Internacional por Guínea Ecuatorial, su paso por el Cádiz es una historia de libro de ir de menos a más. Lamentablemente, su contrato expiró en su pico de forma con la camiseta amarilla, y ante la falta de acuerdo (o interés, ya no se sabe), no se produjo su renovación.

Como decimos, se comportó como un diesel. Llegado del Huesca, con el que había subido y debutado en Primera, su primera temporada es más que discreta,  que venía con unas credenciales brillantes, pero a los que sus lesiones arrastradas de su época en Huesca, y la figura inmensa de Iza, le hicieron mucho daño y le dejaron en un más que segundo plano.

No fue hasta casi noviembre que el lateral pudo empezar a entrenarse con cierta igualdad con sus compañeros. Para entonces, el mencionado Iza era ya no uno de los mejores del equipo, sino uno de los mejores laterales derechos de la categoría. Que además, no se lesionaba ni aunque le dispararan.

Tuvo que esperar nada menos que a diciembre, al partido copero frente al Lealtad, para por fin vestirse de amarillo en partido oficial. Volvió a jugar contra el Logroñés también en Copa (con la mala fortuna de caer eliminado), y tendría que esperar para actuar de nuevo a marzo, en Lugo, sin suerte tampoco, pues el gol rival llegó por su sitio. Definitivamente no iba a ser el año del ecuatogineano.

Dicho lo cual, dio un estirón tras el confinamiento, en el que por fin Cervera le encontró sitio. La sanción de Iza para Elche le dio la oportunidad de debutar en liga como titular, y demostró, aunque tarde, porque se le había fichado. Las lesiones de Pacha e Iza en el tramo final le dieron la oportunidad de lucirse y dejar un poco de duda de que habría pasado si hubiera llegado en óptimas condiciones en verano.

En su segunda temporada como cadista tampoco pudo Akapo convertirse en el lateral derecho titular del Cádiz CF, pero no es menos cierto que sí mejoró bastante sus prestaciones del curso anterior, que estuvo marcado desde el principio por las desafortunadas lesiones que le impidieron demostrar las cualidades que contaban de él.

Sin hacer ruido, Akapo completó una actuación digna en Primera, una categoría que ya conocía de su paso por el Huesca, como ya hemos mencionado antes. Y así fue porque demostró polivalencia para adaptarse a otras posiciones como el lateral izquierdo.

Con más de 1.100 minutos jugados entre Liga y Copa del Rey en este ejercicio (el doble que la anterior temporada), Akapo fue parte importante de momentos brillantes como la histórica victoria en Valdebebas ante el Real Madrid o la consecución de la permanencia en Primera en Los Cármenes.

Ahora bien, el internacional por Guinea Ecuatorial también hubo de vivir malos momentos, como su expulsión en su estreno liguero ante el Athletic en San Mamés o la goleada sufrida en el Wanda Metropolitano ante el Atlético, cita en la que fue sustituido en el intermedio. Sin contar alguna que otra lesión.

Dicho todo lo cual, mejor no pudo terminar la temporada para Carlos Akapo: titular y marcado un gol que firmaría cualquier delantero de prestigio (anticipando así la que habría de ser su mejor campaña de amarillo a reglón seguido). Así fue el broche a un curso que para el hispano-guineano empezó bastante bien, pero para la que luego tuvo que ceder de nuevo ante Iza.

Y por fin llegó la consagración de Akapo, temporada 2021-22, tras el milagro de permanecer en Primera. Pudiendo por fin olvidar sus lesiones, su excelente final de la liga anterior, que tuvo continuidad en la pretemporada, le dan la titularidad en el primer partido de liga en casa frente al Levante, participando en los dos goles: en el del rival, rompiendo el fuera de juego, y en el nuestro, poniendo el centro que habría de rematar el Pacha.

Por desgracia para él, jugó el partido completo frente a Osasuna que acabó con una remontada inesperada, y el técnico decidió prescindir de él a partir de ese momento, devolviendo a Iza a su posición. Para colmo de males, volvió a sufrir algunos problemas físicos.

Cervera lo recupera para el partido de Vallecas. Seguramente, su peor día como cadista. En el campo le tocó lidiar con el excadista Alvaro García, pero es que luego fue uno de los integrantes de la salida nocturna por Madrid esa noche. De forma fulminante, como al resto de sus compañeros de juerga, Cervera lo manda a la nevera, que en su caso, fueron tres jornadas completas sin pisar el césped.

Quiso el destino que el lateral resurgiera de sus cenizas en el estadio de su localidad natal, y aunque aquel día el Cádiz perdía (otra vez) frente a un rival directo, el ilicitano se hizo entonces con el puesto de nuevo de titular en el lateral derecho, y ya no lo soltaría más. Se lo ganó en noches como la del Bernabeu, en la que simplemente estuvo excelso, fuera de serie (no en vano fue el MVP del encuentro, contra toda la constelación de estrellas de los blancos).

Juega ya en 2022 el primer partido de liga, tras el cual, se marcha, en su mejor momento de la temporada, a disputar la Copa de África, en la que consigue un éxito histórico con su selección. Tras hacer historia con Guinea Ecuatorial (que llegó a cuartos de final de la competición, hito histórico para esta modesta selección), regresó montado en el mismo cohete en el que se fue, y ya no hubo quien lo moviera.

Firmando partidos como el de casa ante el Rayo (por fin la primera victoria) uno entendía porque Akapo se había hecho por fin con la titularidad en la que era sin duda su mejor campaña desde que llegó. De ahí en adelante, fue empalmando exhibición tras exhibición (Atlético en en Wanda, Villarreal en casa, Mestalla…), firmando una segunda vuelta de verdadero escándalo.

Como comentario final, protagonizó una de las imágenes de la temporada no ya del Cádiz, sino de La Liga, cuando en Los Cármenes, al ser sustituido, le hicieron el grito del mono (que sigamos todavía con estas basuras en el año 2022). La reacción del jugador, intentando hacer ver a su agresor lo fuera de lugar que estaba, desde la calma, fue, como no podía ser de otra manera, unánimemente aplaudida.

Un entradón absolutamente salvaje de Hazard que le propinó un plantillazo terrible y lo obligó a salir del campo, con dos huesos rotos y dos meses de baja (acción que por supuesto, no fue sancionada con tarjeta roja) en el penúltimo partido en casa, frente al Real Madrid, le impidió estar sobre el campo de Mendizorroza y contribuir a la última brazada para llegar a la orilla (se le echó mucho de menos en el verde), pero su aportación a la permanencia es indiscutible.

Por desgracia, como hemos comentado, su renovación se enquistó, y el fichaje de Zaldúa parecía confirmar que la directiva ya no contaba con él. El futbolista criticó veladamente a la directiva en su carta de despedida ("Me hubiese gustado renovar, pese a la palabra del club y siendo está mi única intención") y pocas horas después, anunciaba su marcha a la MLS de Estados Unidos.