A falta de éxitos deportivos, el gran hito de esta campaña es el acceso a la presidencia de Manuel Irigoyen. Antiguo tesorero en la junta de De Diego, a la dimisión de éste sólo Irigoyen dispone el millón de pesetas necesario como aval, y ante la ausencia de otros candidatos, se sienta en el sillón presidencial. El presidente más carismático de toda nuestra historia comenzaba su andadura.

El club amarillo ha descendido en su debut en Primera, y toca levantarse. Una de las primeras decisiones que toma Irigoyen es la de contratar al desaparecido Roque Olsen, que puede presumir de un espectacular currículum en los banquillos, entre los que destacan los de FC Barcelona y Sevilla.

El Cádiz, que se ve con obligación de ascender, acusa la presión y se muestra muy irregular. Tan pronto es capaz de obtener un 0-5 en Barakaldo (mayor goleada a domicilio conseguida por el Cádiz en partido oficial de liga) como de empatar en Carranza frente al Tarrasa.

Las jornadas fueron pasando y quedó claro que aquel Cádiz iba a necesitar algo más que proceder de Primera para poder optar a pelear el ascenso.

Esta temporada habrían de debutar con el primer equipo muchos jugadores: Bernardi, Chico Linares, Luque, Caro o Juan Jose fueron algunos de ellos.

Como no podía ser de otra manera, Paco Baena fue el pichichi del equipo con ocho tantos, en un Cádiz muy goleador (fue el quinto mejor anotador de la categoría).