Repasando la historia cadista en 100 años, no encontraremos muchos jugadores de mayor calidad que éste. Sin duda, el argentino fue uno de los fichajes más acertados jamás hechos, y con un lugar privilegiado en la clasificación de futbolistas preferidos por la afición.

Con un físico muy débil (las letras de carnaval referentes a los muchos pucheros que demandaban sus flacuchas piernas podrían llenar unas cuantas páginas), se movía por el campo casi sin pisarlo, pero con el balón pegado a los pies, sin que nadie se lo pudiera quitar. Tenía un repertorio de regates espectacular, y una pegada de balón simplemente celestial. Otro jugador con un guante en sus botas, y eso que era diestro.

Llegado en el mercado de invierno, si el Cádiz tuvo alguna vez la más mínima oportunidad de evitar el descenso de la temporada 2005-2006, dependió por completo de sus diabluras por el campo. Apenas hacía unos meses que había llegado, y ya tenía a varios equipos peleándose por sus servicios. Mallorca, Betis o Getafe parecieron tenerlo ya atado sin conocerse todavía en qué categoría jugaría su todavía actual equipo.

Consumado el descenso en Getafe (pese a su espectacular partidazo, con gol de bandera incluido que, durante unos minutos, nos dio alas), parecía que su marcha era inevitable. Incomprensiblemente, y para alegría de la afición, Lobos permaneció en el equipo, con la esperanza de que fuera el estandarte de un pronto retorno a Primera.

La Segunda División fue un suplicio para él. Las patadas le volaban por diestro y siniestro, sin contemplaciones. Su referida escasa envergadura no le trajo más que problemas, y se pasó más tiempo en la enfermería que en el césped. Sus ausencias bajaban de forma notable el rendimiento del equipo. De repente, el que apuntaba a nuevo Mágico quedaba empequeñecido.

Y finalmente comienza con el equipo la maldita temporada de 2007-2008. Sus lesiones alejaron a los moscones de él el año anterior, por lo que apenas se habló de su fichaje. En su tercera temporada en el Cádiz, pareció adaptarse mejor a la división de plata. Sin embargo, el equipo no terminaba de carburar, con cambio de presidente y entrenador incluidos. Pese a ello, llegó el mercado de invierno, y sin previo aviso, se anunció su traspaso. La afición no daba crédito. Cualquiera hubiera entendido que tras su sensacional media temporada en Primera, el argentino hubiera volado (por una buena cantidad de dinero, por cierto), en pro de un futuro mejor para él y de un buen negocio para el club. Pero en este momento, en el que el equipo peleaba por volver a Primera, y cuando el caché del argentino estaba más devaluado....la directiva lo traspasa al Tigres mexicano. Aquello sonaba a cualquier cosa menos a un salto cualitativo en la carrera del jugador. Un operación inexplicable que sólo vino a engrosar todavía más la locura demencial y el sin sentido de aquella insufrible temporada.