El único consuelo que quedaba a los cadistas para esta temporada era que las cosas, difícilmente podrían ir a peor. Aunque con el grupo Sinergy, nunca se sabía. Después de la amarga experiencia del primer año de los italianos al frente del club, todo era desolación. El nivel de la plantilla, salvo honrosas excepciones, apenas daba para una pachanga entre amigos de fin de semana, como así se demostró con el destino que siguió a la mayoría de los mismos el año después de dejar Carranza: Viyuela, Belencoso, Bermúdez, Diego Garrido, Edison Torres, Domingo, Nico Varela, Sipo, Vergara, Calderón o el propio Monteagudo (por citar sólo algunos ejemplos) no guardarán precisamente un buen recuerdo de la campaña 2013-14 (los que encontraron equipo). Aquello no había por donde cogerlo.
Así pues, Gaucci no tuvo más remedio que, otro año más, barrer por completo el vestuario, y otro año más, parafraseando a Alfonso Guerra, al Cádiz no lo iba a reconocer “ni la madre que lo parió”. Uno de los pocos lugares donde no hubo cambios fue en el banquillo. Raúl Agné continuó en el mismo, tras haber conseguido, al menos, darle mayor empaque.
Sobre el césped, sólo ¡¡¡CINCO!!! jugadores continuaron de un año para otro: fueron Fall (que estuvo con pie y medio fuera, a punto de fichar por el Oviedo, y que finalmente terminó marchándose cedido en invierno), Josete, Jorge Luque, Tomás (inédito todo el año por sus lesiones) y Villar. A partir de aquí, como decimos, toda una retahíla de nuevos futbolistas, si bien en este caso, el nivel medio de la plantilla subió (era difícil bajarlo). Llegaron hombres como Perico, Airam Cabrera, Gato, Kike López, Kike Márquez, Andrés Sánchez, Ceballos o Fran Pérez (así hasta trece caras nuevas, canteranos aparte), que sin duda daban un salto de calidad a la plantilla. Ahora parecía que sí había mimbres para pelear el campeonato del grupo con garantías.
Eso en lo deportivo, porque lo que era lo institucional, seguía sin cambios, es decir, fatal. Gaucci y los palmeros de Sinergy seguían pregonando que los italianos traerían liquidez, pero a la hora de la verdad, los recursos económicos no llegaban, y la deuda seguía aumentando. Ya la temporada anterior terminó con muchísimos rumores de otra venta del paquete accionarial, peleas y reencuentros con el Ayuntamiento por la deuda de unos con otros, supuestos convenios de colaboración con otras entidades italianas y extranjeras que nunca llegaban….Mucho ruido pero ni una sola realidad palpable. Y los días van pasando en julio sin que los administradores concursales vean entrar dinero para saldar cuentas con la temporada anterior.
Así llegamos a finales de agosto, van cayendo los últimos fichajes, y la afición demuestra por enéisima vez cuan por encima está de sus dirigentes, y acude en masa a ayudar a su equipo, renovando más de 6000 carnets, que siguen teniendo un precio totalmente desbocado comparado incluso con algunos equipos de Segunda. Aunque lo más destacable de este mes, es que empieza a germinar lo que sería el gran bombazo de la temporada (con permiso de la primera nómina impagada, que sería costumbre el resto de la campaña). Los italianos, para variar, fallan en sus compromisos de pago, en este caso, en los plazos para pagar a Antonio Muñoz el precio pactado por las acciones. Es entonces cuando saltan a la palestra los nombres de Quique Pina y Del Nido, que como sabemos, habrían de dar mucho juego el resto del año. Al principio como un rumor, para luego terminar siendo plato diario (con noticias incluso que hablaban de cantidades concretas) en los rotativos locales e incluso nacionales, que se interesaban por las gestiones de dos presidentes de clubes de Primera.
Así se termina firmando, tras unos días muy tensos, el famoso pacto de Antequera, borroso en sus términos, pero que dejaba una foto de unos sonrientes Muñoz y Gaucci. Parecía que había fumata blanca. Espejismo tras el que se quedó Pina en la reserva, esperando su oportunidad.
Volvamos a lo deportivo. Aunque poco, el nuevo Cádiz de Agné va carburando. Tras un empate en San Fernando que dejó muchas dudas, y dos triunfos por la mínima en casa frente a Guadalajara y Algeciras (que no despejaron dichas dudas), los amarillos se dieron todo un festín en Écija (1-6, aún quedaba mucho para saber que el cuadro astigitano se arrastraría por la categoría), que disparó todas las ilusiones, al situar a los cadistas en lo más alto de la clasificación, lugar que mantuvieron una semana más tras anotarse otra goleada frente a El Palo. Siete días después, llegaba la primera derrota en Lucena. Sin duda, no se puede decir que el equipo no avisó pronto de lo que iba a ocurrir todo el año: goleadas cómodas en casa, partidos pírricos como visitantes, muchos de ellos perdidos en los minutos finales. Nunca más los amarillos volverían a comandar la clasificación.
Los partidos siguen cayendo, y el patrón se sigue repitiendo: victorias en casa más o menos cómodas (Granada B, Balona, Almería B, Arroyo…) con partidos regular, tirando a “chungos”, lejos de Cortadura (Albacete, Melilla, Córdoba B).
Hasta que nos plantamos a finales de noviembre, y se empieza a gestar la que sería gran noticia de la temporada. Se anuncia la subasta de las acciones del club para el 3 de diciembre. Muñoz, cansado de esperar los 450.000 de los italianos que nunca llegan (ni llegarían), el empresario cordobés pone en marcha la maquinaria para, ante el incumplimiento de Sinergy, dejar en nulo el contrato con la mercantil británica, y vender las acciones al mejor postor. Ahora sí, Quique Pina parece que tiene todas las de ganar. De hecho, a finales de noviembre, el empresario granadino se pasea ya por Cádiz, y mantiene reuniones en el estadio Carranza, aunque insiste en que “sólo viene a ayudar”. Por su parte, Gabrielle De Bono y el nuevo abogado de Sinergy, Enrique Zarza mantienen su particular guerra en los medios, con ruedas de prensa, asegurando que la subasta es ilegal, como lo es el contrato con Muñoz, al que denunciarán por apropiación indebida, según entienden. Que lo que les ha vendido, no es suyo, vaya. En fin, un lío tremendo, que evidentemente, hace desviar la atención, se quiera o no, de lo que importa, el césped.
Por si todo esto fuera poco, ante el desbarajuste absoluto de las cuentas, una vez que se va perfilando el balance del año 2013, los administadores concursales solicitan a la jueza la inhablitación del consejo de administración de la entidad, por entender que está llevando al club a la ruina (la jueza lo concedería a primeros de enero). Palos y más palos para Sinergy.
Y llegamos al famoso tres de diciembre. La notaría gaditana de Carlos Cabrera acogía el acto de la subasta, y la expectación es total. Como lo es la sorpresa de todos los allí apostados cuando aparece, maletín en mano, Carlos Medina, conocido periodista gaditano, que representando, como apoderado, a la empresa ‘Locos por el Balón SL’, hasta entonces, nombre inédito a pesar de los ríos de tinta corridos, afirma ser el nuevo propietario del 49,5% de las acciones del club. Una sorpresa que ni sus compañeros de profesión se esperaban. Poco después, los administradores permiten la firma de un convenio con la empresa Calambur, sociedad a través de la cual Pina manejó el club en la campaña 2011-12, con el objetivo de ir pudiendo atender las gestiones más importantes del club, mientras que se resuelve el largo camino legal que queda por recorrer para que Locos por el Balón se haga de facto con el control de la entidad.
A su vez, la plantilla, cuerpo técnico y empleados continúan su día a día como pueden, relegados a un segundo plano de la atención, y sobre todo, sin cobrar sus nóminas, mientras se van acumulando facturas. Agné y los jugadores explotan, y manifiestan claramente su falta de fe en Gaucci y Sinergy. Tanto es así, que excluyen al manager italiano, ya en sus últimos días en el club, de la cena de navidad, así como de los desplazamientos con el equipo (en uno le dieron con la puerta del autobús en las narices). La afición también tiene claro ya que es blanco de sus iras.
Por su parte, el italiano intenta un último movimiento a la desesperada, que resulta de lo más patético, el anuncio de que una política y empresaria italiana, Gina Cetrone, será la que inyectará dinero en el club y solucionará todo. La italiana vino a Cádiz un día, se vio su partido en el palco, y de vuelta a casa.
El año 2013 termina de la peor forma posible. Jugadores y entrenador, deseosos de irse con sus familias, adelantan al viernes el último partido de liga frente al Cacereño. Fuera por eso o no, el equipo cae en su propio feudo, hasta ese momento, único bastión seguro que tenía la plantilla, que se marcha de vacaciones con todas las inseguridades del mundo, entre ellas, la deportiva: el líder ya se marchaba a siete puntos.
Intentando volver al plano deportivo, el sistema y los hombres fuertes de Agné están muy claros. Alejandro cubre la portería, con Josete y Fran Pérez como centrales, y Ceballos en el lateral derecho. Por el otro lado, Andrés Sánchez debería ser indiscutible, pero sus lesiones no le dejan asentarse. Su sustituto natural, Tomás, a duras penas puede entrenar por sus problemas de rodilla, así que entre Dalmau y el propio Ceballos, cubren como pueden esa banda. En la medular Nafti y Jorge López, junto con Martins, mientras que Kike López cae a banda derecha. En la punta de ataque, Villar y Airam Cabrera, que empiezan ya a dejar números escalofriantes de anotación, aunque casi siempre en casa.
Con el nuevo año, los problemas del club, no iban, ni mucho menos, a terminarse.
Para empezar, en lo deportivo iba a comenzar, todavía peor si cabe, el calvario de los amarillos fuera de casa. Tres derrotas consecutivas lejos de Carranza (Guadalajara, Algeciras y El Palo) terminan de poner de manifiesto dos cosas: pelear por el liderato es una quimera, y que el equipo es un fantoche jugando como visitante. Sería una losa que condicionaría toda la temporada.
Y en la parte institucional, el lío es también monumental. El entorno de Pina no ha sido precisamente discreto (de hecho, figura el padre del empresario murciano como presidente), y la duda de que el Consejo Superior de Deportes apruebe la operación de compra-venta por parte de Locos por el Balón empieza a planear. Duda que cada día que pasa sin que haya noticias, se va acrecentando, hasta que por fin, el 18 de febrero, el organismo regulatorio emite su informe, en el que deniega la operación por conflicto de intereses. Sinergy se frota las manos, y Gaucci y Zarza sonríen, pues venían litigando para dar la subasta por nula, y para que el CSD diese su negativa.
Aún así, la nueva dueña de las acciones no pierde el tiempo. Subsanan las deudas, y habilita al Cádiz a fichar en el mercado invernal. Ya no sólo hay revoluciones en la plantilla en verano, sino también en enero. La lista de cambio de cromos es muy extensa. Acaban en la calle Belfortti, Alejandro (de ser portero titular a despedido), Fall (cedido al fútbol checo), Gato y Nafti (igual, de titular a baja), que hacen hueco a los nuevos: Garrido, Sergio Aragoneses, Migue García, Tena, Dioni, Jorge López y Paulinho, la broma que todos los años tiene que soportar el Cádiz (jugó 20 minutos en toda la segunda vuelta, en un solo partido).
Volviendo al plano deportivo, el equipo toca fondo (por primera vez) en Lorca. Allí, el equipo de Agné juega su último tren para ilusionarse por pelear el campeonato. Lejos de ganar, se va escaldado, recibiendo un severo 3-0. La situación, a todos los niveles, es caótica. Los jugadores sin cobrar, no tienen reparos en hablar en público de sus penurias. El equipo está ya a catorce puntos del liderato, fuera de los puestos de playoff. Y el entrenador, al que todo el mundo quiere cesar, es intocable, porque los administradores no ven salida económica para pagar su despido y contratar a otro.
Locos por el Balón, conscientes de que el Cádiz puede entrar en barrena, responde pagando una nómina a la plantilla, y trayendo a Jorge López, fuera del plazo de fichajes, pues se trata de un jugador en paro. La situación se recompone cuando una semana después, los amarillos, tirando de casta, golean al Albacete en casa por 4-0. Aquel partido salvó seguramente al equipo de caer en un pozo sin fondo. Si bien fue un espejismo que duró apenas unas semanas. Siete días después el equipo sólo es capaz de empatar en Arroyo, pero luego en Carranza, vuelve a mostrar su mejor cara, y destroza también al Melilla, al que le mete una manita.
Estamos a mediados de marzo, y el Cádiz tiene una nueva oportunidad de resarcir sus pecados en su visita al Almería B, que milita en la parte baja de la tabla. No hay excusas: rival débil, muy inferior, sin apenas apoyo en la grada, y que juega en un campo de Primera División, el de los Juegos del Mediterráneo. Pero este Cádiz no sabe jugar fuera de casa. No sólo pierde, sino que se trae un bochornos 3-0 que vuelve a poner en serio peligro las aspiraciones de entrar, al menos, entre los cuatro primeros. El Guadalajara, que ahora es cuarto, sigue aprovechando los regalos que les damos. Ahora sí, el ridículo hace la situación ya insostenible, y Raúl Agné es cesado fulminantemente como entrenador del Cádiz. Una parte enorme de la afición lo venía pidiendo desde el descalabro en Lorca.
Estamos en una semana otra vez que es crítica en el devenir de la temporada. Por un lado, se produce el relevo en el banquillo. Antonio Calderón, que ya entrenara al equipo varios años antes, tiene la misión, en ocho partidos, de meter como sea al equipo en el cuarto puesto de la tabla. Y por otro, se produce por fin, el traspaso de acciones. Locos por el Balón cambia su domicilio social, y sobre todo, a su representante, ahora Manuel Vizcaíno, que antes, deja su puesto en el Sevilla FC, para evitar así volver a tener problemas. Ante el “lavado de imagen”, ahora sí, el CSD da el OK a la entrada de LxB.
El cambio que imprime Calderón al equipo se nota enseguida. En su estreno, el Cádiz ejercita, por enésima vez, su abuso como local (frente al Córdoba B), pero el verdadero cambio se opera cuando en la jornada siguiente, en la visita a una Balona que nos pisa los talones, los amarillos por fin, cambian su sino como visitantes, y se imponen a los balonos, eliminándolos de la lucha por el cuarto puesto. Ahora sí, se empieza a aclarar el horizonte.
Tras otra victoria de trámite en casa (frente al Sanluqueño) llega otro de los momentos “calientes” de la temporada: el Cádiz tiene que visitar al Granada B de Quique Pina, totalmente salvado del peligro de descenso. Las especulaciones se disparan en Guadalajara y Cartagena, que luego no abrieron la boca cuando el Cádiz pudo sólo sacar un punto en Los Cármenes, y gracias, porque llegó a ir perdiendo por 2-0. Muchísimos aficionados amarillos, por su parte, no podían creer que el Cádiz no se hubiera llevado tres puntos vitales en un duelo con un club “amigo”.
Calderón, que tiene las ideas muy claras respecto a su equipo ideal (Aragoneses, Ceballos, Josete, Tena, Andrés, Garrido, Luque, Migue García, Villar, Airam, y un comodín entre los Kike López, Kike Márquez, Dioni y Jorge López), insufla de ánimos tanto a la plantilla como a la afición, y el entorno empieza a creer en un ascenso que semanas antes era la menor de las preocupaciones. Aunque los problemas económicos continúan (cada desplazamiento tiene que hacerse mediante patrocinio), las nóminas también, aunque con cuentagotas, van llegando, y todo el mundo empieza a pensar ya en el único objetivo, el ascenso.
Así se llega al penúltimo partido, en el que el Cádiz se juega la vida en Cartagena. Una victoria pondría incluso la tercera plaza a tiro; una derrota podría ser mortal. Finalmente el duelo acaba en empate, que aprovecha el Guadalajara para colarse de nuevo en el cuarto puesto. Mucha gente se hunde pensando que es el fin de la temporada. Jugadores como Airam salen llorando de Cartagonova. Pero Calderón tira del carro, y no permite que cunda el desánimo. Calambur sigue poniendo buses gratis para los desplazamientos, y entradas a precios bajísimos para los partidos en casa. Ahora toca recibir a La Roda. Otra goleada más (el Cádiz es el conjunto más goleador ya no de su grupo, sino ¡¡DE TODA LA SEGUNDA B!!), que viene acompañada de una ayudita del Melilla, que derrota a los castellano-manchegos (que como mal perdedores, usaron el recurso del pataleo afirmando que los norteafricanos habían jugado primados, cuando en Carranza ni jugadores ni empleados estaban al día de sus salarios). Ahora sí, la alegría se desborda, y de nuevo, con el apoyo de patrocinadores y Calambur, se llenan montones de buses gratis para ir a Cáceres, último duelo de la liga. Vale con empatar, pero los amarillos se imponen por 0-2, y se meten por derecho en el playoff. La afición visitante invade el Príncipe Felipe, al grito de “SI SE PUEDE”. Calderón lo ha conseguido. El Cádiz ha sido el mejor equipo del grupo en las ocho últimas jornadas.
Por desgracia, su racha sólo se alargaría dos semanas más. El sorteo elige, de entre Racing Ferrol, Leganés y Hospitalet a los catalanes, un equipo muy distinto al amarillo. Por primera vez en mucho tiempo los amarillos, que juegan la ida en casa, no marcan frente a su hinchada, quedando todo para el duelo en Cataluña, en un pequeño campo de césped artificial. Los fantasmas que han perseguido al Cádiz visitante toda la temporada aparecen, y con razón.
Los amarillos hacen un partido serio en Hospitalet, y en el minuto 79, Villar adelanta a los visitantes. Parece que está hecho, ese gol vale doble. Pero el destino, una vez más, sería cruel con esta sufrida afición. El Cádiz encaja el empate en el minuto 87, y el equipo se descompone. Los locales siguen insistiendo hasta que en el minuto 93, un excadista, Akinsola, peina un balón para un excanterano, Pirulo, que hace el 2-1, la sentencia, la muerte, el final de una campaña, que se había cortado por el mismo patrón: inoperancia fuera de casa, desangrado de puntos en los minutos finales.
La desolación se abre paso, se rompe el hechizo de los dos últimos meses. Con todo, emerge la figura de Manuel Vizcaíno, que con mucha calma y sin dramatismo, afirma que se trabajará, desde ese momento, para hacer un Cádiz campeón y que vuelva al lugar que se merece.
CREACIÓN FICHA: 27/06/2013
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 30/06/2014
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