Gastón Casas llegaba al Cádiz con dos ascensos a Primera en su currículum (Betis y Recre), y un buen número de goles anotados en las ligas argentina y española, en la que en su último curso, había hecho un estupendo papel en el Elche. Sin ser excesivamente habilidoso, ratoneaba por el área, siempre en el sitio oportuno para hacer gol. Su historial le hacía ser uno de las incorporaciones más aclamadas por los socios.

Pero como casi todo lo que hubo en el club en la temporada 2007-2008, no funcionó. El bonaerense era uno de los fichajes estrella de la temporada, el hombre que se suponía, junto con Dani, iba a ser la referencia ofensiva en ataque, pero a pesar de disputar 30 partidos, sólo llegó a hacer cinco dianas en toda la liga.

Al margen de sus números, la afición nunca le perdonó, y poco a poco eran más los enfadados con él. El respetable entendía que mostraba una indolencia impropia de un jugador profesional, inaceptable en un equipo que, llamado a pelear por lo más alto, se iba hundiendo irremisiblemente en la tabla hasta el fatal desenlace.