La temporada comienza con relevo en la presidencia: Enrique Alcina presenta su dimisión, y su puesto lo hereda, por aclamación, el militar navarro Julián Arana, que forma nueva directiva y comienza a trabajar en la formación del equipo.

En agosto se incorpora Gabriel Andonegui como entrenador, y se empieza a trabajar en los fichajes. Llegan al Cádiz jugadores como el portero Marquijana, el defensa Cala, el delatnero Paquirri o los extremos Abad y Pombo, aunque los jugadores más importantes habrían de llegar con la liga empezada. Tal fue el caso de Blandino, de Camilo Liz (que regresaba al Cádiz tras su anterior etapa, en el famoso grupo V), de Calleja o de Benavente, que habrían de tener gran protagonismo esa y posteriores temporadas.

También estuvo cerca de regresar a la disciplina amarilla el pollito Roldán, para cuyo fichaje se empezó una suscripción de fondos, pero el Betis no accedió finalmente.

Tras la quinta jornada, en la que el Cádiz empata en casa contra el Tetuán, y se sitúa en media tabla, Julián Arana, mandamás amarillo, realiza unas amargas declaraciones en Diario de Cádiz, afirmando que "el empate del pasado domingo se debe a la apatía de dos o tres jugadores que, con su conducta, malbarataron los esfuerzos que hicieron los demás. El público se lamenta, porque, cuando se ha trabajado con tanta fe y tantas preocupaciones y cariño se ha puesto en el resurgir del Cádiz, esperábamos recoger otros frutos. Se procurará reformar el equipo dentro de nuestros medios, y bajo la premisa de poder responder a lo que firmemos".

Dicho y hecho. Poco después llegaban al Cádiz refuerzos muy importantes como los Liz o Calleja, que habrían de mejorar notablemente el nivel medio de la plantilla.

Fuera por eso o no, el caso es que los amarillos encadenaron, tras esto, cinco victorias consecutivas, con dos meritorios triunfos a domicilio en La Línea y Almería. El Cádiz se aúpa al segundo puesto, con el Melilla liderando la tabla a tan sólo dos puntos.

Fue un buen colchón para los cuatro siguentes encuentros, tres a domicilio (que se perdieron) y uno en casa, aunque clave, ya que los melillenses se fueron de vacío de Mirandilla.

Así llegamos a la última jornada, que es para detallarla con detenimiento. El Cádiz debe viajar nuevamente a Marruecos, esta vez para enfrentarse a domicilio al Larache. El Melilla ya es campeón de grupo, y queda una plaza que se disputan los amarillos frente a los otros dos equipos de Marruecos: Ceuta y Atco. Tetuán. Así pues la afición local lo tiene claro: hay que derrotar a los visitantes. El partido ya venía caliente por la prensa, que abogaba por devolver el supuesto mal trato recibido por los del protectorado cuando visitaron Mirandilla en la primera vuelta.

Aurelio Díaz anotaba el único tanto del duelo en el minuto 86 y la locura se desataba: patada de un seguidor del público a Soto, que tiene que abandonar conmocionado, agresiones al entrenador, al delegado y al masajista gaditanos, e incluso al árbitro del encuentro, que decreta el final. La policía tiene que escoltar al Cádiz en su salida, e incluso dar tiros al aire para dispersar a la turba, que apedreaba primero el autobús, y luego el hotel.

El sufrimiento tuvo su premio: el Tetuán (que tenía la ventaja de la diferencia de goles en caso de empate) caía en La Línea, así como el Ceuta lo hacía en Algeciras, logrando así los amarillos el segundo puesto y el pasaporte a la siguiente fase. La plantilla es recibida como verdaderos héroes a su regreso, y tanto jugadores como entrenador son objeto de diversos homenajes.

Sin embargo, en la liguilla intermedia, no hubo la misma suerte. Los resultados lejos de la Tacita condenaron a los de Andonegui: así como de Mirandilla sólo escapó un punto, lejos de Puerta Tierra se obtuvo un único positivo. De haber ganado sólo un partido a domicilio, el Cádiz habría conseguido llegar a la fase de ascenso final.

La campaña concluye con un feo asunto: la salida por la puerta de atrás de Camilo Liz.