Uno de los mejores fichajes ya no del mercado invernal, sino de muchas de las ventanas de enero en muchos años. Aún estando en el círculo de Pina (había jugado en el Granada y provenía cedido del Udinese), el venezolano ilusionó como nadie desde el mismo momento que se anunció su fichaje. Pronto empezó a dar motivos para ello.

Tan pronto como que en su primera semana, fue convocado, titular, y fue el único que no naufragó en el partido en el Tartiere, marcando en su primer encuentro con la camiseta amarilla. Toda una declaración de intenciones de lo que habría de venir, que confirmó una semana después con otro gol, este en Alcorcón, que si dio tres puntos a los amarillos. Dos goles en una semana, más que otros muchos en varios meses.

Y cuando no marcaba, como en el 2-0 frente al Tenerife, volvía loca a la defensa rival con sus carreras imposibles y sus regates hacia dentro. Que alegría volver a ver esa capacidad de desborde por la banda no solo en carrera sino también en seco. Simplemente espectacular.

Se corona en Las Palmas donde firma un hat-trick con algún sencillamente impresionante. Pegada, velocidad, potencia, definición. A veces su superioridad es insultante. En apenas unas semanas ya era máximo goleador junto con Vallejo.

Por desgracia, también mostró su cara B, que es su irregularidad. En el mes de mayo su rendimiento bajó notablemente, perdiendo parte de la capacidad de desborde que había mostrado en sus primeras actuaciones. Imposible discutirle nada con la que había liado con su llegada, pero de repente, se le echa en falta cuando aún está en el campo.

El epílogo de su corta estancia en el Cádiz terminó de forma rara, con su salida anticipada del equipo cuando éste se estaba jugando el pan por ser convocado para la Copa América con su selección, algo ante lo que el club nada pudo hacer. Terminada la competición y todavía en el torneo con su país, anunció su marcha, que estaba cantada y se veía venir. Demasiado para Segunda.

Regresa al equipo amarillo en la campaña 2023-24, de más que infausto recuerdo para la hinchada. Que rabia da cuando un jugador tiene talento para exportar a raudales, y aún así, apenas sirve a su equipo. Ni siquiera siendo máximo goleador (aunque en una temporada tan raquítica en el apartado realizador, poco mérito tenía) podemos hablar de un aprobado para el venezolano.

Como pasó a todos, tras la victoria frente al Villarreal, en la que realizó un partido simplemente soberbio (con dos goles anotados - más un tercero anulado - , el segundo marca de la casa, de bandera), su futuro parecía mucho más prometedor entonces.

A partir de ahí, actuaciones más bien grises, con poco que destacar. Es la irregularidad hecha jugador. Incluso tiene la mala suerte de encontrarse una expulsión tan temprana como injusta y a su vez evitable, en el partido en casa frente al Girona. Nada sale bien este año ni a él ni al equipo.

Parecía que lo recuperábamos para la causa cuando al salir de la sanción, juega de nuevo titular contra el Sevilla y hace uno de los goles que sirvió para adelantarse en el marcador (aunque al final se terminó empatando). De ahí, iría de decepción en decepción (como contra el Real Madrid o en la visita a Mallorca) hasta desesperar al respetable. Teniendo tantísima calidad.

La que mostró por ejemplo para anotar otro gol de bandera frente al Celta (ya en el minuto 97) con el que se salvaba al menos un punto, pero que no le libró de seguir siendo un jugador residual a partir de entonces. Hasta que Pellegrino lo dejó sin convocar en el partido en Gerona, para sorpresa de muchos, al que se le cuestionaba porque no se llevaba al meons en la convocatoria a uno de los máximos goleadores del equipo, estando tan necesitado de goles. El técnico argentino le daba la puntilla al venezolano al ser preguntado por este respecto: “No todo se explica con los números”.

El sudamericano ya apenas jugaría en todo lo que quedaba de campaña, cristalizando una de las grandes decepciones del curso, y una de las explicaciones de porqué el Cádiz dio con sus huesos en Segunda.