Aunque estuvo poco tiempo en el Cádiz, Dani Miguélez dio muchos titulares a la prensa.

Portero concebido en la cantera cadista, venía a rellenar el hueco dejado por Raúl Navas, en una afición harta de ver que nada salía de sus escalafones inferiores. Tras una cesión del todo infructuosa al Granada (no jugó ni un minuto en liga), regresó a Carranza, donde formó parte de la plantilla que ascendió a Segunda, como suplente de Casilla, que estuvo sensacional toda la temporada.

Pero un año después, la cosa se puso más fea para el guardameta catalán, que tuvo actuaciones muy discutidas. Dani empezaba a ganar peso en el vestuario, y la afición, ante el desastre de Zlamal, y la irregularidad de Casilla, pedía ver al portero de casa, "peor no lo puede hacer". El mismo Dani, a cara descubierta, tras un partido muy duro de su compañero en Carranza (pitado e incluso insultado por su propia afición), puso en aprietos al mismísimo Espárrago declarando "si no juego ahora, no se cuándo lo voy a hacer".

Eso le costó algunas semanas de castigo, en las que el uruguayo incluso recuperó al arquero checo para las convocatorias.

Cumplida su "condena", el mister sudamericano finalmente se decidió por él para el tramo final de liga. Tuvo actuaciones brillantes, lo que terminó de poner a sus pies a la hinchada. A pesar de eso, el joven gaditano no estuvo a la altura cuando el descenso se consumó, y no devolvió el cariño recibido, por ejemplo en Huesca, donde no se dignó a saludar a los valientes que se habían cruzado toda España para volver sabiendo que el descenso era ya casi automático.

Con este clima, el gaditano estaba fuera del equipo ya que acaba contrato. Pero terminó convirtiéndose en uno de los "fichajes" del verano, tras confirmarse su renovación, que se llevó a cabo poco antes de la entrada de los administradores concursales. La llevó Muñoz personalmente con el guardameta, que, habiendo jugado muy bien sus cartas, pasó a ser uno de los mejores pagados de la entidad.

Tendría la competencia por el puesto con Alvaro Campos, con el que la relación era algo más que tensa. Vidakovic empezó contando con él (aunque le dio algún banquillazo) y Jose González parecía también que lo consideraría portero titular, pero sorprendemente, le dio partidos al valenciano.

El clímax de los líos en la portería se alcanza en febrero, en Yecla. Dani Miguélez, titular de nuevo, sufre una brutal patada de un descerebrado del Yeclano, que lo patea salvajemente cuando el meta hace tiempo que tiene el balón entre sus manos, provocándole un severo traumatismo en brazo y clavícula, que requiere de intervención quirúrgica. El guardameta, tras someterse a varias pruebas, queda descartado para varios meses. El club piensa en presentar el caso a la Federación como una lesión de larga duración, para que permita el fichaje de otro guardameta fuera de plazo.

En una decisión tan extraña como esperpéntica, el organismo regulador da el OK a la operación siempre y cuando se tenga el visto bueno del portero. El guardameta, sin embargo, se niega, defendiendo que tiene contrato y que se ve llegando al tramo final de liga, pero provoca la ruptura de las negociaciones de su renovación (terminaría saliendo ese 30 de junio). La afición entiende el gesto como un acto muy egoísta por parte de un canterano, incluso el mismo Jose González se lo recrimina en público, pero Miguélez no se echa atrás, y González se resigna a quedarse únicamente con Alvaro Campos como guardameta, y Ricardo, que actúa en el filial, como recambio. El valenciano, que ha tenido sus más y sus menos con la afición (que, cansada de no recibir nada de sus jugadores en los últimos años, no perdona ni una), que le había pitado en algunos partidos, a lo que él respondió con unas polémicas declaraciones ("en el Cáidz se le pitaría hasta a Iker Casillas") se queda en solitario para defender el marco. El canterano cadista no volvería a ser convocado hasta la promoción contra el Mirandés, aunque la vería desde el banquillo.

Así pues, al llegar el 30 de junio el gaditano se encontraba sin contrato. La llegada de Quique Pina al club amarillo le cerró completamente las puertas. Se marchaba del Cádiz tras tres temporadas en las que no llegó a sumar 30 partidos de liga.

El cancerbero pensó que podía fichar por un equipo de superior categoría, aunque finalmente, ante la ausencia de ofertas concretas, tuvo que aceptar firmar con el Poli Ejido (entrenado por Raúl Procopio) a dos días de comenzar la competición. El equipo almeriense se disolvía en enero por sus problemas económicos, y en dicho mes el gaditano firma por el Andorra, que bajaría a Tercera.

A la temporada siguiente no encontro acomodo en ningún equipo y quedó libre hasta diciembre, en el que firma por un equipo de Malta, liga semiprofesional.