Se marcha, muy joven, tras destacar en varios equipos de cantera de San Fernando, al Real Madrid, que lo capta para su cantera. Llegaría a jugar dos temporadas en el Castilla, pero nunca tuvo oportunidades reales de militar en el primer equipo merengue.
De ahí salta al Sporting de Gijón, donde Barral pasó los mejores años de su carrera. En tierras asturianas, el isleño se consolidó como un delantero luchador, polémico y con gol. Subió a Primera con el equipo asturiano y se ganó un millonario contrato en Turquía tras varios años a gran nivel. Volvió a España, para volver a rendir fenomenalmente en el Levante durante un par de campañas, lo que le valió para otro gran contrato en el Al-Dhafra árabe. Su último regreso, hasta ahora, a España, no le salió tan bien en un Granada desintegrado en el que no contó con demasiadas oportunidades.
Barral es un delantero que no destaca por ser excelso en su técnica (aunque a veces sí deja detalles para la retina), pero que ofrece una sueprior capacidad de sacrificacio por el equipo. Delantero de pelear y fajarse en solitario con defensas de todo tipo, de bajar balones y esperar a sus compañeros o completar él la jugada. En definitiva, su especialidad es sacar petróleo de donde no hay, convertir en buenos ataques balones poco prometedores. Eso sí, en esas luchas muchas veces pierde y no siempre conserva la templanza suficiente. Ha sido expulsado nada menos que once veces, sólo en su carrera en España. Muchísimo para un delantero.
Fichaje estrella de la temporada, se suponía que venía a tapar el hueco que había dejado Ortuño y sus 17 goles la campaña anterior. Algo ya veterano, hubo alguna voz que se alzó en contra, pero las calló rápido, exactamente en 37 segundos, que fue lo que tardó en anotar el primer gol en liga del conjunto amarillo en Córdoba. Parecía que se iba a salir y que iba a hacer olvidar enseguida al ariete murciano.
Y así iba a seguir en las primeras semanas en las que parecía que se iba a comer el mundo. Cuatro goles en cinco jornadas (más la Copa) hacían pensar que el ariete isleño iba a ser el goleador que lideraría el ataque cadista. El jugador estaba exultante.
Pronto lo estropeó sacando su cara B. Cuando mejor le iban las cosas a él y al equipo, cometió su primer error que le costó no jugar ni un solo minuto en Oviedo, pese a que Cervera tenía multitud de bajas (de hecho tuvo que tirar del canterano David Toro para jugar en el Tartiere). Una falta de disciplina por llegar tarde al paseo del equipo le costó el banquillo, con un Cervera que hacía bien en ser inflexible. De nuevo, el isleño protagonizaba otra polémica en su carrera. Por fortuna para él, a la siguiente ocasión que tuvo, en Copa frente a Osasuna, volvió a hacer el gol de la victoria, dejando aparcado el incidente.
Por poco tiempo. Al poco, el ariete volvía a ser noticia, y no por sus goles: frente al Numancia era expulsado absurdamente, tras golpear con el codo a un adversario. Quique Pina fue contundente, quejándose en público de la actitud de uno de sus jugadores más queridos, al que reprimió en público. Otra vez, Barral estaba metido en líos, y su estrella, que tan bien había empezado, habría de comenzar a declinar.
A partir de ahí fue encadenando actuaciones bastante pobres, suspendiendo incluso en días en que el equipo ganaba, como el sanador triunfo en Almería que habría de relanzar al equipo. Cualquier parecido con el Barral de las primeras jornadas, era pura coincidencia.
Tras ver como todos sus compañeros de posición le robaban minutos, poco a poco fue aprendiendo como tenía que trabajar con Cervera. Su gol en el Villamarín le sirvió para que el guineano volviera a contar con él (siendo titular en Zaragoza) cuando parecía que estaba condenado ya por el técnico. Pero el isleño, ahora sí, se cargó de profesionalidad y paciencia y esperó hasta que volvió a ser su turno.
De nuevo, era sólo cuestión de tiempo que mostrara su peor cara. Frente al Granada en casa se expulsa solo cuando sale del banquillo, poniendo innecesariamente en peligro una victoria que estaba casi asegurada. El enésimo absurdo del isleño le cuesta ahora sí, que mucha parte de la afición se le eche encima, y que Cervera vuelva a mandarlo a la grada (llegando incluso a llamar a un canterano, Seth, para algún partido, en su lugar), cansado ya de lidiar con sus salidas de tono. Pocas semanas después, con Jona ya en el equipo, le volvía a pasar lo mismo (en el desplazamiento a Tarragona). Por méritos propios, Barral se convertía en el cuarto delantero para Cervera.
Pero con tantos males en la punta del equipo, Cervera tuvo que tirar de él de nuevo pasadas varias semanas. En Vallecas Barral volvía de nuevo a la titularidad (dos meses después) y el isleño respondió con un gol que valía un punto vital.
Lo dicho, como arriba no carburaba nadie, al técnico no le quedó más remedio que tirar de él, pero como cualquiera que llegaba al puesto de nueve titular, los goles no aparecían.
Casualidad o no, el Cádiz no volvió a ganar hasta que él marcó, contra el Zaragoza. Cuando ya parecía que todo se encaminaba al playoff, llegó el partido en Granada, uno de sus exequipos. Apenas estuvo veinte minutos en el campo, en una maniobra que todavía hoy suena rara. La cara de Cervera cuando veía que perdía su segundo nueve en el mismo partido en la primera parte lo decía todo.
Con tantos altibajos deportivos y con tan solo seis goles en liga (más otros tres en Copa), y sobre todo, con esos problemas extradeportivos, no sonó raro cuando Cordero anunció que no había renovación para el isleño, que días después se despachó a gusto con Cervera, dándole seguramente la razón al técnico y a la secretaría.
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CREACIÓN FICHA: 13/07/2017
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 05/09/2023
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