Fue uno de los primeros fichajes del Cádiz en la temporada 16-17, y de los más fructíferos en términos de minutos. Fue titular en el debut liguero en Almería, y así continuaría el resto de la temporada (fue el segundo jugador de campo con tiempo sobre el césped al acabar la competición). Dicho con todo el respeto, pero en la primera mitad del campeonato no tuvo competencia real por el puesto, dado que Juanjo quedaba lejos del nivel que se requería en la división de plata.

A pesar de ello, o quizás por eso, algunos aficionados no terminaban de estar contentos con su rendimiento, había cierto run-run con él en la grada. Especialmente en el inicio liguero (en el que nadie estuvo a buen nivel hasta que se empezó a carburar) él fue especialmente señalado, y con razón, después de partidos desastrosos como el de Vallecas.

El salmantino no se achanta y sigue trabajando. Poco a poco va recogiendo sus frutos y aportando en la espectacular remontada del Cádiz entre noviembre y diciembre. El lateral termina 2016 como un avión, cuajando una gran actuación frente al Sevilla Atlético. Resiste además la comparación con su compañero de la otra banda, Brian Oliván, que tiene muchísima más llegada ofensiva que él.

En el mercado invernal llega Malón, que habría de ponerle, en teoría, más difíciles las cosas en la lucha por un puesto. En efecto, el aumento de competencia mejoró el nivel de Carpio, que se mostró más seguro. Pero nuevamente, fue indiscutible para Cervera. Sin duda le ayudaba el hecho de que siendo defensa, es un jugador que nunca recibe amonestaciones (tardó 26 jornadas en ver la primera cartulina amarilla).

La única ausencia del jugador se produce tras la victoria en Alcorcón, en la que está listo y fuerza amarilla para limpiarse el ciclo que traía. Pero en cuanto se recuperó, volvió al titular de inmediato, y así hasta el playoff de ascenso, en el que también jugó todos los minutos con un rendimiento más que aceptable.

Sin embargo, la temporada siguiente sería cara y cruz para el lateral salmantino. Afianzado de la anterior, comenzó la campaña imponiéndose a su nuevo rival por el puesto, Correa. La vida seguía igual.

Incombustible por la banda derecha, jugaba semana tras semana sin que nadie se atreviera a plantearse siquiera otra posibilidad. Uno de los puestos más fijos y claros que había en el equipo. Siempre cumplía, y si bien, no aportaba mucho en ataque, rara vez daba disgustos en defensa, y eso para Cervera, es más valioso.

En noviembre caía lesionado pero tuvo la “suerte” de que su rival por el puesto, Correa, hizo lo propio casi a la vez. Servando hizo de parche temporal y el salmantino tuvo tiempo de recuperarse y volver a su sitio en el once inicial.

El año nuevo le trae por fin el regalo de volver a la titularidad, después de una lesión más larga de lo esperado. Todo vuelve a la normalidad, Carpio se reincirpora al que es su puesto natural. Las semanas van pasando con más o menos normalidad, mejor o peor rendimiento, hasta que llega el partido en el campo del Numancia en marzo. Carpio realiza un partido bastante malo en el que sufrió mucho con su par, y Cervera, que ya sabemos que no se casa con nadie, da un cambio de timón que pocos esperaban. A partir de entonces, se cambian completamente las tornas: Correa pasa a ser el titular en la banda derecha salvo obligación en contra.

Curiosamente, la renovación le llegó cuando Cervera dejó de contar con él. Todavía era marzo y el lateral aún no sabía que apenas habría ya de jugar en lo que restaba de temporada. Un caso muy raro. Ya apenas lo haría, y en verano, en cuanto se fichó a Carmona, ya era muy evidente que Carpio no contaba. Sin embargo, se debió esperar al último día de mercado para que se le rescindiera el contrato, quedándose sin tiempo para encontrar nuevo destino.