El ascenso de Chico Linares era meteórico. Junto a otros ilustres coetáneos suyos como Juan Jose o Pepe Mejías, el centrocampista fue dando saltos en la cantera hasta llegar a los entrenamientos con el primer equipo, antesala del debut en Primera. Como es habitual, cuando no era convocado jugaba con el filial. Un incidente en uno de esos partidos estuvo a punto no sólo de cerrarle las puertas de dicho debut, sino incluso de seguir vinculado a la entidad. Pero como ya nos enseñó nuestro primer episodio cadista, Irigoyen era único a la hora de sortear estos obstáculos
El Cádiz juega por primera vez en su historia en Primera. El técnico artífice del milagro, Kike Mateos, se queda sin crédito ante la directiva, y es sustituido por Marino Moreno. Éste, viendo que las jornadas pasan y el equipo no consigue salir de los puestos del abismo, empieza a echar mano de unos canteranos que serían el futuro del club a muy corto plazo. Entre dichos canteranos está Chico Linares, que ya entrena con el primer equipo y que incluso es convocado en alguna ocasión. Cuando no es así, retorna al filial el domingo para la disputa del partido del B. En uno de esos partidos sucedió algo que iba a marcar su carrera al más corto plazo.
Se veían las caras Cádiz B y Sanluqueño, y se organizó una importante tangana, que acabó incluso con agresión al colegiado del encuentro. Chico Linares estuvo implicado en la pelea, pero en ningún momento tocó al árbitro. Sin embargo éste recogió su nombre en el acta, y la sanción fue ejemplar: 25 partidos de inhabilitación en cualquier competición.
Tras este incidente, el técnico del primer equipo, lo defenestró por completo, y no le permitió ni tan siquiera acudir a los entrenamientos. Es más, incluso aconsejó al club que lo despidiera. Menos mal que el gerente de aquel entonces, Francisco Rojas, lejos de atender la sugerencia, ofreció al jugador un contrato de profesional con el sueldo de soltero de la época, cien mil pesetas, una fortuna para un joven que poco antes se había visto apartado del equipo. Ni qué decir tiene que ni se lo pensó.
Su suerte cambió pronto, aquel mismo verano, con la llegada de Roque Olsen al banquillo del club. El argentino enseguida adivinó sus cualidades, y le dio la vuelta a la tortilla: “a este pibe hay que reducirle la sanción que tiene como sea”. Esas fueron sus palabras cuando lo vio en los primeros entrenamientos. El club se puso manos a la obra, y con un maestro en estas lides como Manuel Irigoyen, no fue difícil. En primer lugar, juró ante notario que él no fue quien causó la agresión al árbitro que lo señaló como infractor, con lo que consiguió una reducción de 10 partidos de castigo, quedando el total en 15. Como para la sanción contaban también los partidos del filial, éste empezó a conversar con los clubes contra los que tenía que jugar, y a adelantar sus partidos de liga. Apenas habían pasado algunas semanas, y el filial amarillo había jugado el doble de jornadas que le correspondían. El resultado fue que ya en la sexta jornada de la Segunda División, Chico Linares pudo debutar en el primer equipo a las órdenes de Olsen. Fue en Baracaldo, en el mes de octubre, y el estreno no pudo ser mejor. Los cadistas lograron una goleada histórica, 0-5, y además Linares contribuyó al atracón marcando en el día de su debut. Eran los primeros pinitos de Irigoyen en el apartado de milagros.
CREACIÓN FICHA: 30/01/2008
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 30/01/2008
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