El Cádiz ha vuelto a Primera, quince años después de su último ascenso a Primera. De nuevo, cuando lo que se perseguía era al menos entrar en el playoff, los amarillos han dado la campanada, tras una primera vuelta excelsa, y sabiendo luego administrar su ventaja en esta anormalidad post-confinamiento que siempre condicionará esta liga. Pero es un hecho que el Cádiz es ya equipo de Primera. 

Aprovechando esta hazaña, rememoramos los cinco anteriores ascensos.

TEMPORADA 1976-77: por fin el Cádiz consigue subir a Primera División. Desde aquella aciaga tarde contra el Real Murcia en 1940, en la que con un empate que se hubiera conseguido, los amarillos habrían accedido a la máxima categoría, se llevaba esperando este momento. El Cádiz viene de hacer grandes temporadas en la década de los 70 (a excepción de la 75-76), pero su juego preciosista no obtiene el premio que merecía. En la primera temporada de De Diego como presidente, el mandamás se arriesga y ficha a Enrqiue Mateos como técnico, que a la postre sería la clave de este logro. La apuesta por un técnico con nuevas ideas, que no venía "maleado" de otras experiencias previas. Combinando muy bien, como no puede ser de otra manera en Cádiz, a jugadores ya veteranos que aun quedaban en la plantilla (como Carvallo o Ibáñez) junto a los nuevos valores en alza (un Botubot desbocado que ya en enero fue arrancado de Carranza por los grandes, Escobar, Rosado, etc...), va consiguiendo poco a poco armar un equipo se haría sólido con el paso de las jornadas, después del necesario tiempo de aclimatación.
La segunda vuelta del equipo es simplemente brillante, especialmente en su comienzo, lo que le lleva incluso a ser líder de la tabla un par de semanas. A pesar del bache habitual en época de carnavales, con durísimas derrotas frente a Sporting y Rayo, rivales directos por el ascenso, los amarillos sabrían gestionar su ventaja, y se plantaban en la última jornada dependiendo de ellos mismos. El Oviedo, con 43 puntos, es el único que puede amenazar que los cadistas (con 44 puntos) queden entre los tres primeros. Para mayor suerte, el rival cadista, el Terrassa, llega a la última jornada sin opciones, tras caer frente al Castellón. De haber ganado dicho partido, los catalanes podrían haber soñado con subir también ganando en Carranza. Pero el que ganó fue el Cádiz, que se iba al descanso ya con una victoria clara. Por si acaso, los asturianos ayudaban fallando en su partido. Fiesta en la segunda parte que acaba con la invasión de campo, y las imágenes de Enrique Mateos llorando de pura emoción y humildad a hombros de una afición que le amaría para siempre.
Merece la pena en este momento revisar la biografía extendida del entrenador madrileño, en el que profundizamos aún más en este histórico ascenso.

TEMPORADA 1980-81: será seguramente, materialmente imposible contar más de lo que se ha contado ya de este ascenso, culminado en aquel partido mágico, para la historia, en el Elche-Cádiz. Una temporada entera contando con canteranos, después del decepcionante bienio con Roque Olsen, que vienen a suplir los recortes y carencias de un club que está técnicamente en quiebra, como tantas veces. De soñar con ascenso, ni hablamos. Pero claro, es que hablamos que la legión de canteranos que había entonces incluía a Pepe Mejías, Juan Jose, Escobar, Mané, Luque, Chico Linares, Chano...Y si antes hablábamos de la figura de Mateos como entrenador, aquí teníamos a Milosevic, seguramente el técnico con más importancia histórica, que más padre de sus jugadores fue, en la centenaria historia amarilla.
Al llegar al ecuador de la competición, el Cádiz toca fondo. Irigoyen se plantea cesar al preparador yugoslavo, pero los jugadores convencen al presidente para que no lo haga. El resto, es historia. A diferencia de lo que suele ser habitual, el Cádiz resurge en el mes de febrero, sumando 11 de 12 puntos posibles. A partir presentó sus credenciales para llegar a la cacareada final del "Nuevo Estadio" de Elche. Tenemos un reportaje amplísimo de ese ascenso que no reproducimos aquí, sino que invitamos a leer y disfrutar de nuevo, al calor de esta alegría que nos acabamos de llevar.

TEMPORADA 1982-83: un retorno más que rápido. El Cádiz no pudo aguantar la categoría tras el subidón de Elche, pero enseguida volvió por sus fueros, y ya establecido y estable en el fútbol español, rebotó de nuevo con las mismas hacia Primera. Pero no fue nada fácil. La primera vuelta del equipo amarillo fue muy irregular, siendo benévolos, y a duras penas se conseguía enlazar dos triunfos consecutivos. Pero ahí seguía Milosevic, que sin levantar la voz una sola vez, fue capaz de reconducir la situación. El parón navideño vino de maravilla al equipo, que volvió con nueva mentalidad en el año nuevo, y se agarró a la media inglesa de ganar en casa y empatar fuera, para ir creciendo en su juego y sobre todo, en la clasificación. 
El espectacular estirón final del Cádiz, que vence en los últimos cinco partidos de liga, concluye con un ascenso que parecía casi imposible en invierno. Victoria por 2-0 ante el Rayo, goleada a domicilio al Castellón (1-5), y las victorias frente a rivales directos como Palencia (1-0) y Mallorca (1-2) hacen que el Cádiz se plante en la última jornada de liga con opciones.
No obstante, los gaditanos parten en desventaja de un punto frente a Mallorca y Deportivo. Los cadistas por su parte, tienen que sacar su partido adelante frente al Elche, contra el que ya ascendieron dos años antes. A veces el destino es caprichoso. Los ilicitanos tienen una oportunidad de oro de vengarse, pero los de la Tacita no dan ninguna opción y machacan a su adversario (que maquilla el resultado en el descuento).
Con todo resuelto en Carranza desde bien pronto, el partido se juega con los transistores, en los campos del Castilla (donde viaja el Mallorca) y del Deportivo (que recibe al Rayo). Pese a que ambos juegan contra rivales que ya nada tienen que decir, bermellones y blanquiazules caen estrepitosamente, dejando vía libre para que el Cádiz se proclame subcampeón y lleve la locura y el éxtasis a las calles de la ciudad.

TEMPORADA 1984-85: un ascenso maldito, tratándose del que sigue siendo el más holgado de largo en la historia cadista. El Cádiz CF vive instalado en el ascensor. Tan pronto asciende a Primera, como se muestra incapaz de retener ese preciado bien. En la temporada 84-85 toca volver a subir. Para ello, Benito Joanet tiene un equipo difícilmente mejorable, plagado de estrellas criadas en el vivero cadista (entre los que destacan los hermanos Mejías, Escobar y Manolito, por citar algunos), a los que acompañan nombres de la entidad de Superpaco, Elías Benito o Vojinovic. Con estos mimbres, no es que el Cádiz se paseara, pero casi. Casi desde el inicio de la temporada parece claro que nuevamente, la ciudad gaditana va a vivir un ascenso al cénit balompédico nacional. El Cádiz va sacando sus partidos en su mayoría de forma brillante, con grandes goleadas en algún caso, destacando el inolvidable 7-2 frente al Deportivo, con sendos hat-tricks de los hermanos Mejías. Este equipo sería el germen del Cádiz más exitoso y estable, que estaría ocho temporadas consecutivas en Primera.

La escuadra gaditana llega al último tramo de liga con los deberes hechos. Ya no se habla de ascenso, sino de en qué partido se consumará el mismo. Y parece que la fecha definitiva será el 21 de abril, día que los amarillos reciben al Castellón. Una victoria en Carranza asegura matemáticamente la plaza en Primera. Pero puede decirse que casi desde el principio, el partido está predestinado a acabar en tragedia. Además de caer derrotados frente al Castellón en el peor encuentro del año, la tarde se volvió en desgracia cuando a los cinco minutos una bengala impactaba en el cuerpo de Luis Montero, socio cadista, que fallecería poco después en el hospital. Un horror que empañó por completo la mejor temporada del Cádiz en Segunda, al que le sobraron nada menos que cuatro jornadas de liga para asegurar su ascenso.

Foto: kikofotografo.com

 

TEMPORADA 2004-05: ya casi se nos había olvidado como era esto. Después de veinte años del último ascenso, y nada menos que nueve larguísimas temporadas en Segunda B, pensar en Primera División parecía ya un recuerdo que se perdería en el tiempo, contando de padres a hijos. Pero llega la locura del Cádiz de Jose González, que nos saca del pozo y nos asienta en la división de plata. El técnico gaditano se marcharía a buscar mayor suerte en Primera, y regresa al banquillo amarillo todo un clásico como era Víctor Espárrago. Muchos pensaron que ya no estaba para estas lides, que equivocados estaban. Un Cádiz en absoluto estado de gracia, dirigidos por un Oli colosal e incombustible, pero con un equipo de mucho valor rodeándole (los goles de Sesma, la seguridad de Paz y De Quintana, la explosividad de Enrique, la garra de Raúl López, la magia de Manolo Pérez....), el Cádiz presentó su candidatura cuando entre noviembre y diciembre gana siete partidos seguidos. A partir de ahí, toda la temporada en puestos de ascenso directo. 
La hazaña se consuma nada menos que en Chapín, un sueño que ni el más optimista de los cadistas habría escrito. Oli y todo el cadismo mandaron ese mísil a la portería xerecista, que hincaron la rodilla ante el campeón de la categoría.