Una sola temporada en el Cádiz, y temporada floja del joven sevillano, totalmente eclipsado por un Correa inconmensurable, y que cuando salió al campo, tampoco dio muchas razones a Cervera para que se replanteara esa situación. Y eso que empezó con la ventaja de que Correa viniera sancionado de la temporada anterior, siendo titular en el partido inicial frente al Almería, donde cumplió sin ofrecer mucho más.

Pese a su brillante actuación en Zaragoza en Copa, donde el equipo resucitó tras parecer un muerto viviente en Extremadura, Cervera siguió contando con su rival por el puesto, y al sevillano le quedó solo el torneo del KO donde lucirse. Una vez eliminado del mismo, su paso por el Cádiz fue de ostracismo total, jugando solo dos partidos en toda la segunda vuelta, y siempre por indisposición de Correa. Para colmo, naufragó en Oviedo, desaprovechando la oportunidad de ponérselo difícil a Cervera.

Al año siguiente, el técnico deja claro que no cuenta con él, y el club le busca una solución en forma de cesión en el Racing de Santander. Estando allí, fue noticia a nivel nacional por criticar públicamente el patrocinio al fútbol de las casas de apuestas. Ni que decir tiene que se tuvo que retractar, en un sistema que recibía muchísimos ingresos de este negocio. Para colmo, sufrió el descenso del cuadro cántabro, pésimo a nivel colectivo y tampoco se puede decir que le fuera bien a nivel individual.

Si Cervera no contaba con él en Segunda, obviamente tampoco lo hacía en Primera. Aún con contrato en vigor, unos días antes de que acabe la ventana de fichajes, el club llega a un acuerdo para su rescisión, encontrando sitio en el filial del Betis (lo que le costó un aluvión de críticas por su pasado sevillista).