Pues fin de la temporada. Ni por arriba ni por abajo. El Cádiz decidió hoy no aprovechar la alfombra roja que le habían puesto los rivales por el playoff, y con toda su educación, declinó la oferta de sumarse a esa pelea. Un planteamiento nefasto del entrenador y un rendimiento pobrísimo de los jugadores (especialmente arriba, donde la campaña es un drama) finiquitaron las opciones, que se habrían disparado de haber ganado, de poder pensar en grande.
Una primera parte inentendible tácticamente y de actitud, con el Tenerife dominando de principio a fin, hicieron que el Cádiz entrara al partido con solo 45 minutos reales para poder competirlo, porque en el primer acto no se presentó. Así acabó la cosa, sin ninguna ocasión ni tiro a puerta de los amarillos. Por no estar, no estuvo ni Ontiveros, desconodido toda la tarde. El equipo de Alvaro Cervera, por su parte, fue poco a poco, construyendo su juego y sin grandes alardes, encerró a los amarillos en su campo.
El gaditano Luismi Cruz hacía estragos por su banda, y los chicharreros eran los únicos que mostraban capacidad de adelantarse en el marcador. Ya avisaron varias veces en las que David Gil tuvo que intervenir, y posteriormente en una oportunidad clarísima de Waldo en el minuto 22, hasta que en el 25, habría de llegar lo que se veía inevitable: una falta lanzada por el mencionado Cruz se envenenaba de tal manera que Alcaraz, que llegó un poco tarde, la cabeceaba "magistralmente" al fondo de la red. Fuera obra del rival o en propia, era lo que el equipo visitante había elegido que pasara con el decorado que había montado, no podía aspirar a otra cosa.
Faltaba aún casi la mitad del primer acto. Se podría pensar que los de Garitano reaccionaron, teniendo tanto tiempo por delante, pero ni atisbo. Solo la limitada capacidad del equipo local, que por eso anda donde anda, evitó que se hiciera más sangre y decidir ya el duelo antes del descanso.
En el intermedio, el míster cadista dejó a la claras que se había equivocado severamente, y dejó en la caseta a Sobrino (telita) y a Matos (a esta hora de la noche nadie ha conseguido entender todavía su papel en este partido como "extremo"), dando entrada a Carlos Fernández y Melendo. Evidentemente, aquello tuvo su efecto y desde el principio los gaditanos, ahora sí, salieron a por el partido y encontraron las vías que antes ni habían buscado. Solo en los primeros cinco minutos ya hubo más peligro que en toda la primera mitad.
Si bien mejoró la actitud, lo que no lo hizo fue la claridad para encontrar el camino al gol, que le cuesta un mundo a este equipo. Fabrica muy pocas ocasiones, y cuando las hace, no tiene quilates arriba para convertirlas, como pudimos comprobar mediado el segundo acto. En el minuto 67, Ontiveros lanzaba una falta que se envenenaba, obligando a Edgar Badía a realizar un despeje defectuoso que quedaba a los pies de Carlos Fernández. El sevillano (del que tendremos que hablar algún día, ya que va camino de convertirse en el Maxi Gómez de este año) la marró inexplicablemente, cuando apenas estaba a dos metros del arco. No pasó ni un minuto, cuando Chris Ramos encaró solo al meta tinerfeño, dando tiempo a que dos defensas le estorbaran, y mandara el balón a las nubes cuando miraba la portería de frente. Desesperante.
Poco quedaba ya que perder, así que Gaizka dio entrada a Alex Fernández, para perder un pivote defensivo. El acoso amarillo iba in crescendo y por fin, en el minuto 78, tuvo su recompensa: Ontiveros era trabado en falta dentro del área, y el colegiado no dudaba. Pena máxima que Alex convertía, haciendo el empate.
Parecía que cambiaba el aire y durante unos minutos, albergamos esperanzas de luchar por un sueño. Pero fue solo un espejismo. El partido se abrió y se convirtió en un correcalles en dos direcciones, que el Cádiz no supo aprovechar. Lejos de eso, permitió que su rival se beneficiara de la situación, y en una contra en el minuto 84 que pilló totalmente desubicada a la zaga amarilla, Enric Gallego recibió un pase a medida, que el veterano delantero no desaprovechó. La diferencia entre tener un goleador nato (aunque sea ya veterano) y no tenerlo.
Los intentos del Cádiz de ahí al final fueron en vano. Se veía desde el primer minuto que el día estaba de que no, y así fue. De haber ganado, tras las derrotas de Racing, Oviedo, Huesca y Almería, nos habríamos puesto a tan solo cuatro puntos del playoff de ascenso, y con el siguiente partido en casa. Incluso un empate habría dejado las cosas pendientes del goal average. Pero es que así es imposible. Se van a hacer muy largas las jornadas que quedan.
Foto: cadizcf.com