Su llegada al club fue bastante complicada, y generó una importante polémica con el San Fernando, ya que ambos clubes se disputaban sus derechos.

El chiclanero llegó al club azulino en la temporada 60-61, militando en la categoría de plata. Al año siguiente marchó cedido al SD Arenas. Tras esta temporada en Aragón, el jugador retorna a Cádiz para fichar por el club capitalino. El jugador aseguraba en DIARIO DE CÁDIZ que su contrato con los isleños era amateur, que había quedado libre el 30 de junio, y que además, el Cádiz había presentado antes toda la documentación.

Por su parte, la directiva presidida por Márquez Veiga publicaba, en el mismo medio, una nota en la que se defendía de las acusaciones de "cazador furtivo" que se habían vertido contra él, y demostraba que había seguido todos los pasos correctos: comprobación de que el contrato anterior era amateur, y que en el plazo estipulado, el futbolista no figuraba como profesional con contrato en vigor (o "a opción") en ningún club.

Finalmente la Federación dio la razón a los amarillos, que cedieron al centrocampista al Balón de Cádiz durante unas semanas, para recuperarlo a final del año 1962, para permanecer seis campañas en Carranza, en las que jugó 140 partidos ligueros.