Canterano cadista desde que era un niño, su perfil es el de mediapunta o centrocampista creativo.

Fue creciendo hasta llegarle la alternativa en 2008, cuando debuta con el primer equipo en una visita al Sevilla Atlético, en Segunda División. Sería la primera de las cuatro temporadas en las que permanecería en el primer plantel. Sin duda, su mejor campaña fue la 2008-2009, en la que tuvo su papel en el ascenso.

A partir de ahí, su estrella en Carranza se fue apagando. Al año siguiente de nuevo en Segunda tampoco gozó de grandes oportunidades. Frente a Real Unión, en el coliseo gaditano, un gol suyo que valió una victoria, parecía elevarlo a la primera línea de batalla, pero fue sólo un espejismo. El cambio de entrenador tampoco le sentó bien, y tras ciertas probaturas de Espárrago, se quedó toda la segunda vuelta en blanco.

Al regresar otra vez a Segunda B, parecía de nuevo que su concurso sería vital. Así lo pareció mientras estuvo Vidakovic en el banquillo, pero con la llegada de Jose González pasó al absoluto ostracismo. En el verano siguiente, con la llegada de Pina y la continuidad del técnico, su salida no fue una sorpresa para nadie.