Jugador de cierto renombre (entre otros, vistió las camisetas de Racing, Mallorca y Valencia), llegó a ser internacional absoluto por España.

Como entrenador, inicia su carrera en banquillos profesionales en el Castellón, en una situación muy similar a la que llega al Cádiz. Se hace cargo del equipo orellut en la jornada 34, y consigue la clasificación para el playoff, donde luego ascendería tras eliminar en la promoción al Universidad de Las Palmas y al Zamora. Sorprendentemente, no seguiría un año después en Castalia.

En la campaña posterior le toca de nuevo acudir en rescate de un equipo al que no le van las cosas bien. En su caso, el Almansa. En esta ocasión, tras estar toda la segunda vuelta en la escuadra manchega, no consigue evitar el descenso a Tercera.

En el siguiente ejercicio, 2007-08, empieza esta vez sí desde el principio en el Alicante, si bien, no cumpliría toda la liga, ya que es cesado en la jornada 31, tras caer fuera de los puestos de playoff. Su sucesor conseguiría el campeonato del grupo III, pero no el ascenso en los citados playoffs.

Tras un año en blanco, vuelve a sentarse en un banquillo desde la jornada inicial, la Cultural Leonesa. Esta vez sí, Cervera completa el curso entero, consiguiendo un meritorio segundo puesto. Lamentablemente, el cuadro leonés caía a las primeras de cambio en el playoff, apeados por el Sabadell.

Al año siguiente se hace cargo del Jaén, tras la espantá de su técnico en la primera jornada. En un caso similar, el guineano consigue alcanzar la promoción, pero se queda a mitad de camino, tras eliminar al Palencia pero perder ante el Barcelona B. Cervera renunciaría al año de contrato que tenía de forma automática por haber clasificado entre los cuatro primeros.

En la campaña 2010-11, comienza dirigiendo al Real Unión de Irún, pero su irregularidad le hace caer al término de la primera vuelta, con el cuadro vasco entrando y saliendo de los puestos de playoff.

Llegamos a la temporada 2011-12, en la que sin duda fue la más sonada del nuevo técnico cadista. Por primera vez en su carrera es llamado por un club de Segunda División, el Recreativo. En mitad de la temporada, y con el Decano navegando en aguas tranquilas en la tabla, protagoniza una escena dantesca: se baja del autobús en el que viaja el equipo para un partido para negociar su salida para entrenar al Racing de Santander, su equipo insignia como jugador, ahora en Primera. El tiro le salió por la culata: el cuadro cántabro terminaría descendiendo, y su imagen, muy dañada por esa foto.

Sin embargo, el destino habría de resarcirle poco después. Al año siguiente ficha por el Tenerife, su otra "tierra natal", donde encontraría sus mayores éxitos. Estaría tres campañas seguidas, que incluirían el ascenso a la categoría de plata, y posterior permanencia en la misma.