Desastrosa campaña que requirió de una angustiosa promoción para salvar la categoría. Después del buen papel desempañado la campaña anterior, en la que consiguió remontar el vuelo de un equipo que apuntaba maneras peligrosas, la continuidad de Pepe Valera al frente del banquillo de Carranza no hace presagiar, ni a los más agoreros, los malos resultados que habrían de padecerse.

Resulta fácil imaginar lo que habría ocurrido de no haber irrumpido en el Cádiz la figura de Juanito Mariana. Pese a debutar este año con la camiseta amarilla, el gaditano es el líder absoluto de su equipo, y su calidad deja atónitos a propios y extraños. Sus once goles en la campaña de su descubrimiento para el primer equipo son absolutamente claves para salvar la categoría.

La escuadra amarilla tarda nada menos que nueve jornadas en conseguir su primera victoria, un lastre que pesa ya para toda la temporada, condenando al equipo a pelear en los bajos fondos de la clasificación.

Pese a ello, Márquez Veiga no desesperó y mantuvo la confianza en su entrenador hasta que concluyó el ejercicio liguero. Y eso que en la prensa llovían palos a diestro y siniestro para jugadores, técnico y presidente.

El Cádiz llega a la última jornada con el descenso directo eludido, y con la posibilidad de dejar también atrás la promoción. Pero en su visita al Granada (que ha decepcionado y no pelea por el ascenso), los de Valera caen por 2-0 y se ven abocados a la promoción.

Dicha promoción se juega contra el Eibar (cuyo delantero es un tal Gárate) a doble partido. En la ida, los gaditanos se encuentran un césped totalmente embarrado, pese a que hacía varios días que no llovía en la ciudad vizcaína. Los andaluces no se adaptan al terreno de juego y sucumben por 2-0, un resultado que pone la eliminatoria muy cuesta arriba, y que saca agoreros y pesimistas de debajo de las piedras: "ya sabía yo esto, nos vamos a Tercera".

El conjunto cadista, sin embargo, es capaz de sacar casta, e iguala la eliminatoria. Juanito Mariana, a pesar de ser novel, se encarga de lanzar todos los penalties. Faltando quince minutos para el final del duelo Muñoz hace manos dentro del área. El joven gaditano no duda un segundo en tomar la responsabilidad, y anota el 2-0 que fuerza un partido de desempate en el estadio Metropolitano de Madrid.

El decisivo encuentro comienza de la peor forma posible, con un gol del mítico Gárate, segundo que marca en esta promoción. El tiempo pasa y el resultado no cambia, pero Llona aparece en el momento exacto, poco antes del descanso, para hacer el empate. Un gol que valdría su peso en oro, ya que trajo la tranquilidad a un equipo que, aunque tarde, mostró por fin su evidente superioridad sobre su rival en el segundo tiempo.

Los Juanito (que otra vez se echó al equipo a la espalda, y otra clavó un penalti sin temblarle lo más mínimo el pulso), Haro, Ramón y compañía se despacharon a gusto con el rival, al que machacaron en la segunda parte, para alivio y suspiro de los muchos aficionados cadistas que había en las gradas del madrileño estadio Metropolitano. La permanencia se celebró como un título, después de un año tan largo.