Otro fichaje imprescindible para la permanencia del equipo amarillo y que subía, de que manera, el pauperrimo nivel de la plantilla. Debuta ya con gol frente al Valencia en Copa, y enseguida se pone el mono de trabajo para ayudar a los suyos. Ya en el robo sufrido en Mallorca deja muchas acciones que se quedaron cerca del gol, y en general, transmitía peligro en casi todos los balones que tocaba.

A veces en la banda, a veces haciendo de enganche (jugando por detrás de Negredo y Choco Lozano) y otras de delantero puro, siempre generaba peligro, siempre dejaba cosas interesantes. Presentó su candidatura a jugador importante en casa contra el Getafe, en el que además de sumar una gran actuación, dejó sus credenciales como ejecutor del balón parado (levantó a la grada con un lanzamiento de falta que se fue al larguero), anticipando las joyas que habría de darnos en esa parcela.

Empezó primero poniendo asistencias, como la del gol de Sobrino ante el Villarreal, que le valió para convertirse en titular indiscutible a partir de ese momento. Y de repente, el éxtasis. Su gol en el Camp Nou sirvió para conseguir una victoria de peso histórico en toda la vida del club, y de particular importancia para la permanencia, ya que cambió el signo de esta pelea en la competición, encareciendo muchísimo la salvación.

Con esta, encadenó tres jornadas seguidas marcando (Camp Nou, Athletic y Sevilla) siendo este último una obra de arte de dimensiones galácticas. Hasta el público local tuvo que aplaudir el extraordinario gol de falta directa que hizo el gallego, y que valió un punto que, como todos en este tramo final, era oro puro. Para ponérselo en bucle y disfrutarlo una y otra vez.

Por desgracia, tras la celebración de la permanencia, en la que tanto pesaron sus goles, el verano embarró las relaciones entre club, jugador y afición. El futbolista, deseoso de volver a su casa para ayudar al club de su corazón, el Deportivo, a subir al menos a Segunda tras el fiasco del playoff. El presidente, pillado por la promesa que le hizo a Pérez de que le dejaría salir en verano. Finalmente, el mandamás cadista cortó por lo sano y lo dejó en tierra, prometiéndole que en el mercado invernal, volverían a revisar su caso. La afición sin embargo, no entendió el movimiento del jugador, que tuvo que ver como el mismo público que le aplaudía unos meses antes, le dedicaba ahora una pitada monumental en el 0-4 ante el Athletic, cuando Sergio lo saca en la segunda parte sin nada ya que poder hacer (no estuvo muy fino ahí el técnico). No podía haber peor día, con el equipo hundido en la tabla y vapuleado en su campo.

Pero el gallego creía en su causa, y no cejó en su empeño. Tragó bilis, insistió en su profesionalidad, y la certificó con goles. Tanto fue así, que el día antes de su marcha, en casa frente al Almería, hizo el tanto que daba al menos un empate a los amarillos. Sergio González declara tras este encuentro que están intentando convencer a un "jugador diferencial" (pese a que no lo utiliza apenas de titular) a que se quede. 24 horas después, se oficializa el traspaso del delantero, ya por fin, a su deseado destino. El montante económico de la operación se acerca al millón de euros. Lucas Pérez pone una parte de su bolsillo (situación que deja clara la pasión del delantero por el Dépor) y el resto lo pondrá el Deportivo en cómodos plazos durante las próximas temporadas (nunca un club facilitó tanto un traspaso de un jugador diferencial). 364 días después, Lucas Pérez se despedía del Cádiz.