Este sería el año de los catalanes, o mejor dicho, de los ilerdenses. Pero empecemos por el principio.
El comienzo de esta temporada fue uno de los que más estuvo en el aire. Tras varios años de infructuosos intentos por ascender, la afición está exhausta, así como las arcas de la entidad. Se convoca una reunión que habría de pasar a la historia amarilla, en el Conservatorio de Santa Cecilia, el 11 de mayo de 1950, donde se reúnen las fuerzas vivas de la ciudad, para intentar salvar a su club principal
Se comienza en la asamblea comunicando las deudas que acumula la tesorería: entre fichas, mensualidades, imprenta, farmacia....el Cádiz debe 225.000 pesetas, una fortuna para la época. A ello se suma el vacío de poder que deja la marcha del anterior mandamás, señor Arana. Se habla durante largas horas, pero no parece que se llegue a una solución definitiva. Se propone el 11 de junio, un mes después, para comunicar a la Federación la desaparición del club amarillo. Destaca la intervención del presidente del Hércules Gaditano, Manuel Roldán, que afirma que antes que desaparezca el titular gaditano, él pone a disposición del mismo a todos sus jugadores.
Finalmente, y viendo que nadie da el paso, Vicente del Moral, importante personalidad gaditana (que más tarde destacaría también como cabeza visible de la Comisión de Fiestas del municipio), en una intervención ovacionada durante largos minutos, se ofrece como presidente, aunque, según admite él mismo, no sea el mejor candidato. Forma una junta directiva muy numerosa, compuesta en su mayor parte por gaditanos amantes de su equipo, y toma una primera decisión histórica: los futbolistas pasarán a vestir el color bermejo, cambiando el tradicional amarillo.
Así pues, como se ha dicho, este se podría considerar el año de los ilerdenses. Tras la contratación de Jose Peralta (gran atleta y tenista en su tiempo, aunque con una vocación más de preparador físico que de verdadero entrenador), que acaba de conseguir la proeza de ascender al Lérida a la máxima categoría, éste se trae consigo nada menos que a siete jugadores con él: estos son Cala (que ya había jugado en el Cádiz con anterioridad), Bademunt (que habría de ser el único que permaneciese más de un año), Amat, Ferrando, Modol, Vega y Remacha.
Eso por un lado. Por el otro, arriban al Cádiz muchos jugadores procedentes de Cantabria: este es el caso de Vallecillo (que caería gravemente lesionado en el segundo partido de liga, no pudiendo participar más en toda la temporada), Carral o Herrera. Si a todos ellos les sumamos a Ascolizaga, Echeverría, Goenechea, Rubio (que continúa un año más defendiendo la portería cadista) o Royo, tenemos un Cádiz que apenas cuenta con jugadores de la tierra. Aparte del guardameta Santos (también fichado este año, y que es de Sevilla), sólo encontramos a Agustín (que ficha procedente del Hércules), Roldán (que vuelve tras una exitosa carrera en el Betis, Málaga y Melilla) y Oliva como jugadores de la provincia.
El comienzo de liga es algo dubitativo. En la cuarta jornada se cae en Mirandilla frente al Almería, aunque los amarillos reaccionan una semana después, en el mismo escenario, frente al Recreativo de Granada. En la octava jornada, el Cádiz acude a Heliópolis con la ilusión de derrotar al Betis, pero los de Peralta caen tras adelantarse en el marcador. Ya entonces se veía venir la superioridad del conjunto verdiblanco, que terminaría jugando la promoción de ascenso, como subcampeón, aunque en la misma, no conseguiría dar el salto a la categoría de plata.
Sin embargo, el conjunto cadista sabe reponerse, y tras este encuentro, engancha una serie de nada menos que cinco victorias consecutivas (Larache, España Tánger, Iliturgi, San Fernando y Recreativo de Huelva), lo que pone en órbita al club gaditano, que empata con el Betis por el segundo puesto de la clasificación, cuando se está a punto de alcanzar el ecuador de la competición. Ni qué decir tiene que la ilusión se dispara en la Tacita, soñando, por fin, con volver a ver a su equipo en Segunda División.
Tras esta impresionante racha, llega una inexplicable derrota en el campo del Utrera (en la primera vez en la historia del club cadista que visita a este equipo), que frena las aspiraciones amarillas. Una semana después, una cómoda victoria frente al Atco. Malagueño permite conservar la tercera plaza, aunque el club heliopolitano aprovechó el tropiezo anterior para arañar un punto de ventaja.
La segunda vuelta no puede comenzar mejor: en el día de Nochevieja, se juega el derby contra el Xerez en Mirandilla, con nutrida presencia de personalidades (entre ellas, los alcaldes de ambas ciudades), que cae del lado de los gaditanos, que consiguen así, mantener la distancia con el Betis, que tampoco cede en su pelea por el segundo puesto, tras ensañarse con el San Fernando, al que le hizo ocho goles.
Hasta aquí llegaron las aspiraciones del Cádiz de ascenso esta temporada. Una pésima racha de resultados en los cuatro siguientes partidos, en los que se sumaría un único punto de ocho posibles, sería el fin de las esperanzas de la ciudad de volver a colocar a su equipo en la categoría de plata. La debacle comienza en Marruecos, con una dura derrota en el campo del Magrheb, a las que siguen un empate en casa frente al Jaén (con actuación del árbitro muy protestada), y sendas caídas a domicilio ante Almería y Recreativo de Granada. Tras este pésimo mes de enero, los amarillos caen a la sexta plaza y, aunque el subcampeonato está todavía a cuatro puntos, al ascenso se ha puesto muy cuesta arriba.
Parece que los hombres de Peralta reaccionan con dos victorias consecutivas, frente a Español de Tetuán y Algeciras, que les permiten empatar con el Almería por la cuarta plaza, y mirar muy de cerca al Betis, a tan sólo dos puntos, y que habría de rendir visita siete días después, en el que se presentaba como el gran partido de la temporada. De su resultado, dependería en buena medida las aspiraciones amarillas para la recta final del campeonato.
Lamentablemente, el Cádiz no estuvo a la altura. Tampoco el Betis, pero los sevillanos mostraron más oficio y se hicieron con los dos puntos. Las posibilidades que quedaban de participar en la posterior liguilla de ascenso eran totalmente fulminadas. Pronto se empiezan a tomar decisiones drásticas.
En la semana siguiente a la derrota, estalla la bomba que se venía mascando durante días: la directiva cadista anuncia la rescisión de hasta seis jugadores: Royo, Amat, Ferrando, Modol y Remacha. Las razones no son deportivas: se pretende establecer una base sustanciosa para la próxima campaña (esta se da ya por perdida), y esta medida se entiende como necesaria para abrir hueco a jugadores de la tierra, y aligerar las obligaciones monetarias de un club con una economía muy precaria. Todos ellos, eso sí, se afirma, se marchan de mutuo acuerdo, y estando al día de sus nóminas.
Una semana después la sangría continúa: los amarillos caen en el campo del Larache, lo que dispara la destitución de Jose Peralta, siguiendo con la misma de la directiva. Le sustituye en el puesto el eterno Juan Bejarano.
De ahí a final de liga, los partidos se convierten en tristes obligaciones, mientras la sangría de jugadores continúa. Poco a poco, se va licenciando a Bademunt (que no obstante, habría de fichar de nuevo al año siguiente), al discutido Herrera (que incluso había sido multado por su “falta de amor al club”), Echeverría, Carral, Ascolizaga o el lesionado Vallecillo (que mientras estuvo en el dique seco, se hizo con las riendas del Balón). Al final, un penoso octavo puesto que propiciaba la renovación de la directiva, a la que llegaría Juan Ramón Cilleruelo, que habría de ser, por fin, el que recuperara su puesto natural para el Cádiz en Segunda División cinco años después.
CREACIÓN FICHA: 08/01/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 24/02/2011
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