Absolutamente al contrario de lo que ocurrió en la pasada campaña, el Cádiz parece este año haberse empeñado en hacerse fuerte en casa, y pescar fuera lo que pueda caer. Normalmente, mucho mejor estrategia que lo arriesgado de fiarlo todo a ganar fuera. Otra victoria hoy, frente al Girona, vuelve a dar esperanzas a los amarillos, que al menos esta noche, dormirán fuera de descenso.
Empezó finalmente el partido como estaba programado, y es que durante la tarde se flirtreó con la posibilidad de la suspensión debido al fortísimo viento de levante. Con tres fichajes del mercado de invierno como titulares (lo de Escalante ha sido hoy un escándalo y tiene pinta de que va para rato), demostrando la falta que le hacía a este equipo sumar calidad, el partido se puso de cara enseguida. Los locales salieron mucho más enchufados, concentrados y mordiendo desde el principio.
Tanto es así que no habían pasado ni seis minutos cuando ya se mandaba uno cero. Escalante, tras un semifallo, recogía la excelente jugada trenzada por los de Sergio, y que Ocampo dibujó con un excelente pase desde la izquierda tras dejar tirados a dos contrarios. Alegrón en Mirandilla que así se quitaba el frío que daba el dichoso vendaval.
El tanto inicial espoleó más aún a los ganadores, que tuvieron muy cerca el segundo al poco rato. Primero Iza, que vio como el arquero contrario le escupía un trallazo raso que iba para dentro, y luego una contra que los amarillos no supieron aprovechar en clara superioridad de cuatro para dos.
Sí se aprovecharía la jugada que llegó en el minuto 34 cuando Bongonda (que está creciendo muchísimo) robaba un balón en la medular, lo llevaba a zona de peligro y habilitaba a Sergi Guardiola, que demostró lo que es un delantero de Primera (de nuevo, que falta hacía calidad en este plantel). Por mucho que Gazzaniga rozó el balón, no fue suficiente. Éxtasis en la grada que no se creía la comodidad con la que se imponía su equipo.
La segunda parte fue un tostón insufrible, algo realmente duro de digerir para el espectador neutral. Es decir, poesía visual para los aficionados cadistas, que asistían atónitos al paso de los minutos sin que nada pasara en ningún área. Justo lo que necesitábamos en ese acto del partido. Los gerundenses por su parte, eran incapaz de preguntarle la hora a Ledesma, que apenas tuvo dos sustos (cabezazo de Romeu y derechazo de Roca y poco más).
Con la retahíla de cambios y el levante a todo trapo, los cadistas se ordenaron muy bien en defensa e impidieron que nada reseñable pasara. Nada reseñable hasta que se pitó el final del choque, ahí sí. Tres puntos más goal-average ganado y vuelta a sacar la cabeza por encima de la superficie, esperando que esta semana el fútbol nos de unos resultados un poquito más favorables. Pero así, se tiene licencia para soñar.
Foto: cadizcf.com