Sin duda, el jugador que personifica el desastre absoluto de temporada que fue la 23-24. Cero goles. Sí, uno de los delanteros principales del equipo se marchó de Cádiz sin anotar ni un solo gol. En 31 partidos. En caso 1200 minutos. Un caso digno de estudio y que nos enseña porque los presidentes no deben cobrar también como directores deportivos.

Lo que es realmente inexplicable es que tanto Sergio como Pellegrino le siguieran dando minutos, cuando jornada tras jornada demostraba que no estaba para esto. Ni hacía goles, ni tenía ocasiones, ni generaba peligro para otros compañeros. Fingir muchas agresiones y querer sacar faltas donde no había. Eso sí. Pero ya está.

Fue titular por primera vez en el campo del Betis, y parecía que el uruguayo nos iba a dar lo que le habíamos visto en otros equipos de la liga española. Craso error. De ahí en adelante no lo veríamos marcar como ya va dicho, aunque tuviera ocasiones clamorosas como el día en que se recibió al Real Madrid en casa.

Tras una yerma primera vuelta, Pellegrino sigue contando con él, incluso dándole la titularidad en partidos fundamentales como lo fueron el doble duelo frente a Celta y Rayo. No lo entendía absolutamente nadie: el charrúa no hacía goles ni en los entrenamientos.

Terminaría la temporada materializando una de las frustraciones más grandes de la hinchada, que no entendía que jugara primero, y que se fuera sin hacer un solo tanto en toda la campaña.