imaginar aún que de él iba a hacer su modo de vida.

Su carrera dio sus primeros pasos en el modesto club de Las Rosas, en el que ingresó con doce años, en lo que en Argentina se conoce como sexta categoría (de 12 a 14 años). Las Rosas vestía con equipación amarilla y azul (“como el mismo Cádiz, aunque con rayas verticales”, bromea Hugo), y carecía de cancha propia. Lo acompañaba su hermano mellizo, con el que cruzaría su vida deportiva en varias ocasiones.

Con tan sólo 15 años se fijaron en él los ojeadores del Belgrano de Córdoba, club que lo incorpora a su equipo de quinta categoría (de 14 a 16 años), como “un cinco clásico” (un pivote, aunque con proyección ofensiva). Enseguida empezó a apuntar maneras, y su soltura en el campo, amén de su espectacular desarrollo físico, lo catapultaron a la categoría de Cuarta Especial (el equivalente en España al filial). Esto suponía una gran oportunidad, ya que en Argentina los equipos filiales juegan justo antes del primer equipo en el mismo escenario, por lo que eran muchos los aficionados y profesionales que aprovechan el paseo para echar un vistazo a los jóvenes por si había algún diamante en bruto por descubrir.

Este era el caso de Vaca, que contando apenas 17 años, es llamado para hacer su debut con el primer equipo de Belgrano, en un encuentro contra otro equipo de la ciudad, el San Lorenzo. Por aquellos años, no existía la liga nacional en Argentina, sino que se organizaban ligas en torno a las ciudades más importantes del país. Córdoba era una de ellas. El joven Vaca apenas podía creer lo que le sucedía, estaba en una nube tras su debut, aunque no todo iba a ser de color de rosa.

Como es lógico, Hugo Vaca aún tardó en afianzarse en el equipo, y las oportunidades iban llegando, pero tomándose su tiempo. No obstante, el futbolista lo tenía claro: prefería renunciar al dinero que le suponía ser convocado con el primer equipo, a cambio de tener la seguridad de que disputaría los noventa minutos con el equipo reserva (no olvidemos que en esos años se convocaba únicamente a 16 futbolistas, y sólo se permitían dos cambios, por lo que eran muchas las posibilidades de, siendo el más joven del grupo, quedarse calentando banquillo). Hugo confiaba plenamente en sus condiciones, y entendía que era mejor acumular minutos de juego, que pesos en el banco. Mucho se lo debe a los entrenadores de Belgrano de aquel entonces, que entendiendo la petición de su pupilo, llamaban a un jugador más veterano para completar la convocatoria.

Vaca pasó dos temporadas más en el equipo celeste de Belgrano, en los que siguió alternando el equipo reserva y los “mayores”, entre los que no terminaba de hacerse un sitio fijo. Ante esta situación, los técnicos de Belgrano deciden ceder a Hugo Vaca al club de Palermo, también cordobés. Fue un préstamo desafortunado. Apenas llegó a su nuevo equipo, Vaca se produjo una grave lesión de ligamentos que le mantuvo fuera del césped casi toda la temporada, y para colmo, el club pasaba por una importante crisis, lo que provocó los tristes retrasos o impagos en los salarios. Después de una temporada para olvidar en todos los aspectos, Vaca regresaba a la disciplina de Belgrano.

Disputa una nueva campaña con los celestes, en la que no ocurre nada reseñable y en la que Hugo tampoco termina de destacar como habría querido.



PENSÓ EN RETIRARSE

Al año siguiente, gracias a la recomendación del presidente de Belgrano, Miguel Batalla, con el que Hugo tenía ya entonces una estupenda relación, le recomienda para jugar en el Deportivo Roca de Río Negro, en la Patagonia argentina. Allí disputaría el Clausura del año 1977, sin conseguir tampoco el despegue que esperaba.

Así, a comienzos de 1978, con apenas 22 años, Hugo Vaca se plantea colgar las botas. Desde que firmara su primer contrato profesional con Belgrano cuando contaba 17 primaveras su progreso económico y futbolístico no ha sido el esperado, y sin embargo los sacrificios de la vida de deportista de alto nivel han sido muy exigentes. Vaca empezó a pensar que prefería llevar otra vida, que le permitiría saborear otras cosas, y dejar el fútbol para disfrutarlo desde la grada.

A punto estuvo de arrojar la toalla, pero entonces apareció la figura del entrenador de Belgrano, con el que había crecido futbolísticamente, y que le pidió al jugador que no abandonara el deporte rey, sino que aceptara ir nuevamente cedido a Huracán de Córdoba. A regañadientes, y por no herir a su mentor, Hugo decide aceptar y probar suerte una vez más. Lo que comenzó siendo como una cesión terminó convirtiéndose en un traspaso, ya que el club de Belgrano había fichado a un lateral derecho de Huracán, pero Belgrano no pudo hacer frente al pago. En compensación, entregó los derechos de Hugo al club de Huracán.

Esta vez sí, Vaca superó con mucho las expectativas. A pesar de que lo pasaron del mediocentro al carril del ocho, no sólo no extrañó el cambio, sino que además se hizo enseguida con la posición, y hasta se permitió el lujo de marcar bastantes goles.

SALTO A ESPAÑA

Fue esta sensacional temporada (más bien media temporada, ya que sólo jugó el torneo Apertura) lo que posibilitó su salto a España. En Cádiz entrenaba entonces Roque Olsen, que trababa amistad con los hermanos Kandalaft, que se dedicaban entonces a representar a jugadores, trayendo a muchos de ellos a España (y que también trajeron al Cádiz a Modigo), le hablaron de un joven fuerte y aguerrido que demostraba muy buenas maneras, y que se llamaba Hugo Vaca. El contacto final fue Yamil Simes, un sirio emigrado a Argentina, y que había sido entrenador de Vaca durante muchos años en Belgrano.

La vida del argentino cambió radicalmente en apenas unos días. Hugo se encontraba en casa comiendo. Esa mañana había entrenado con su equipo, justo antes de jugar un partido que tenía esa tarde. Ya en el entreno le preguntaron si estaría en casa al mediodía, a lo que respondió que sí, pero sin saber muy bien para qué. Un empleado del club llamó a su puerta para comunicarle: “te marchas a España mañana”. Imaginen la cara de Hugo Vaca cuando lo oyó. Se iba a Cádiz, pero únicamente a prueba, nadie le aseguraba que se quedara. Poco importaba eso, era una oportunidad que no podía dejar pasar. Se puso enseguida manos a la obra para prepararlo todo, lo que le costó llegar tarde a la concentración del partido que tenía que jugar todavía con Huracán, aunque lógicamente se lo perdonaron.

Al día siguiente, domingo, Vaca llegaba a Buenos Aires, donde tenía que tomar otro avión que tenía que traerlo a la capital española. El miércoles aterrizaba en Jerez, y estando en el hotel de concentración, le comunican que esa noche su nuevo equipo tiene un amistoso de verano, y que si quería, todavía estaba a tiempo de incorporarse para una primera toma de contacto con el cuadro amarillo. No hubo nada que pensar. Pese a llevar casi cuatro días viajando, como un rayo se puso la ropa de corto.

Aquella noche le bastó para convencer a Olsen e Irigoyen de que estaba capacitado para lo que se esperaba de él, y que era nada menos que rellenar el vacío que dejó la marcha de Ibáñez. La apuesta le salió redonda, y enseguida firmó su nuevo contrato. Si bien no pudo debutar en el primer partido de la liga (78-79) ya que entonces sus papeles aún no estuvieron resueltos. Sí que pudo por fin vestirse de corto en el segundo partido, en el Bernabéu frente al Castilla. Vaca deslumbró en su debut: no sólo hizo un partido de lo más completo, sino que además marcó uno de los goles de su equipo.

Vaca no salía de su asombro: unos años antes estuvo a punto de dejar el balompié, y ahora se veía con un sitio en un equipo de España con aspiraciones de subir a la máxima categoría. No sólo eso, de jugar en Argentina de pivote destruyendo el juego del contrario, pasaba a jugar en Cádiz como mediocentro organizador, teniendo junto a él siempre un contrario marcándole, teniendo que perseguirle por todo el campo, justo todo lo contrario de lo que había estado haciendo toda su vida. Los pivotes que tenían que vérselas con él muchas veces no podían terminar los partidos por calambres, ¡aquel argentino no paraba de moverse!

No obstante, su primer año en la Bahía fue algo irregular. Su sitio en el once titular nunca cuajó del todo, y alternó partidos en el banco con otros disputados al completo.



La siguiente temporada (79-80) fue la peor (exceptuando la última) en su trayectoria en el Cádiz. Apenas entró en los planes del entrenador, y disputó muy pocos minutos. Tanto fue así, que en marzo (así comenzaría a hacer gala de la caballerosidad que le precedería siempre), él mismo se ofreció para marcharse a Argentina unos meses, de forma que el Cádiz pudiera disponer de otra ficha de extranjero.

En la temporada 80-81 las cosas cambiarían mucho. Llegaba Milosevic al banquillo amarillo, pero el fiasco de la temporada anterior provoca una importante crisis económica, que hace imposible nuevos fichajes de renombre, y que el Cádiz tenga que tirar de todos sus canteranos (que se revelarían como la mejor quinta de jóvenes que ha dado nuestro club), así como de los jugadores que ya estaban en plantilla. Uno de los grandes beneficiados fue Hugo Vaca, que pasó del ostracismo a la omnipresencia: nada menos que 37 partidos en la temporada, faltando sólo a una cita por sanción.

Ese verano se produjo un hecho que marcaría el resto de la carrera de Vaca. En un entrenamiento en pretemporada, se ausentaron los dos defensas, y Milosevic, para poder realizar un partidillo, colocó como libre a Hugo. El balcánico quedó muy a gusto con lo que vio, y decidió volver a probar en un amistoso en Puerto Real. Había nacido el nuevo líbero del Cádiz para las próximas temporadas.

Hugo Vaca materializó en su persona la gran revelación que fue el club aquella temporada: de un equipo que no contaba en nada, modesto como el que más y que tuvo que tirar de lo que tenía en casa ante la falta de medios para traer talentos de fuera, que en todas las quinielas aparecía como candidato a perder la categoría, y con los que, según palabras del propio Vaca, “nadie quería hacerse la foto con nosotros porque no querían salir reflejados como los que iban a descender al Cádiz”, a convertirse en los héroes de Elche que llevaron de nuevo a los colores amarillo y azul a la primera plana del fútbol hispano.

Hugo Vaca coronó una fantástica temporada con la obtención de la doble nacionalidad, lo que le abría más aún las puertas a la titularidad.

Su contrato expiraba al final de esta campaña, pero el club hizo uso de la cláusula del 10%, mediante la cual, podía retener al futbolista un año más, incrementando su ficha únicamente un 10%. A pesar de que le habían prometido que si subía con el Cádiz su sueldo sería duplicado, Vaca se quedó sin rechistar. El sillón presidencial lo ocupaba Irigoyen, y ya sabemos que con él siempre se perdían las negociaciones.

Así pues, la temporada 81-82, volvió a ser una gran temporada a nivel personal, pero mala a nivel colectivo, ya que el Cádiz, a pesar de conseguir doce victorias en casa (en el sistema actual de tres puntos por partido ganado, la historia hubiera sido muy diferente) no pudo defender la categoría que tanto esfuerzo le había costado obtener la campaña anterior. No fue desde luego porque Hugo Vaca no diera lo mejor de sí mismo. Nuevamente estuvo presente en casi todos los partidos, faltando apenas a un par de ellos, y porque fue sancionado.



El Cádiz volvió a hacer uso de la cláusula del 10% (con la que ya había conseguido retener a Vaca, por tanto, dos años por encima de su contrato original sin tener que renegociar salario), aunque en esta ocasión todo fue muy distinto a como había venido siendo hasta ahora. Hugo Vaca, que ya atesoraba galones y veteranía en el vestuario, ejerció no sólo de capitán y portavoz de sus compañeros, sino que además, se enfrentó muchas veces a la directiva ante situaciones que entendía eran injustas. Eran tiempos revueltos en el fútbol, un año en que los jugadores, a nivel nacional, llegaron a protagonizar una huelga para obtener mejores condiciones laborales. Vaca fue uno de los jugadores que más se incluyó en este movimiento. Además, tuvo algunos encontronazos con Irigoyen debido a que se apartaron a algunos jugadores del equipo, y a pesar de que el presidente tenía un cariño especial por el argentino, todos estos asuntos extradeportivos terminaron por pasarle factura, y condenarlo al banquillo e incluso a la grada.

Concluida la temporada 82/83, esta vez no hubo renovación alguna, por lo que Vaca cerraba así, como jugador, su periplo en el equipo amarillo.

El año siguiente, Vaca no quiso arrojar la toalla. A pesar de que su relación con el Cádiz había concluido, para entonces ya era un gaditano más, y en ningún momento pasó por su mente regresar a su país natal. Por el contrario, pasó los seis primeros meses de la temporada entrenando con el Portuense, sin ficha, hasta que en el mercado invernal le llegó una nueva oportunidad: el Algeciras, que ese año militaba en Segunda, lo fichó para intentar evitar el descenso.

LA RETIRADA

Por desgracia el club rojiblanco no conseguiría su objetivo, aunque antes de consumarse el descenso, la directiva algecirista le ofreció un nuevo contrato de dos temporadas más, que Hugo Vaca firmó y cumplió, ambas en Segunda B, en ninguna de las cuales se pudo lograr el retorno a la división de plata.

En el verano del 86, ya con su contrato caducado aunque con visos de ampliarlo una vez más, Vaca sufrió una grave lesión del ligamento cruzado de la rodilla, en un entrenamiento. Este hecho consumó la retirada del fútbol en activo del argentino, que decidió que había llegado su momento. Sin embargo, se iba contento. Diez años antes, siendo un chaval, pensó en dejarlo todo, y posteriormente el fútbol le devolvió con creces todo lo que él había invertido en él.

VINCULACIÓN TOTAL AL FÚTBOL

Si bien otros jugadores no han querido saber nada más de los terrenos de juego una vez finalizadas sus vidas deportivas, Hugo Vaca no ha dejado, hasta el día de hoy, de seguir siendo un miembro muy activo de la comunidad balompédica gaditana. En la misma temporada en que colgó las botas, comenzó a colaborar en prensa con Juan Manuel Pedreño. Al año siguiente, Pedreño habló con Irigoyen para recomendarle a Hugo Vaca para el cuerpo técnico del club. Pese a que la salida de Vaca del club fue, como hemos contado, por la puerta de atrás y por motivos no deportivos, Irigoyen cedió ya que le resultaba imposible no tener cariño por Vaca.

Así, ingresaría en el cuerpo técnico como ojeador e informador de los equipos rivales. Con él entraría también en el organigrama del club Ramón Blanco, éste, como entrenador de juveniles. Juntos formaría un tandem fundamental en las gloriosas temporadas del Cádiz en Primera a finales de los 80.



Precisamente en el verano de 1987, un conflicto en la directiva cadista dio como resultado la salida de varios de sus miembros, además de Ramón Tejada, el que hasta entonces había sido secretario técnico. Sería el primer paso para que Hugo Vaca ocupara dicho puesto, si bien eso llegaría un año después. Esa temporada, Vaca fue presentado a Espárrago como bisagra que conectara a las distintas esferas del club: plantilla, cuerpo técnico y directiva. El uruguayo quedó encantado con el trabajo de Vaca, al que además le encargó que le diera informes de los equipos contra los que el Cádiz tenía que ir jugando, en la mejor temporada de la historia de nuestro club.

Eso le abrió las puertas a la secretaría técnica, que ocuparía la nada desdeñable cifra de seis temporadas. Incluso se sentó en el banquillo cadista como entrenador durante algunos meses.

Una vez finalizada su relación profesional con el club, ha continuado ejerciendo como periodista en diversos medios de comunicación gaditanos, labor que continúa hoy día.

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CREACIÓN FICHA: 26/05/2007

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 26/05/2007

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