Sensacional temporada en la que el Cádiz vuelve a volar alto, aunque, esta vez, no hubo opciones reales de ascenso ya que los tres primeros clasificados (Oviedo, Racing Santander y Sevilla) se escaparon pronto y marcaron una distancia insalvable.

El presidente cadista, al término de la anterior campaña, anunció su marcha (algo que hizo varia veces), pero fue convencido por socios y amigos para apurara su mandato, accediendo finalmente.

Tras los dos años de ensueño con Domingo Balmanya al frente, en los que el Cádiz ha desarrollado un fútbol de tiralíneas, parece que será imposible encontrar un sustituto a la altura del catalán. Sin embargo, Gutiérrez Trueba vuelve a acertar con su elección, contratando a "El Inglés de Durango", Sabino Barinaga, con una dilatada trayectoria en los banquillos, habiendo dirigido ya anteriormente a equipos del prestigio del Valencia, Sevilla o Atl. Madrid entre otros.

El Cádiz mantiene su bloque principal, en los que destacan Ibáñez, Carvallo, Eloy y Paco Baena, artífices del éxito de la campaña anterior. Son varios los fichajes que se hace, destacando la participación de Lloret, Farias y sobre todo Cenitagoya, infranqueable en el centro de la zaga.

La escuadra amarilla se muestra intratable desde la primera jornada en Carranza, donde casi todos los rivales se ven superados. Sólo faltó algo más de mordiente a domicilio para haber peleado con los de la cabeza.

Con la campaña aún inconclusa, Gutiérrez Trueba, esta vez sí, cumple su "amenaza" y deja la presidencia del Cádiz, en la que le sucede Vicente Alonso, allá por el mes de abril.

Además del presidente, esta temporada dicen adiós al Cádiz dos auténticos mitos del cadismo como Juan Soriano (que se retiraba) y Paco Baena, traspasado al Atl. Madrid y que habría de volver a la disciplina cadista.

Además, como anécdota, juega algunos partidos, aunque con un discretísimo rendimiento, un central gallego llamado David Vidal.