Jugador totalmente desconocido para la gran mayoría de aficionados cuando se anuncia su fichaje. Criado en la cantera del Olympique de Marsella, llegando a su primer equipo, con el que jugaría liga, copa y UEFA. Ha sido internacional en las categorías inferiores de Francia: sub18 (4 apariciones), sub19 (tres partidos) y sub20 (siete llamadas).

Unos dirán que era un genio, otros que muy irregular, pero lo que es seguro es que no dejó indiferente a nadie. Venía en teoría con la vitola de ser un jugador de destrucción, pero nada más alejado de la realidad. Resulta que el Cádiz había fichado a todo un artista del balón, que habría de dejar momentos para el recuerdo sobre el césped: regates en el campo propio con dos contrarios, túneles, sombreros...Abdullah se permitió licencias de esas que maravillan al público pero que a la vez hacen tirarse de los pelos a sus entrenadores. Alguien tan metódico y cuidadoso como Cervera, no pudo más que rendirse al desparpajo de su único verso suelto de la plantilla, siendo de los jugadores más utilizados (casi 30 partidos de titular). Pero no todo fue color de rosa.

Le costó entrar en juego y entender lo que su entrenador quería de él. Sus primeros partidos fueron decepcionantes y quitando esos ramalazos de calidad, luego se perdía sin terminar de aportar mucho en la construcción del juego, mostrándose tremendamente irregular. La mejor prueba de que no terminaba de estar a gusto fue aquella bronca con Alvaro García en pleno partido y a la vista de todos, uno de los lunares más gordos del equipo en toda la campaña.

Pero luego fue por fin adaptándose al equipo y a la nueva liga a la que había venido, y por fin pudimos disfrutar su mejor versión. Entendió varios de los recados que su entrenador le mandó desde sala de prensa (especialmente tras su cambio frente al UCAM en Carranza, en el equipo se dejó remontar un 2-0 y tocó fondo). Antes del duelo en Lugo, Cervera recuerda que ante el UCAM tuvo que hacer varios cambios obligados y sugiere que ninguno (a excepción del de Brian) fue por lesión. Un mensaje directo al francés, que en el Anxo Carro vuelve por sus fueros, juega los 90 minutos sufriendo como el que más y celebra el gol de Álvaro García por todo lo alto. Tanto que hasta algún dirigente le tuvo que tirarle de las orejas, puesto que celebró el tanto subiéndose a las rejas de la grada donde estaban los aficionados cadistas sin importarle que tenía una tarjeta amarilla previa que podría haberle acarreado la expulsión. Abdullah ya estaba en el barco.

Siempre que faltó Jose Mari ahí estaba el francés para encargarse de la creación en la medular, y muchas veces, con el roteño en forma, hacían una dupla en la medular que generaba muchísimo fútbol y ocasiones. No decepcionaba nunca y aunque a alguno le dio algún infarto viendo como arriesgaba, nunca provocó desastres de gran envergadura. En todos los partidos seguía dejando algún detalle que valía la entrada. En Elche por ejemplo, cuando parecía que no estaba haciendo nada, se saca de la chistera un pase para Güiza que lo hubiera firmado Xavi en sus mejores días. El jerezano por supuesto, la metió dentro.

En su segunda temporada en Carranza, no cambió mucho, pero se esperaba más de él. Que diera un paso al frente, que pusiera su calidad al servicio del equipo. Constante quiero y no puedo. Con calidad más que de sobra en sus botas, el jugador de Comores tenía toda la confianza de su técnico, pero nunca terminaba de explotar.
Las lesiones de Jose Mari parecían abrirle definitivamente la puerta a una titularidad casi indiscutible, que él solo dinamitó por los aires.

Mientras Alex Fernández estuvo tapado, digamos que Cervera no tenía muchas más opciones para acompañar a Garrido en la medular, pero cuando el madrileño irrumpió en octubre, Abdullah había tenido su oportunidad y tras no aprovecharla, ya no pudo más reclamar la titularidad. Si hay una palabra que define al jugador y su paso por el Cádiz, es el de irregularidad, que volvió a verse una vez más aquí.

De repente aparecía en Zaragoza y se marcaba un partidazo, sustituyendo a nada menos que Jose Mari, como brindaba actuaciones donde desaparecía por completo. Cordero le daba un toque público en enero, haciéndole ver que con Jose Mari fuera de combate, le tocaba a él, tras una primera vuelta, de nuevo, muy irregular, dar un paso al frente. Y apenas unas horas después, Cervera también le lanza un dardo en rueda de prensa. Desde luego, no se puede decir que no estuviera avisado.

Por momentos, parece que reacciona. Su partido frente al Granada por ejemplo es notable, aunque se sigue enredando con el balón en esas jugadas que sólo él se atrevía a hacer, de espaldas a la portería contraria y con dos rivales encima. Días más tarde vuelve a ser protagonista positivo frente al Córdoba. Parece que los toques públicos de atención surten efecto y el de Comores se aviene a lo que el entrenador le pide.

Pero siempre falta algo, siempre queda la sensación...de que el centrocampista se guardaba algo, no terminaba de romper. Tras empeorar el juego de su equipo en Vallecas saliendo desde el banquillo, Cervera le dio otro toque (denunciando claramente que no le gustaba su actitud, una constante con este jugador) y lo mandó varios encuentros a la grada. Sin embargo el técnico lo recuperaría de nuevo para el tramo final del campeonato, en el que jugó muchos partidos completos, por delante de Eugeni o Fausto, y siempre acompañado por Alex. Por desgracia, no pudo contribuir de la forma que se esperaba de él para que el Cádiz tuviera más presencia en ataque, aunque achacarle a él toda esa carga sería de lo más injusto.

A final de temporada y después del chasco de quedarse fuera de los playoff, Cordero incluía su nombre en la lista de bajas, no se le iba a ofrecer la renovación. Se marchaba así un jugador que dejaba la sensación de que con un poco más de querer, podría haber sido mucho más importante y haber elevado notablemente el juego ofensivo de su equipo. Una verdadera lástima.