El Cádiz ha estado muchas veces al borde del abismo, y en muchas ocasiones la Tacita ha estado a punto de quedarse sin fútbol. Pero seguramente no sea exagerado decir que nunca estuvo tan cerca de tal hecho como ocurrió en el verano de 1947. A mediados de ese agosto se produjo en nuestra capital una tremenda explosión, en el polvorín de la Armada, que se oyó hasta en Portugal, y cuya nube de humo alcanzó Huelva, Sevilla e incluso Ceuta. La cifra oficial de muertos fue de 150 muertos (si bien, parece que en realidad fallecieron muchos más), y numerosos edificios de extramuros quedaron seriamente dañados, cuando no reducidos a escombros. El campo de Mirandilla no fue una excepción, y además, se utilizó como campamento sanitario tras la catástrofe.
En plena campaña pro-fichajes, ni qué decir tiene que el golpe al club fue tremendo, que vio, no sólo cortado su flujo de pesetas para intentar captar jugadores, sino que toda la directiva, jugadores, afición, periodistas, etc...estaban en un pésimo estado de ánimo, muy contrario al necesario para empezar con ilusión una nueva temporada.
Sin embargo, tras el shock inicial, la directiva se rehízo, y con el presidente Julián Arana a la cabeza, se intentó recuperar el ritmo habitual de trabajo. Se dispuso de un campo de entrenamiento provisional (el presidente, militar influyente, obtuvo el favor de su colega Celestino Ruiz, presidente honorario del club, que cedió el campo de los Cuarteles de Infantería), donde dirigía las sesiones de forma interina el eterno Bejarano, en espera del entrenador titular, Andonegui, que se encontraba fuera de la ciudad gaditana por motivos personales.
Afortunadamente, cuando se produjo la explosión el Cádiz ya había firmado las altas de Rubio (que habría de convertirse en mítico portero a lo largo de las siguientes nueve temporadas), Ameztoy (no confundir con su hermano, que jugó en el Atlético de Madrid), Garín y Mancheño (además de Casanova, casi inédito), los cuales serían piezas clave del nuevo Cádiz. Poco después llegaba el delantero cordobés Cheme, mientras que en noviembre arribaban el portero Santos y el mediocentro González.
A éstos había que unirles a los ya presentes Fernández, Benavente, Pombo, Paquirri, Soto o Calleja, que habrían de forma la columna vertebral de aquella temporada. Plantilla corta, obligada por las circunstancias, aunque suficientemente capacidata.
La solidaridad se dispara en toda España e incluso a nivel internacional. Se envían comida y ropa, aunque no todo llega a la ciudad, y es que España vive entonces un aislamiento político y comercial que agravaba aún más la delicada situación tras la guerra, por lo que algunos cargamentos "se perdieron" para siempre. La AFE dispone de tickets de ayuda en las dos primeras jornadas de liga en todos los campos, y gracias a esa y otas ayudas, el Cádiz puede salir hacia delante.
Sin embargo, pronto las cosas se empiezan a torcer en el plano deportivo. Fuera de casa el equipo es un desastre (un único punto en los seis primeros desplazamientos) y comiezan las críticas contra algunos jugadores y el entrenador. Pronto se abre distancia con los primeros, que luego resultaría imposible de recuperar. Melilla, Recreativo y Linense destacan desde las primeras jornadas, y ningún equipo podría darles alcance. Teniendo en cuenta que sólo el campeón promocionaba, pronto quedó claro que aquel tampoco iba a ser el año del Cádiz, que fue quemando jornadas sin mayor aliciente.
A pesar de todo, los amarillos terminaron en un honroso quinto puesto, que después de todo lo ocurrido, y visto con perspectiva, se antoja bastante meritorio.
Una de las pocas alegrías del año fue la eliminación del Betis en Mirandilla en el torneo de la Copa del Generalísimo.
CREACIÓN FICHA: 08/01/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 19/06/2011
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