No hay mucho que contar del paso de Saponjic por el Cádiz.

Llegado en el mercado invernal de la liga del coronavirus en forma de cesión procedente del Atlético de Madrid, sus bajísimos números de partidos y minutos en los dos últimos años dejan muchas dudas sobre cuál podría ser su rendimiento.

Venía para intentar subir el nivel de los delanteros suplentes (los sitios de Negredo y Lozano eran indiscutibles), cosa que no era difícil partiendo de donde se partía, pero lo cierto es que no tuvo ese papel de revulsivo que se le pedía. Ni siquiera la lesiones del delantero hondureño le permitieron colarse en los once iniciales, superado por un Sobrino estelar que, éste sí, se coló hasta la cocina.

Su participación era casi siempre en los minutos finales de partidos perdidos, cuando ya había muy poco que hacer. Tanto es así, que de nueve partidos que disputó el serbio, en siete de ellos su equipo terminó perdiendo.

Con estos mimbres, el jugador colchonero cayó en el ostracismo total, y Cervera dejó de utilizarlo incluso en los cambios de la segunda parte, siendo adelantado por Malbasic, con todo lo que eso significa.

El técnico no se acordó de él hasta que la permanencia fue ya un hecho, y entonces sí, le regaló tres titularidades (entre las jornadas 35 y 37) que aprovechó para marcar su primer (y único) gol de amarillo, de penalti, en el intrascendente partido en El Sadar (que también palmó su equipo).

Así las cosas, terminada la temporada, terminada la cesión, y el balcánico regresaba con las mismas a la capital de España, donde era evidente que no tendría sitio con Simeone.