Temporada que tiene poco que destacar, si bien el comienzo de la temporada hizo soñar en poder asaltar de nuevo la quimera de la Primera División. La resaca del palo tremendo del año anterior frente al Real Murcia fue muy dura.

Continúa al frente de la entidad uno de los presidentes más destacados de la historia amarilla, López Gazzo, cuya directiva decide contratar a Manuel Valderrama como entrenador. En la plantilla continúan la mayoría de hombres que estuvieron a punto de conseguir la gesta del ascenso unos meses antes. Así, el que fuera jugador del Real Madrid puede contar en su escuadra con gente como Santiago Núñez, Bueno, Espinosa de los Monteros, Pollito Roldán, Mateo, Fermín, Soto o Sánchez, un verdadero elenco de grandísimos jugadores.

Se produce además el alta de Antonio Fernández, que habría de ser pieza clave en ese y sucevisos ejercicios ligueros, y Santiago Buiría, que si bien ese año tuvo un papel poco más que testimonial, habría de convertirse en entrenador-jugador años después.

Fichan ese año también el extremo Cortón, el zaguero Valcárcel, y mediada la temporada, el catalán Virgós, todos ellos con participación muy destacada.

Como decimos, el Cádiz comienza arroyando en la competición. Parecía que la decepción frente al Real Murcia estaba olvidada y que ahora sí, el ascenso no se iba a escapar. En los dos primeros partidos los gaditanos suman nueve goles, marcando distancias ya desde el primer día y situándose líderes. El Cádiz vence también en los dos siguientes partidos, y llega la jornada 5 en la que se recibe al Castellón, en idéntica situación. Los andaluces vencen de nuevo, quedando solos en la primera plaza. Todo parece rodado.

Hasta que se rompe el hechizo. En la sexta jornada el equipo cae en Granada, hasta ahí, todo normal. Lo que no se esperaba nadie era perder los dos siguentes partidos; en Mirandilla frente al Betis, y sobre todo, en el terreno de juego del Badalona. Esta derrota, en el campo del farolillo rojo y dando una imagen pobre desata una tormenta que termina con la destitución de Valderrama al frente del banquillo. Le sustituye Santiago Núñez, que pasa a ser entrenador-jugador. Comenzaba la leyenda del que habría de ser un sensacional técnico, como ya lo fue de jugador.

La renovación parece surtir efecto, y en los cuatro primeros partidos del defensa como responsable del plantel, el Cádiz suma siete puntos, consiguiendo de nuevo importantes marcadores a favor, como el 6-0 en Mirandilla frente al Racing de Córdoba. Es el primer partido de la segunda vuelta y el Cádiz recupera su sitio en la tabla, segundo a tan solo un punto del líder, de nuevo el Castellón.

Como ya pasara con Valderrama, el equipo, cuando parece estar en su mejor momento, entra en una fase terrible de resultados. Casualidad o no, coincide con una pésima racha (no) goleadora del delantero estrella, Roldán. Se cae en Sabadell, se empata en casa frente al Levante, se vuelve a perder en Gerona, y en la jornada 16, los gaditanos viajan a Castellón. De este resultado dependerá seguramente el devenir de la temporada.

La derrota sufrida en tierras levantinas deja al Cádiz herido de muerte, y el tiro de gracia se lo da el Recreativo de Granada, que como hiciera en la primera vuelta, nos derrota por 2-1 (ahora en la Tacita), quedando el conjunto amarillo sin ninguna opción matemática de pelear el ascenso.

La desolación es total, la afición queda desencantada, y el equipo se desangra. Santiago Núñez abandona el equipo, haciéndose cargo del mismo otro jugador-entrenador, Valcárcel, que bastante tiene con motivar a sus hombres y terminar la temporada de una forma digna.