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2018-19 TEMPORADA 2019-2020  2020-21

TEMPORADA 2019-2020
2018-19    2020-21 

DATOS BÁSICOS RESUMEN DIRECTIVA Y PLANTILLA PARTIDOS CLASIFICACIÓN
DATOS RESUMEN PLANTILLA PARTIDOS CLASIFICACIÓN

RESUMEN

Esta tendría que haberse titulado la liga del sexto ascenso, del por fin ansiado ascenso a Primera década y media después. O si queréis, la liga del VAR, la primera en la historia del club en contar con la nueva tecnología de arbitraje.
Pero evidentemente, se nos quedará siempre como la liga del coronavirus, la liga de la pandemia y del confinamiento, que en realidad, dio lugar a dos ligas, la de antes y la de después.

No vamos a repasar aquí de nuevo, todo lo que fue aquella crisis. Todos lo vivimos y recordamos. Trataremos el hecho cuando lleguemos cronológicamente, cuando corresponda.

Comenzaba otro ejercicio el Cádiz sin definir muy bien cuál era su objetivo. Con Cervera un año más al frente de los mandos, de nuevo veníamos de la “decepción” de habernos quedado sin acceder al playoff de ascenso cuando lo habíamos merodeado toda la campaña. De nuevo se hablaba de permanencia cuando ya todos sabíamos que aquel no era el objetivo de un Cádiz que llevaba ya un trienio muy bien asentado en la categoría de plata. El discurso oficial sigue siendo moderado, pero se empiezan a vislumbrar mayores miras, que ya tocan.

La pretemporada estuvo marcada por el cambio en el Trofeo, en un último intento por salvarlo, celebrado esta vez con la presencia de equipos femeninos. Un gran golpe de efecto sin duda que trajo mucha atención mediática antes de los partidos, pero que luego, y a pesar de los gestos del club hacia la sección femenina, fue aplastado igualmente, como viene pasando muchos veranos ya, por la indiferencia y falta de interés que vienen sufriendo este tipo de competiciones. En la final apenas hubo 3000 personas en las gradas.

Y nos vestimos de corto. Aunque la ventana de fichajes, como siempre, cutrez máxima de nuestro fútbol, sigue abierta aún con la competición ya empezada, ya se empieza a dibujar lo que será la plantilla, al menos hasta el baile de nombres del mercado invernal.

Se producen varias salidas, necesarias para hacer sitio, como las de Dani Romera, Kecojevic, Jonanovic, Lekic...y llegan un largo listado de nuevos fichajes. Algunos serán vitales en la temporada, como Iza, Choco Lozano (que llegó en el último momento), Nano Mesa, Iván Alejo (fundamental en su papel de revulsivo), Bodiguer, Caye Quintana o Cala, junto a otros que tuvieron poca presencia durante la campaña, casos de Akapo, Rhyner, Jurado (lo del sanluqueño da para dedicarle un párrafo) o Quezada. Además de ellos, Javi Navarro, desde el inicio, se asienta como jugador del primer equipo, ante la acuciante falta de extremos, por más que Cervera los reclamara.

Así, la portería se mantiene intacta, así como la columna vertebral (con Garrido, Jose Mari y Alex). La defensa se apuntala con Cala, junto a los ya presentes Marcos Mauro, Fali y Sergio Sánchez (era entonces imposible prever su nulo protagonismo), y el lío en los laterales, con el derecho bien cubierto, pero con el izquierdo solo con el Pacha disponible. En los extremos estaba Salvi, y nada más, tras las bajas de Vallejo, Machís y Jairo. Todo un ataque a Cervera, que después de tres años, ya sabemos a que juega. Así que el técnico se “inventó” a Perea (ver abajo) y dio la alternativa a Javi Navarro, que emergía de filial, haciendo ver lo útil que era el ascenso del B a la categoría de bronce. A última hora caía el fichaje de Iván Alejo, todo un revulsivo que le arreglaría muchos partidos al técnico amarillo.

Para la mediapunta quedaban Perea, que finalmente terminaría jugando por la izquierda y brillando como nunca lo habíamos visto, y un Jurado que era toda una incógnita al llegar y que se terminó quedando en muy poca cosa, por ser benévolos.

Finalmente, en la delantera, tras unos años de sufrimiento insoportable en esta parcela, por fin parece que el club se pone con esto. En los últimos días llega Choco Lozano, después de que Cervera lo pidiera por activa y por pasiva, y con razón, porque sería de los delanteros más utilizados. Con él, están en la misma línea Caye Quintana y Nano Mesa. Una tripleta que esta vez sí, habría de conseguir los ansiados goles que tanto sudor costaron temporadas anteriores.


El comienzo liguero fue simplemente brillante, de hecho, igualaba el mejor hasta ahora. Desde el primer día se percibió que este Cádiz tenía algo diferente. Se había quitado el complejo de pequeño, y parecía estar tocado por una varita mágica. Cuando peor lo estaba pasando, sabía aguantar, hasta que algo pasaba, y todo se daba la vuelta. Una expulsión, un penalti, un gol de estrategia o contragolpe...todo siempre con la máxima de defender bien atrás. Ponferradina, Mirandés, Extremadura, Racing y Girona. Un poker de victorias para empezar, ponerse líderes y marcar desde bien pronto que este año, este año sí, el equipo amarillo va a por todas. Ni 50 puntos, ni “milongas”.

Que este año iba a ser distinto se veía en que la suerte había cambiado y se había vestido de amarillo. De esas cinco victorias, nada menos que tres (las tres últimas) llegaron en el descuento, gracias a la fe por supuesto del equipo, y a ese puntito de suerte que tienen los campeones. Por más que el Almería apretaba, los amarillos no cedían su primer puesto.

Cuando mejor lo estaba haciendo el Cádiz llegó el naufragio de Alcorcón, que mejor no recordamos. Por más horrible que estuvo el árbitro, Cervera aprendió la lección y se dejó de rotaciones y revoluciones.

Dicho y hecho, los amarillos demostraron, durante el mes de octubre, que este año la cosa iba en serio. Nada de tapados ni permanencias. Muchos vimos en el partido frente al Almería la señal clara de que a este equipo le acompañaba la suerte. Un rival fortísimo (jugaban segundo contra primero), en casa, que persigue el puesto de los amarillos. Se adelanta el Cádiz (vaya pase con el exterior de Salvi a la cabeza del Choco), pero en el minuto 75 los visitantes se quedan con uno menos, en la clásica penalti y expulsión. Cualquiera hubiera firmado el empate, y temido por la derrota tras semejante mazazo. Pero hete tu aquí que en el minuto 89 Nano Mesa apura la línea de fondo y la pone a un Pacha Espino que libre de marca, entra como un avión y hace el 1-2. En el campo del segundo. Tras el mazazo de antes. El que no quiera creer, allá él/ella.
Por si esto fuera poco, en las dos semanas siguientes los de Cervera ganaban al Huesca en Carranza, y a todo un Zaragoza en la mismísima Romareda. Rematando el mes mágico con otra victoria, también a domicilio, esta en Málaga (con el gol de Caye Quintana que fue elegido el mejor de todo el curso cadista). Líderes INCONTESTABLES, a ver quien es el bonito que habla ahora de permanencias o incluso de playoff. Por mucho que lo intentara hasta el mismísimo Cervera. Pero es que el Cádiz solo había empezado así de bien una vez en toda su historia. Con la victoria frente a Las Palmas, los amarillos sumaban su quinta victoria consecutiva, acumulando 31 de 36 puntos posibles. Los rivales, a once y doce puntos de distancia. Directos a Primera. De locos.

Lo cierto es que este insultante liderato funcionaba y probaba válido el método de Cervera, perpetuado durante sus años en el banquillo y criticado por muchos cuando las cosas no iban bien. El líder absoluto de la categoría, en puntos y goles a favor, era el último en lo que a posesión se refería. Toma ya.

Y aquí se basó el ascenso del Cádiz, en la brecha que abrió aquí y que luego fue como pudo manteniendo, estrechándose aquí y allá, pero siempre contando con la ventaja de su excepcional inicio de curso que, por cierto, nadie le había regalado.

En relación con lo anterior, en algún momento tenía que cortarse la racha y lo cierto es que lo hizo cuando menos lo mereció, en el campo del Albacete, con un gol en el descuento, y en uno de los partidos que más dominó y más tiró a puerta. De nuevo parecía confirmarse la teoría de que el Cádiz, mejor si le dominan y mata en momentos puntuales.

De ahí hasta el final del año natural, el Cádiz fue haciendo buena la media inglesa (hasta el duelo frente al Numancia que cerraba 2019, solo cedió dos empates en casa), salvando el partido de Fuenlabrada, en el que pasó de todo. Otra prueba de que este año todo era posible era la victoria, por fin, tantos años después, en el feudo del Oviedo, auténtica bestia negra de los amarillos. Los goles de Alex Fernández y Querol (que apenas había jugado unos minutos en toda la temporada) rompían el maleficio de tantos años.

Más allá de este resultado, los amarillos, asolados también por las lesiones, no pudieron mantener el ritmo (nadie puede mantenerse tan arriba tanto tiempo) y las distancias se redujeron a algo más lógico y acorde con la realidad, pero en todo caso, continuabamos mirando al resto de equipos siempre desde arriba. Un lujo cuando hablamos de rivales como Zaragoza, Huesca, Almería, Málaga, Elche, Deportivo, Tenerife, Oviedo, Sporting, Girona, Rayo....Hablamos de diez puntos con respecto al tercero después de esta jornada. Diez puntazos.

El 2019 terminaba con el partido frente al Numancia en Carranza, que no sabemos muy bien como calificar. Como pasaba en todas las derrotas del Cádiz, medió una expulsión amarilla (en este caso de Salvi, más que discutible) y los amarillos permitieron que el partido se convirtiera en un correcalles, que nada le convenía. 2-4, resultado de esos que a Cervera le provoca urticaria.

Y en estas empieza el 2020, que nos ofrecería, de largo, la cruz de la moneda en lo que a la liga del Cádiz se refiere. Se abre el mercado invernal en el que habría bastantes cambios, pero sin que ninguno fuera de gran impacto (como podríamos señalar por ejemplo el de Darwin Machís un año antes). Se marcharon jugadores que tenían un papel secundario o que directamente no contaban (casos de Querol, Sergio Sánchez, Caye Quintana, Javi Navarro) y llegaron Pombo, Alvaro Giménez y Malbasic. Los tres muy bien intencionados pero que no marcarían grandes diferencias.

Tras un insulso empate en Ponferrada (que de nuevo salvó Cifuentes), los amarillos caen en Copa frente a un Segunda B (aunque terminaría ascendiendo), y luego llega ese empate a tres contra el Mirandés tan difícil de creer. El Cádiz ganaba 3-1 en el minuto 93 y terminó cediendo dos puntos. Los fantasmas empiezan a aparecer por Carranza, y es que de verse casi en Primera, a empezar a oler de cerca a los perseguidores, suele tener un efecto muy negativo en el que sigue siendo líder, mientras que el llega desde atrás se anima. Cervera, visionario como siempre, avisa de que empieza a ver cosas que no le gustan.

El que avisa no es traidor. Una semana después, derrota en Riazor frente a un Deportivo que tras una primera vuelta truculenta, juega “dopado” con el fichaje de Fernando Vázquez. Los amarillos vuelven a perder, dejando un balance de dos puntos de doce posibles y lo que es peor, dejándose el liderato por primera vez en 16 jornadas. Los amarillos empiezan a dilapidar la ventaja que sacaron en sus días más brillantes, y queda claro que de paseo militar nada. Habrá que administrar esa ventaja, esperando que de para junio.

Como el fútbol es como es, y por eso lo queremos tanto, nos quiso devolver la paz, al menos momentánea, igual que nos la quitó, de forma heroica en el descuento, cuando Cala, cuando todos lamentábamos ya otro empate en casa frente a un colista que ya olía a Segunda B, hacía el 1-0 con un chut que más que con el pie le dio con el alma, y todos nosotros con él. Respiraba de nuevo la afición, que aunque seguía viendo los síntomas, veía como los amarillos volvían a lo más alto de la tabla.

Con esta victoria el Cádiz cogería otro impulso, y todo lo que recogiera ahora, era más gasolina que ponía en un tanque que todos veíamos que tenía pérdidas. Los amarillos salvaban en casa un empate ante todo un Real Zaragoza que no paraba de crecer, y que valía su peso en oro: detenía el avance de los maños, era otro punto más, mantener la distancia con el equipo zaragocista, y mejor aún, asegurar con otro equipo más de la parte alta el goal-average a favor.

Y de ahí la victoria en Las Palmas, que vendría a ser otro ejemplo de equipo tocado por una varita mágica, encontrando la suerte en el momento necesario. Parecía que la crisis quedaba aparcada, después del socavón que había supuesto el mes de enero. Los resultados de los rivales duplicaban el valor de los puntos, y el Cádiz volvía a abrir brecha desde la atalaya de la clasificación.

Parecía, porque la alegría dura poco en esta Segunda División. Y más cuando el Cádiz alcanza los dichosos 50 puntos. Dos derrotas consecutivas otra vez, esta vez ante Málaga (donde al Cádiz le quitaron un penalti que ya era difícil no verlo en el campo, pero que hizo arder las redes en toda España cuando se repitió por el VAR, lo cual no escondía el horrendo partido de los amarillos, el peor partido del año según el propio entrenador) y Sporting (con la “excusa” de la expulsión de Jose Mari) vuelven a ponernos contra las cuerdas, pero este año, este año sí.

Recibe el Cádiz al Almería, uno de los rivales más duros de la categoría, el único que consiguió arrebatarle el liderato. Y de nuevo, le sale a los amarillos uno de esos encuentros de los que te vas diciendo que este año sí, este año no se puede escapar. Un partido de rabia, de coraje, de bemoles, para remontar y meterle tres puntos a un perseguidor directo, irse a ocho del tercero, y apuntarse otro goal-average a favor. El propio Guti, entonces entrenador de los almerienses, admite el golpe en la mesa de los cadistas.

Y tras el accidentado empate en Lugo (con la expulsión de Cifuentes), llegó el parón por la pandemia. Torneo Apertura y Torneo Clausura. Dos ligas en una, aunque contando los puntos de las dos. Que no es poco. Porque el Cádiz ha sido el más listo de la clase hasta entonces, y tiene ventaja para las once jornadas que quedan para cuando quiera que se reanude el fútbol, que no lo hace hasta junio.

Es de justicia reconocerle a Manuel Vizcaíno, presidente cadista, en una liga que acabaría embarrada y con comunicados a cada cual más loco en los que casi todos los equipos pedían medidas ad hoc para salvar su caso (no hay que nombrar a ningún equipo), él mantuvo siempre desde el principio que la liga debía terminar, a pesar de tener la ventaja de ir primero, y tener mucho más que perder que que ganar si se reanudaba.

El otro personaje cadista del confinamiento sería Fali, que desató una tormenta en los medios nacionales al declarar que no jugaría nunca más mientras no hubiera tratamiento o vacuna. Si hace falta, se retira. Vizcaíno estaba convencido de poder convencerlo, y aunque costó lo suyo, lo terminó consiguiendo. Otro tanto para el mandamás amarillo en esta crisis.

En esta liga post-confinamiento, el Cádiz continuó mostrando signos de agotamiento, continuó dejando dudas, y estaba ya muy lejos de ser esa apisonadora que habíamos visto a finales de 2019. Pero en tan atípica situación, no somos los únicos en sufrir. El Zaragoza, que antes de la pandemia parecía tener un puesto de ascenso asegurado y tendríamos que pelear los demás por el otro, pierde todos los partidos en casa hasta despeñarse al cuarto puesto. El Almería, único equipo capaz de arrebatarnos el liderato en más de 30 jornadas, se pierde en su orgía de cambios de entrenador y se va desangrando por el camino. El Cádiz, que para eso se ha ganado el derecho de poder hacerlo, no solo juega en su campo sino en los otros, y como quiera que sus rivales no van respondiendo, va sobreviviendo en esta travesía por el desierto en que se convirtió la liga tras el parón.

La victoria en Soria al borde del descuento, el empate en Huesca en el minuto 96...el Cádiz iba salvando match-balls, mientras las jornadas pasaban a toda velocidad, y todos descontábamos partidos deseando que acabara la liga de una vez mientras el Cádiz tuviera fuerzas, las justas, para aguantar el tirón.

Porque a estas alturas, el Cádiz, como decía su entrenador, era un equipo más. La derrota en casa ante el Tenerife y el empate en Elche vuelven a dar aire a los perseguidores, y nervios a los aficionados que empiezan a temer que se escape el ascenso directo, después de tanto tiempo peleándolo.

Y llega el Oviedo a Carranza. Quien nos lo iba a decir. Quería sería el cuadro carbayón el que nos pondría el ascenso en bandeja, y por dos ocasiones. Primero con este partido en Carranza en el que por fin los amarillos dieron buena cuenta de los asturianos, sumando tres puntos de oro que a esas alturas, eran un paso de gigante, en una liga loca en la que nadie sumaba dos partidos seguidos.

La victoria en la siguiente jornada en Almendralejo deja el ascenso en bandeja de plata. Seis puntos seguidos en esta vorágine de partidos donde nadie puede cumplir a su máxima expresión, son muchos. La imagen de los jugadores celebrando la victoria con los aficionados que se las apañaron para seguir a los amarillos desde el balcón de un hotel (el cadismo, siempre capaz de sorprender), las lágrimas de Nano en el céspde... lo dicen todo. Es la celebración de un ascenso. El empate del Zaragoza y la derrota del Almería lo certifican. Una victoria en el próximo partido, y a Primera.

El Cádiz, por desgracia, no remató de la forma deseable algo que había trabajado durante todo el año. Tras la inesperada derrota del Huesca en Santander, a los amarillos les basta un punto en casa frente al Fuenlabrada para asegurar matemáticamente el ascenso. La ciudad se vuelve loca y pese a las advertencias, cientos de cadistas reciben al equipo en su llegada al estadio, imágenes que fueron muy criticadas. Los amarillos sufrieron mal del altura y perdieron ante el equipo madrileño, el mejor tras la reanudación de la liga.

Y de nuevo, como hemos mencionado anteriormente, tendría que ser el Oviedo (las cosas que tiene el fútbol y por lo que nos gusta tanto), quien nos llevara a Primera. Tras la derrota ante el Fuenlabrada, los amarillos ascendían “en diferido” (por primera vez en su historia), viendo como el cuadro carbayón (que se jugaba bajar a Segunda B, poca broma) destrozaba al Zaragoza, una caricatura de equipo tras el parón, nada comparado con el cohete que parecía no tener techo, en La Romareda, en la que llegó a ir ganando 0-4 (los maños terminaron maquillando el resultado dejándolo en 2-4).

La locura se desataba en Cádiz y el Cádiz. El sexto ascenso a Primera, ya estaba aquí. Ahora sí, celebrado como requerían las circunstancias, los amarillos coronaban una temporada brillante en su comienzo, más dubitativa al final, pero que dejaba el premio más que merecido y que los amarillos, por mucho que se dijera, llevaban buscando desde su anterior ascenso cuatro años antes, cuando consiguieron en su primera temporada en la vuelta a la LFP acceder a los playoffs de ascenso.

El Cádiz subía en el campo, alejado de las polémicas que se desatarían por el caso Fuenlabrada, y pidiendo que se reanudara el fútbol cuando lo tenía todo a favor si se cancelaba la competición.

Por desgracia, el cuadro de Cervera no pudo poner la guinda al pastel consiguiendo el título de liga, que habría sido el segundo de su historia. Con un solo punto de los últimos nueve lo habría conseguido...y los cadistas cayeron en los tres encuentros: el mencionado del Fuenlabrada, en Girona y en casa frente al Albacete. Una “cagada”, una bajada de brazos que cabreó muchísimo a Cervera, tanto, que se negó a salir en la foto final de la celebración tras la última jornada, y que se iba muy enfadado, advirtiendo que habría consecuencias después de que el equipo perdiera tres partidos seguidos, según él, sin que el rival fuera superior.

 

Capítulo aparte merece el tema de la renovación de Cervera. Durante toda la liga, el ruido por la renovación del entrenador, al principio un runrun, se fue haciendo cada vez más grande, hasta conseguir enrarecer el ambiente de una forma, para nosotros, innecesaria. El presidente decía una cosa en público, pero la renovación no llegaba. Lo que en septiembre era una petición, en octubre, tras poner al equipo como un cohete, era ya un ruido ensordecedor. El propio protagonista terminaba dando un golpe en la mesa, cansado de que la cuestión estuviera todos los días en la calle.
Arias echaba gasolina al fuego afirmando que la renovación tardaría y que incluso, asumían que en enero, cuando ya solo quedasen seis meses de contrato, otro equipo se lo podría llevar. En el mejor momento del equipo. La respuesta de la afición fue casi unánime. Que locura era esto. Las semanas iban pasando y el tema estaba siempre presente, en cada entrevista, en cada rueda de prensa, ese elefante en la habitación del que nadie quiere hablar pero que no por eso desaparecía. Peor aún, los puñales volaban en ambas direcciones, con el ambiente enrareciéndose por momentos.

En el confinamiento, ante la falta de noticias y actualidad, los puñales ya vuelan directamente. Cervera hace público su enfado y decepción, y Vizcaíno, que tiene totalmente perdida la guerra mediática ante una afición que clama cada día por la renovación del para muchos mejor técnico de la historia del Cádiz, decide no hablar más del tema, porque cada vez que lo hace sale escaldado. Hasta los jugadores, en público, se mojan pidiendo la renovación del técnico.

Por todo esto, la afición respiraba tranquila cuando por fin, ambas partes, condenadas a entenderse pese a su obvia mala relación, justo antes de que se reanudara el fútbol tras el confinamiento (anduvo ahí listo Vizcaíno, eliminando ese ruido para la recta final que habría decidir el ascenso), llegaban a un acuerdo para la renovación del mister nada menos que hasta 2024. Coronaba así un año glorioso, que lo dejaba además en la cima como el entrenador que más partidos había dirigido al Cádiz en toda su historia. Simple y llanamente colosal.

 

En Copa del Rey, otro año para olvidar, como lleva ocurriendo durante demasiado tiempo (si exceptuamos el 3-5 frente al Betis). Primera ronda de trámite contra el Lealtad, para caer luego con la UD Logroñés (que terminaría ascendiendo ese año a Segunda). Nada que contar aquí.

Mencionar también que el Cádiz recibía en marzo, a pocos días de que se decretara el confinamiento, una sanción FIFA que le impedía fichar durante un año (todos pensamos en el efecto devastador que eso podría tener en caso de ascenso), por entender que el fichaje de Momo, jugador del filial, iba contra la normativa.


En otro orden de cosas, ya en el capítulo de anécdotas, el club volvió a apuntarse otro tanto con la historia cadista al dedicar una puerta a Paco Baena, máximo goleador de todos los tiempos del Cádiz CF.
Se inauguró el monumento a la afición, también en los aledaños del estadio.
Nos dejaron, como todos los años, ilustres cadistas, aunque sin duda a todos nos dolió especialmente el fallecimiento de Michael Robinson, demasiado joven para dejarnos tan pronto.

La Selección volvió a jugar en Cádiz por quinta vez en su historia, y si bien el partido no tuvo mucho interés, sí que lo tuvo el post, ya que esa noche se coció lo que terminaría siendo el final de Robert Moreno como seleccionador nacional.
 

CREACIÓN FICHA: 24/06/2019

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 20/09/2020

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