Con pasado en la cantera madridista y como tercer portero del primer equipo merengue, Rubén Yañez llegaba cedido por el Getafe, club que se hizo con sus servicios. Su pasado en la casa blanca y su pertenencia a un equipo de Primera, parecían una carta de presentación de alto nivel.

Sin embargo, como le ocurriera a Jesús Fernández en la temporada anterior, a Yáñez no le quedó más remedio que asumir su suplencia frente a un Cifuentes inconmensurable. Nunca tuvo oportunidad de disputarle el puesto, y para colmo, el manchego no se perdió ni un solo partido de liga, ni por lesión ni por sanción. Así pues, le quedó la Copa para poder enfundarse el escudo cadista.

Y en el torneo del KO tuvo al menos la oportunidad de vivir una noche absolutamente histórica, la de la eliminación del Betis tras la victoria por 3-5 en Heliópolis, si bien, dejó una sensación agridulce tras encajar un extraño gol de falta en el que se movió a destiempo y entró por su palo.

Esa victoria le “compró” poder disputar al menos otra ronda más, en este caso contra el Sevilla. En la ida también pudo haber estado mejor, pero en la vuelta, el guardameta catalán estuvo excelso, con intervenciones de muchísimo mérito.
Por desgracia para él, el Sevilla, ahora sí, hizo valer la lógica y aniquiló al equipo amarillo, y con ello, para él, las posibilidades de jugar más. A partir de entonces no le quedó más remedio que esperar que Cifuentes cayera en algún partido, cosa que no ocurrió. Pudo al menos despedirse con esa gran actuación en el Pizjuán.

Por tanto, con ese bagaje, poco extrañó que Cordero diera, pocas horas después del fiasco en Granada, su nombre en la lista de los jugadores que no continuarían la siguiente temporada.