05 de mayo de 2024
Ficha en la web:
No vamos a perder mucho tiempo en la crónica de este partido porque a casi ningún cadista le puede interesar ya. Total, es la misma de todo el año. La de los 23 goles a favor en 34 partidos, unos números de regional. El Cádiz tuvo la mejor oportunidad que tendrá en siglos de asaltar el Bernabéu, con un rival al completo de suplentes, que le puso la alfombra roja y que no quería complicaciones, pero la insultante falta de pegada de los amarillos terminó con los madridistas haciendo tres goles, casi sin querer, casi con desgana, como no teniendo más remedio que hacerlo ante la incomparecencia de su adversario.
El partido...y casi la temporada se resumen en las dos o tres acciones de peligro que los merengues, que andaban entre la siesta y la prudencia ante el duelo muchísimo más importante que tienen en días frente al Bayern, permitieron a los visitantes, especialmente personificados en la figura de Militao, claramente aún falto de ritmo tras su lesión de larga duración. En el minuto 32 el central brasileño permitió el robo de balón de Sobrino que, como suele ser habitual en él, se quedó sin luces cuando ya encaraba al meta Courtois, permitiendo que Nacho llegara antes que él.
Antes del descanso Escalante tuvo la suya, en un córner en el que nadie se molestó en marcarle. El argentino, a años luz de una de las piezas fundamentales de la permanencia de la pasada campaña, cabeceó fuera sin oposición alguna.
Y llegamos así al minuto 50, en el que vimos 60 segundos que insistimos, resumen la temporada del Cádiz y el fútbol mismo. En la medular del campo Militao vuelve a pensarse que tiene 20 años y dos rodillas sanas, y da todo el tiempo del mundo a Chris Ramos a que le robe la pelota y encare al arquero madridista con todo el tiempo del mundo para pensar. Demasiado quizás, porque la elección del gaditano no pudo ser peor. Ni regate a un lado, ni picada por encima...nada...balón al muñeco de un portero que llevaba casi un año entero sin jugar. En el contragolpe de esa jugada, Brahim hace dos regates en una baldosa y pone el balón por la escuadra. Todo el esfuerzo y toda la ilusión, al garete otra vez.
El cúmulo de desprópositos no acabó ahí. El 2-0 llegó tras la enésima pérdida (muchos avisos hubo) del Cádiz, que creyéndose el Girona o más aún, se empeñaba en sacar la pelota jugada desde atrás, olvidándose de quien tenía delante. Robo apenas a unos metros de la frontal (hay que estar muy loco o muy seguro para andar jugándosela ahí frente a todo un Real Madrid) para que los delanteros blancos, más por obligación que por deseo, alojaran el cuero otra vez en la red de Ledesma (que también nos dejó ayer un recital de errores que hacen imposible reconocerlo con quien fue la campaña pasada).
El show lo terminó Pellegrino en el banquillo, como es habitual, reaccionando tarde y mal, sin dar un solo minuto a Guardiola o Roger (debe haber algún sitio donde se pueda denunciar legalmente lo de Maxi Gómez) y sin bombear una gota de sangre a los suyos desde el banquillo. Necesitaría tenerla él en primer lugar.
El 3-0, de nuevo con más pereza que otra cosa, de los locales, fue el epitafio del partido y de la temporada, para unos y para otros.
Foto: Real Madrid