El Cádiz continúa intenando regresar a la Segunda División. Si el año anterior, el equipo queda en cuarta posición, este se alcanzará el tercer lugar. No da acceso a la promoción, pero la escuadra amarilla continúa su escalada que habría de llevarle, dos años más tarde, a la ansiada Segunda División.
Recién concluido el ejercicio anterior, se celebra asamblea de socios, en la que Juan Ramón Cilleruelo es aclamado por unanimidad para continuar al frente de la nave amarilla. Todo un acierto, como ya se ha dicho, ya que su trabajo terminaría dando los frutos deseados.
La primera decisión de Cilleruelo es contratar al vasco Dorronzoro Cellier como secretario técnico. Este, a su vez, otorga el banquillo de Mirandilla a Higinio Ortúzar, chileno de nacimiento aunque vasco de espíritu, y que hacía muy poco que se había retirado como futbolista, con militancia en el Athletic Club y en el Valencia.
Aunque sin ningún género de dudas, el nombre propio con mayúsculas de esta temporada es Collar. Los cuatro hermanos Collar Monterrubio estuvieron ese año en la plantilla amarilla. Juan de Dios, Pepe, Antonio y sobre todo un jovencísimo Enrique, que ya en Cádiz empieza a mostrar las maneras de futbolistas que habrían de llevarle a hacerse posteriormente una de las más grandes leyendas del Atlético de Madrid y del fútbol español, un extremo izquierdo de pura fantasía. La prensa de la época ya señalaba que "de seguir así, sustituirá a Gainza en la selección nacional". No iba desencaminado.
Aparte de los hermanos de San Juan de Aznalfarache, se incorporaron hombres como Armendariz, Turró o Salva, además de Guimerans, que llegaría mediada la temporada, procedente de la Primera División, en la que jugaba defendiendo los colores del Celta. Ellos, sumado a la demoledora precisión goleadora de Tarro, habrían de conformar un equipo muy equilibrado.
La campaña empieza con la triste noticia de la muerte de Juanco, que fuera jugador cadista, en accidente de moto.
Le cuesta al conjunto de Ortúzar entonarse y entrar en calor. Se combinan tres victorias en Mirandilla con sendas derrotas en Almería, Granada y Jerez, lo que no permite a los amarillos engancharse de primeras a los puestos de cabeza. Cuando llega por fin la primera victoria lejos de Cádiz, en Andújar frente al Iliturgi, los amarillos consiguen aúparse a la segunda plaza de la tabla, en la novena jornada, tras hacer hincar la rodilla al Decano en Mirandilla. La alegría duró poco: una abultada derrota en Heliópolis (con muchísima polémica, ya que el 4-2 que abría brecha fue en un claro fuera de juego, de por lo menos diez metros, de Domínguez, delantero verdiblanco) por 6-3 devuelve al Cádiz a la tierra.
Continúan pasando las semanas, y el plantel gaditano se mueve siempre un paso por detrás de los más adelantados de la clase, que ya por entonces son el Xerez Deportivo y el España de Tánger. Así llegamos al mes de febrero, en el que dos inesperadas derrotas a domicilio marcarían el devenir futuro de los de Ortúzar. Estos, en dos salidas consecutivas a Úbeda y Tánger (para medirse a la Sevillana), donde habrían de medirse a equipos que eran, indiscutiblemente, muy inferiores a los de Mirandilla, se vuelven de vacío, tras dos derrotas por 2-1. En medio mes, los amarillos han pasado de ser terceros a un punto de la promoción, a quedar cuartos y a cuatro puntos de disputar el ascenso.
Sin embargo, la resurrección llega enseguida y de la mejor forma posible: en un partido sensacional del Cádiz en casa, derrotan ampliamente al Xerez, rival histórico y primer clasificado, por 4-1. Esto mantiene a los de la Tacita en la pomada, con una ración extra de moral tras esta sensacional victoria.
Sensación que dura hasta la siguiente derrota, tres semanas después, que tiene justo el efecto contrario: un duro correctivo en el campo de Velódromo de Huelva, por 5-1, provoca incluso que tras el choque, se produzca un feo enfrentamiento entre Rubio y Martín, que acaba con el portero y el defensa sancionados por la entidad.
Como pasara antes, los de Ortúzar resurgen a las primeras de cambios. Esta vez paga los platos rotos el Betis, que sale también de Mirandilla (embarrado por las fuertes lluvias caídas en días anteriores, lo que obliga a ver un feo partido) goleado por 4-0. Los amarillos recuperan el tercer puesto, y mantienen la distancia de cuatro puntos con el segundo puesto. Diferencias que se acortan el domingo siguiente, merced a la nueva victoria amarilla, esta vez en Utrera. Pasan siete días y el Cádiz vuelve a golear en su estadio, ahora al San Fernando. La distancia ahora con el España de Tánger es de sólo dos puntos, casi se puede tocar. El Xerez derrota al Betis y asegura su presencia en los play-off.
En esta situación se llega a la jornada en la que el conjunto gaditano visita el campo de Marchán, en Tánger, para medirse a su rival directo por el ascenso. Una victoria pone a los amarillos en el disparadero, dependiendo de sí mismo para las dos últimas semanas de liga regular (en las que debe recibir al Algeciras y visitar al Ceuta, ambos sin nada ya qué decir). La cosa no empieza bien ya en el hotel: Armendariz, con fiebre, se tiene que quedar en la cama. Su puesto lo cubre Moncho.
El campo tangerino está a reventar. Así lo cuenta Diario de Cádiz: "...el entusiamo de los espectadores, que no cejaron ni un minuto de los noventa en que tiene un partido de animar a su equipo, de galvanizarse. Con una afición así, tan seguidora de su equipo, se gana al Cádiz y al Barcelona que se le enfrente. Nuestro elogio grande, completo, a ese inmenso núcleo de españoles que así saben defender lo que quieren fuera de la península". Apenas quedaban tres años para que Marruecos dejara de ser protectorado hispano.
El primer tiempo termina con el marcador de 1-0, que todavía permite soñar con la remontada. Sueño que se evapora nada más reanudarse el duelo tras el descanso, con otro gol de los norteafricanos, que allana el camino para redondear la goleada por 4-0. La ilusión por regresar a Segunda se evapora y se queda en tierras marroquíes.
Con este desenlace, se terminan por liberar todas las críticas que ya durante todo el año se habían escuchado contra Ortúzar y contra el secretario técnico, Dorronzoro, que había tenido muchísimos enfrentamientos con la prensa deportiva, que se ensañó con él, y que años después tuvo que incluso disculparse por ello. No obstante, ambos estaban sentenciados, y Cilleruelo tendría que buscarle sustitutos para el año siguiente.
Para terminar, una anécdota: esta temporada el Cádiz falló nada menos que ocho penalties. Sólo un defensa, Martín, fue capaz de materializar dos de ellos, asunto que se convirtió casi de "estado" en la entidad.
CREACIÓN FICHA: 08/01/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 23/07/2017
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