Portero sobrio y poco dado al "postureo", llegó al Cádiz siendo muy joven, siendo suplente de hombres como Catalán, Cedrún o Bermell. Finalmente, dio el salto a la titularidad en la temporada 87-88, la mejor de la historia del fútbol gaditano.

Su rendimiento ese año le vale para fichar por el Málaga, donde jugó dos temporadas sensacionales, a la conclusión de las cuales, no pudo evitar el descenso de su equipo a Segunda en una agónica tanda de penalties en la promoción.

No obstante, su saber estar bajo los palos y su seguridad llamaron la atención de Toshack, que lo fichó para el Real Madrid, buscando un portero de más centímetros que Paco Buyo. Sin embargo, y pese a estar cuatro temporadas en el club merengue, siempre quedó a la sombra del de Betanzos.

Concluida su etapa como madridista, regresa a Andalucía para enrolarse en el Betis, y firmar su mejor temporada, que le llevaría a alzarse con el Trofeo Zamora. La siguiente temporada también sería indiscutible en el Villamarín.

Su tercera temporada en Heliopolis apenas jugó, y volvió a su Madrid natal para firmar por el Atlético, con el que en dos temporadas, estuvo casi inédito, ya que fue el suplente de Molina.

Tras colgar los guantes, se hizo entrenador de porteros, llegando a ocupar ese cargo en la selección española y en el Real Madrid.

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